martes, 30 de diciembre de 2008

2009: pero que sea “nuevo”

2009: Un año “nuevo”, “nuevo” comienzo. Nos alivia y refresca a todos el comienzo de un nuevo año. Un año nuevo significa tener la posibilidad de olvidar y recomenzar, de borrar y renovar, de olvidar, perdonar y reencontrar el camino... El comienzo de un nuevo año nos sitúa en una coyuntura en la que aprendemos del pasado y proyectamos un mejor futuro.

Pero las ilusiones que nuestras promesas por un mejor porvenir encierran no nos impiden desconocer la realidad presente marcada por una profunda crisis puesta de manifiesto en los más variados conflictos de índole personal, familiar, laboral, económico, político, social, cultural, religioso, etc.…

La vida de muchos hombres y mujeres sin sentido ni dirección que se refleja en más altos índices de suicidio, consumo de drogas, alcoholismo…, familias destrozadas por las más variadas circunstancias, profunda crisis económica de la que nadie pareciera ser responsable y con la que resultan más afectados los más pobres de entre los pobres, dos frentes de guerra en dos distintas naciones, pésimas relaciones con el resto del mundo, una convivencia conflictiva entre los distintos grupos que conforman la sociedad norteamericana, etc.…. pone a esta Nación ante la necesidad de que el año nuevo sea verdaderamente nuevo y novedoso.

Para presidir la novedad que urge en los Estados Unidos - ante los fracasos presentes y del pasado próximo - fue elegido como Presidente del Gobierno de esta gran Nación el Senador por Illinois, Señor: Barack Hussein Obama.

Ya es de por sí una novedad en la historia de esta Nación la elección del primer presidente de origen Afro-americano. Muy novedoso si se tiene en cuenta que dicha elección se da en una sociedad en la que aun persisten rasgos de discriminación y segregación racial y en la que las minorías permanecen siendo y llevando vida de minorías.

Aun cuando los cristianos tenemos puesta nuestra esperanza en Dios que se revela en su Hijo nuestro Señor Jesucristo como Dios de la Vida abundante, los pueblos de la tierra tienen puestas sus esperanzas próximas en los líderes de los pueblos y en el bueno y acertado manejo que tengan de sus gobiernos.

Así, para el futuro inmediato de la sociedad norteamericana tenemos puesta nuestra confianza y esperanza en el gobierno que presidirá a partir del próximo 20 de enero el Señor Presidente electo Barack H. Obama. En él tenemos puesta la esperanza de que, según lo prometió en campaña electoral, pondrá fin a las irracionales, injustas e inhumanas confrontaciones bélicas que no sólo desangran la economía y el bienestar social de la Nación sino también la sangre joven de nuestros jóvenes soldados y que, además, bien rodeado de sus inmediatos colaboradores acertará en un manejo nacional e internacional de la economía de tal manera que, a corto plazo, volvamos a la prosperidad que ha representado esta Nación para sus ciudadanos y para el resto del mundo.

Pero, además, tenemos puesta la confianza en que el gobierno que presidirá el Señor Obama tendrá un “nuevo”, manejo del asunto migratorio de tal manera que todos los inmigrantes y, especialmente, los hispanos sin documentos con domicilio en esta Nación obtengan un trato más digno, más solidario, más justo y más humano acorde con una población que ha puesto lo mejor de sí y de sus fuerzas para contribuir con su trabajo a la grandeza de la que hace alarde ante el mundo la entera sociedad norteamericana.

De la misma manera, los hispanos residentes en esta Nación y en todos nuestros países de origen esperamos del Gobierno entrante unas mejores y más adecuadas relaciones internacionales con todos los Países de América Latina, como corresponde entre Naciones que compartimos el mismo continente y el mismo destino al que está convocada la humanidad entera: hacer de este mundo un lugar más vivible, más fraterno y, por ello, más humano.

Al iniciar un nuevo año dejemos atrás las malas noticias y lancémonos solidariamente a la construcción de mejores y más buenas noticias con la certeza de que si las pequeñas o grandes crisis a las que asistimos afectados en el momento presente tienen como causa última una crisis de humanidad, vale decir, una profunda crisis en el espíritu del ser humano será un proceso y crecimiento “humanizador” hacia el interior de cada ser humano y el surgimiento de unas nuevas y más honestas relaciones entre los hombres y los pueblos lo que nos depare un año nuevo y un porvenir mejor.

Esta alegría por un año nuevo y estas esperanzas en un Gobierno nuevo tiene fundamento en la fe cristiana que nos invita siempre a re-novarnos, a dejar atrás al hombre viejo y construir en cada uno de nosotros el hombre nuevo que es el mismo Cristo, a imagen y semejanza del Padre.

El nuevo año será nuevo en la medida en que todos: tanto los que participan más directamente en la misión de gobierno como todos los ciudadanos construyamos con nuestros hechos, palabras, comportamientos y actitudes la novedad de la que tanto necesitamos. Brindemos entonces por un año nuevo, una sociedad nueva, un Gobierno nuevo para una mejor Nación y un mundo nuevo. Deseo a todos que tengan, junto a sus seres queridos, un novedoso, bendecido y feliz 2009.

martes, 23 de diciembre de 2008

Navidad y la Sagrada Familia

La Navidad es una época del año que tiene su fundamento en un acontecimiento histórico-salvífico: el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, que los cristianos conmemoramos en un tiempo litúrgico del mismo nombre. En una sociedad materialista como la nuestra, la Navidad ha sido convertida en una temporada del año para vender y comprar, para gastar y consumir, para ostentar y derrochar. Y en este enorme tráfico consumista el mensaje de lo que los cristianos recordamos, el significado de lo que los cristianos celebramos en estas fechas se manipula, se pierde, se diluye, se olvida.

