miércoles, 18 de diciembre de 2013

Navidad y la Sagrada Familia


La Navidad es una época del año que tiene su fundamento en un acontecimiento histórico-salvífico: el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, que los cristianos conmemoramos en un tiempo litúrgico del mismo nombre. En una sociedad materialista como la nuestra, la Navidad ha sido convertida en una temporada del año para vender y comprar, para gastar y consumir, para ostentar y derrochar. Y en este enorme tráfico consumista el mensaje de lo que los cristianos recordamos, el significado de lo que los cristianos celebramos en estas fechas se manipula, se pierde, se diluye, se olvida.

Es enorme la significación que la Navidad contiene para el mundo en general y para los cristianos en particular. Lo que celebramos es el nacimiento de JESUS DE NAZARET, quien es, para todos, modelo de Humanidad y Divinidad: porque Jesús es Divino por lo profundamente Humano. 

Cuando los cristianos confesamos a Jesús como Dios hecho Hombre, confesamos al mismo tiempo, el destino último y definitivo al que está llamada la humanidad entera: el de divinizarnos encarnándonos en la historia y su cotidianidad para divinizarnos humanizándonos. En Navidad, por tanto, celebramos la alegre y esperanzadora certeza de que en el Nacimiento de Jesús, Dios ha querido quedarse para siempre con nosotros mostrándonos en El, el Camino, la Verdad y la Vida a la que todos estamos llamados.

El acontecimiento histórico de la Navidad ocurre en el contexto de una Familia. Entre tantas significaciones que aporta la conmemoración de la primera Navidad, el valor dado por Dios a la familia en el nacimiento de Jesús cobra hoy importancia y especial vigencia entre nosotros. 

Padecemos y asistimos hoy a una profunda crisis de la humanidad y de humanidad en todos los órdenes. Los graves problemas puestos de manifiesto en la crisis muestran una más profunda y definitiva crisis en el corazón mismo del ser humano: una des-humanización contraria a todo lo que significa e implica el mensaje de la Navidad. Pero, al mismo tiempo, los graves problemas sociales que brotan del corazón del hombre tienen  su origen en una profunda crisis de la familia.

Es extensa la lista de los enormes conflictos que hoy atentan contra el modelo familiar propuesto desde la primera noche de Navidad y sustentado por la predicación de la Iglesia Católica en Occidente: 
  • A la brecha generacional entre padres e hijos en un mundo que cambia a diario y velozmente se suman
  • Las rupturas, los divorcios y nulidades rápidas y fáciles tipo “express”.
  • La infidelidad en una sociedad pansexualista que la propicia y estimula.
  • La falta de compromiso en una  sociedad hedonista que propugna por lo liviano, lo pasajero, lo efímero, lo fácil, desechable, lo puramente estético y aparente.
  • El mundo académico y laboral que separa, aleja y desintegra familias.
  • El machismo y el feminismo.
  • La pretendida manipulación cientista de los designios de Dios sobre la creación y la vida en familia.
  • El aborto.
  • El tabaquismo, el alcohol, las drogas.
  • El sin-sentido de la vida en una sociedad que mata pronto las ganas de vivir cuando reduce el fin de la vida a lo meramente material e intra-histórico ocultando la visión Trascendente del hombre, del mundo y de su historia, etc….

En un mundo que aboga por la pluralidad de las ideas y los estilos de vida junto al respeto por las libertades individuales y de los derechos del hombre, la Verdad – bajo ese pretexto - no debe ser negada, confundida ni disuelta en medio del mar de las individuales, pequeñas y casi siempre mezquinas verdades de bolsillo. A la Iglesia, desde la Buena Noticia que el Evangelio contiene para todo hombre y mujer de buena voluntad le corresponde anunciar cada día y, especialmente en el tiempo de Navidad, que todo hombre tiene derecho a nacer y “crecer en gracia y en sabiduría” en el seno de una familia constituida por un padre, una madre y unos hijos: modelo familiar en el que se repliquen y vivan las relaciones de amor paternales, filiales y fraternales que los cristianos reconocemos y alabamos en el mismo seno mismo de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Las perturbadoras estadísticas que nos hablan e interpelan sobre los millones de niños y niñas que intentan “crecer” y “formarse” en “hogares” disfuncionales, uni-parentales, hogares “sustitutos”, con los abuelos u otros familiares  o en instituciones gubernamentales que intentan “suplir” a las familias inexistentes, son una alarma sobre algo muy grave que está ocurriendo en nuestras comunidades y un desafío urgente para que volvamos a valorar y vivir el modelo de familia cristiana sugerido en la Navidad de nuestro señor Jesucristo.

Hoy, como nunca antes, hay nostalgia de Nazaret. 

