viernes, 24 de diciembre de 2010

Hoy, nos ha nacido el Salvador

Los evangelios de Mateo y Lucas contienen los llamados “relatos de la infancia de Jesús” y, en ellos, el relato de su nacimiento. En la navidad de este año que ya termina 2010 correspondiente al Ciclo Litúrgico A, celebraremos la liturgia solemne de la medianoche de la Natividad de Jesucristo con el relato Lucano: Lc 2,1-14

Para desentrañar en profundidad y detalle el sentido y mensaje que el relato del nacimiento de Jesús en el evangelio de Lucas contiene, conviene tener en cuenta lo siguiente:
  • El Evangelio de Lucas es la primera parte de una obra mayor que comprende un segundo tomo: el libro de Los Hechos de los Apóstoles.

  • El evangelio de Lucas está dirigido a las primitivas comunidades cristianas de Siria, Grecia o de Asia Menor caracterizadas por ser comunidades y pueblos tremendamente pobres.

  • La forma definitiva del tercer evangelio, tal y como hoy lo conocemos, data aproximadamente del año 80 y parece tener por autor a Lucas, compañero misionero de Pablo, griego de lengua, de cultura y formación.

  • El evangelio de Lucas insiste mucho en el amor entrañable de Dios por todos los hombres y, especialmente, por los más pobres, desamparados, marginados, desvalidos, necesitados.

  • Lucas da el título de “Señor” a Jesús no sólo después de la resurrección sino ya desde su vida mortal. Para sus comunidades destinatarias en las que se daba culto al Emperador de Roma este hecho tenía especial significación.

Para Marcos, y Pablo, los autores más antiguos del Nuevo Testamento (lo mismo que para Juan) la navidad como toda la buena noticia de salvación (evangelio) es el misterio de un Dios que se hace humano a lo largo del misterio de Jesús Crucificado y de su Pascua, ofreciendo con ello – a todos los hombres y mujeres de buena voluntad - la posibilidad de una nueva manera de existir y de estar en el mundo.

Sin negar esta verdad, Lucas pone en la cuna del niño Jesús mucho de la centralidad del misterio salvador de los cristianos y presenta de un modo nuevo el mensaje del que la Iglesia es depositaria y mensajera: que, por medio de Jesús, Dios se ha presente entre los hombres, entra en la historia humana, es uno como nosotros para que nosotros seamos semejantes a Él y nos hagamos uno con Él.

El relato del nacimiento de Jesús en Lucas contiene énfasis teológicos tales como:

  • Todas las profecías mesiánicas tan llenas de grandilocuencia tienen en el relato lucano y en la concreción misma de los hechos un desenlace y una realización inesperada por lo sencillo y pobre del acontecimiento: revelado a unos pastores, reclinado en un pesebre, etc.

  • Nos conduce hacia Belén: la pequeña ciudad de las promesas mesiánicas de Israel. Y como expresión y confesión de fe de que en Jesús se cumplen todas las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento el niño nace en Belén de Judá.

  • El nacimiento está enraizado en la historia humana: la historia política de Roma, que es la historia política del mundo entonces conocido, queda - con el mandato del empadronamiento - al servicio del cumplimiento de las promesas mesiánicas en Jesús. Como miembro de un estado profano de este mundo el niño nace bajo el mandato de Cesar Augusto.

  • El niño nace abandonado y solo, separado de los “grandes” caminos y criterios de la historia de la tierra: en una pesebrera.

  • El término primogénito no indica la existencia de hermanos menores sino la situación legal de Jesús.

  • El mensaje del nacimiento del niño no parte de la tierra. Esta gran verdad es iniciativa de Dios y, de parte de El, el ángel rompe el silencio de la noche, de los cielos y de la tierra, para proclamar la mejor y más grande noticia que la tierra y los hombres hemos escuchado jamás: “Os ha nacido un Salvador” (2,11).

  • El niño nacido es el Mesías, el Señor, del linaje de David. Tiene mucha fuerza en Lucas el anuncio y la buena nueva del nacimiento del “Soter”, del Salvador que en la experiencia israelita se llama “Mesías” y en la griega “Kyrios”: Señor. Salvador o, lo que es lo mismo, el que nos da la vida eterna, la vida abundante, la felicidad que todos buscamos.

  • El mensaje lucano es un mensaje dirigido a “vosotros”: a los pastores, a los marginados de la tierra, a los más escondidos y más recónditos, a los alejados y a los que – como el mismo niño - no tienen ni alojamiento, ni posada ni cobijo en las ciudades de los hombres, a los que desconocen los asuntos del culto y de la ley, a los manchados, a los impuros, a los indeseables, a los que no-son. A ellos y - con ellos y por ellos - a todos los pequeños y menospreciados de la tierra.

  • Es un mensaje que rompe con todos los moldes y criterios de ostentación y prepotencia, de soberbia y grandeza del mundo: “le encontrareis recostado en un pesebre”.

  • El anuncio del ángel: “Hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” parafrasea el esquema y la manera formal y oficial como se hacían los anuncios del nacimiento de los destinados a ser emperadores.

  • “Hoy”: Con este nacimiento termina el Antiguo Testamento e irrumpe una etapa novedosa en la manifestación, la relación y la salvación de Dios entre los hombres por medio de este niño, “envuelto en pañales y recostado en el pesebre”.
  • La buena nueva es para - en adelante, “no temer y para la alegría de todo el pueblo”.

Todo lo cual merece dar “Gloria a Dios…”.