Es enorme la significación que la Navidad contiene para el mundo en general y para los cristianos en particular. Lo que celebramos es el nacimiento de JESUS DE NAZARET, quien es, para todos, modelo de Humanidad y Divinidad: porque Jesús es Divino por lo profundamente Humano.

Cuando los cristianos confesamos a Jesús como Dios hecho Hombre, confesamos al mismo tiempo, el destino último y definitivo al que está llamada la humanidad entera: el de divinizarnos encarnándonos en la historia y su cotidianidad para divinizarnos humanizándonos. En Navidad, por tanto, celebramos la alegre y esperanzadora certeza de que en el Nacimiento de Jesús, Dios ha querido quedarse para siempre con nosotros mostrándonos en El, el Camino, la Verdad y la Vida a la que todos estamos llamados.

El acontecimiento histórico de la Navidad ocurre en el contexto de una Familia. Entre tantas significaciones que aporta la conmemoración de la primera Navidad, el valor dado por Dios a la familia en el nacimiento de Jesús cobra hoy importancia y especial vigencia entre nosotros.

Padecemos y asistimos hoy a una profunda crisis de la humanidad y de humanidad en todos los órdenes. Los graves problemas puestos de manifiesto en la crisis muestran una más profunda y definitiva crisis en el corazón mismo del ser humano: una des-humanización contraria a todo lo que significa e implica el mensaje de la Navidad. Pero, al mismo tiempo, los graves problemas sociales que brotan del corazón del hombre tienen su origen en una profunda crisis de la familia.

Es extensa la lista de los enormes conflictos que hoy atentan contra el modelo familiar propuesto desde la primera noche de Navidad y sustentado por la predicación de la Iglesia Católica en Occidente:



  • A la brecha generacional entre padres e hijos en un mundo que cambia a diario y velozmente se suman

  • Las rupturas, los divorcios y nulidades rápidas y fáciles tipo “express”.

  • La infidelidad en una sociedad pansexualista que la propicia y estimula.

  • La falta de compromiso en una sociedad hedonista que propugna por lo liviano, lo pasajero, lo efímero, lo fácil, desechable, lo puramente estético y aparente.

  • El mundo académico y laboral que separa, aleja y desintegra familias.

  • El machismo y el feminismo.

  • La pretendida manipulación cientista de los designios de Dios sobre la creación y la vida en familia.

  • El aborto.

  • El tabaquismo, el alcohol, las drogas.

  • El sin-sentido de la vida en una sociedad que mata pronto las ganas de vivir cuando reduce el fin de la vida a lo meramente material e intra-histórico ocultando la visión Trascendente del hombre, del mundo y de su historia, etc….

En un mundo que aboga por la pluralidad de las ideas y los estilos de vida junto al respeto por las libertades individuales y de los derechos del hombre, la Verdad – bajo ese pretexto - no debe ser negada, confundida ni disuelta en medio del mar de las individuales, pequeñas y casi siempre mezquinas verdades de bolsillo. A la Iglesia, desde la Buena Noticia que el Evangelio contiene para todo hombre y mujer de buena voluntad le corresponde anunciar cada día y, especialmente en el tiempo de Navidad, que todo hombre tiene derecho a nacer y “crecer en gracia y en sabiduría” en el seno de una familia constituida por un padre, una madre y unos hijos: modelo familiar en el que se repliquen y vivan las relaciones de amor paternales, filiales y fraternales que los cristianos reconocemos y alabamos en el mismo seno mismo de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Las perturbadoras estadísticas que nos hablan e interpelan sobre los millones de niños y niñas que intentan “crecer” y “formarse” en “hogares” disfuncionales, uni-parentales, hogares “sustitutos”, con los abuelos u otros familiares o en instituciones gubernamentales que intentan “suplir” a las familias inexistentes, son una alarma sobre algo muy grave que está ocurriendo en nuestras comunidades y un desafío urgente para que volvamos a valorar y vivir el modelo de familia cristiana sugerido en la Navidad de nuestro señor Jesucristo.

Hoy, como nunca antes, hay nostalgia de Nazaret.



  • Nostalgia de hogares donde padres e hijos vivan y con-vivan en comun-unión.

  • Nostalgia de hogares a ejemplo del de Nazaret: donde los padres se amen y cumplan con la voluntad de Dios amando y sirviendo la vida a sus hijos.

  • Hogares en los que los hijos cumplan la voluntad de Dios obedeciendo a sus padres.

  • Hogares que favorezcan la construcción de un mundo en fraternidad viviendo primero en casa las relaciones fraternas.

  • Hogares en los que prevalezcan el amor y el respeto sobre las circunstancias siempre difíciles y siempre cambiantes de la vida.

  • Hogares con padres dedicados al cuidado de sus hijos y con hijos atentos y devotos a sus padres.

  • Hogares que sean verdaderas iglesias domésticas, primera experiencia de iglesia y semilleros de permanente evangelización.

  • Hogares en los que padres e hijos crezcan en humanidad cooperando con la obra creadora de Dios mediante el trabajo cotidiano.

  • Familias que sean verdaderos hogares, es decir, hogueras encendidas de amor capaces de calentar e iluminar un mundo tantas veces frío y en tinieblas.

Me congratulo con ustedes en estos días santos que vivimos los cristianos en memoria del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Me alegro con la alegría del mundo porque “un hijo nos ha nacido, un niño se nos ha dado” que lleva por nombre “Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” y los animo para que prolonguemos en nuestras casas, en nuestros ambientes, en nuestras comunidades, las lecciones grandes, las lecciones buenas, las lecciones sagradas y eternas que podemos aprender para nuestra vida en familia del hogar de la Sagrada Familia de Nazaret, en esta Navidad y siempre.