  • Nostalgia de hogares donde padres e hijos vivan y con-vivan en comun-unión. 
  • Nostalgia de hogares a ejemplo del de Nazaret: donde los padres se amen y cumplan con la voluntad de Dios amando y sirviendo la vida a sus hijos.
  • Hogares en los que los hijos cumplan la voluntad de Dios obedeciendo a sus padres.
  • Hogares que favorezcan la construcción de un mundo en fraternidad viviendo primero en casa las relaciones fraternas.
  • Hogares en los que prevalezcan el amor y el respeto sobre las circunstancias siempre difíciles y siempre cambiantes de la vida.
  • Hogares con padres dedicados al cuidado de sus hijos y con hijos atentos y devotos a sus padres.
  • Hogares que sean verdaderas iglesias domésticas, primera experiencia de iglesia y semilleros de permanente evangelización.
  • Hogares en los que padres e hijos crezcan en humanidad cooperando con la obra creadora de Dios mediante el trabajo cotidiano.
  • Familias que sean verdaderos hogares, es decir, hogueras encendidas de amor capaces de calentar e iluminar un mundo tantas veces frío y en tinieblas.

Me congratulo con ustedes en estos días santos que vivimos los cristianos en memoria del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Me alegro con la alegría del mundo porque “un hijo nos ha nacido, un niño se nos ha dado” que lleva por nombre “Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” y los animo para que prolonguemos en nuestras casas, en nuestros ambientes, en nuestras comunidades, las lecciones grandes, las lecciones buenas, las lecciones sagradas y eternas que podemos aprender para nuestra vida en familia del hogar de la Sagrada Familia de Nazaret, en esta Navidad y siempre.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Adviento: La Espera de la Esperanza


Con el tiempo de adviento comienza otro año en la vida litúrgica de los católicos. Adviento es vocablo latino que significa espera de lo que ha de venir, expectación de algo que está en advenimiento, de lo que llega, de lo que vendrá y plenificará el presente.

Que sería de la vida del ser humano sin la esperanza! Naufragaríamos en el mar de la incertidumbre, del sufrimiento, del dolor, del mal, sin que nada nos alentara a seguir confiando, luchando, trabajando, proyectando, amando, confiando, creyendo, esperando…

Los cristianos somos, esencial y fundamentalmente, hombres y mujeres de esperanza. Es decir, hombres y mujeres que viven en permanente adviento: en la espera de que el nacimiento de Dios llegue en la navidad, en la espera de los encuentros cotidianos con Dios mediante su creación, mediante el hermano especialmente el más pobre, mediante la liturgia, mediante los sacramentos, mediante tantos signos y circunstancias que Dios se nos acerca y viene a nuestro encuentro cada día. El cristiano vive en la espera de que las promesas de Dios lleguen a su cumplimiento, que el Reinado de Dios triunfe sobre el reinado del mundo, que la misericordia de Dios triunfe sobre el desamor y que el poder de Dios venza sobre los podercitos mezquinos del hombre.

Pero el cumplimiento de estas esperanzas, para que - como dice el salmo del adviento – en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente, exige que los cristianos construyamos, con nuestros hechos y palabras, con nuestros anuncios y denuncias, nuestros comportamientos, actitudes y trabajos, espacios y tiempos en los que la esperanza cristiana sea posible, es decir, espacio-tiempos en los que el Reinado de Dios se haga presente por medio nuestro.

Así, la esperanza que esperamos nos saca de una actitud resignada y pasiva y nos mueve a construir la esperanza que esperamos, el cielo y la tierra nueva que anhelamos. Más aún, el cristiano sabe que las esperas cotidianas de felicidad se plenifican sólo en nuestra esperanza: Cristo y su vida en nosotros. La esperanza cristiana no es una esperanza que se agota en las satisfacciones temporales y efímeras sino que empuja todo nuestro presente hacia un futuro plenificador y totalizante en Dios.

Adviento, este tiempo litúrgico que antecede a la espera de la navidad, es - más que un tiempo litúrgico - una actitud de vida y un compromiso personal y comunitario del creyente y de los que en Iglesia creemos en el Evangelio de Jesucristo y de un mundo en el que lo divino nazca, aparezca y se manifieste en lo más humano y cotidiano de nuestra historia presente.

De esta esperanza que no se agota en el día a día, de la esperanza que anima todos nuestros instantes, de la esperanza infinita y sin condiciones, de la esperanza que no pasa y no muere, de la esperanza que nos abre al mas allá de esta intrahistoria limitada, de la esperanza que vence toda forma de mal, de dolor y de muerte nos habla la liturgia en este tiempo de Adviento.

Hoy más que nunca urge vivir el espíritu del Adviento. Nos circundan por todas partes manifestaciones de crisis: crisis del espíritu humano, crisis de logros que otrora soñó la humanidad, crisis de confianza en lo que puede el hombre y sus instituciones, hay crisis de confianza en los gobiernos, en los regímenes, en los modelos políticos y económicos, hay desconfianza entre los pueblos y las naciones, hay incredulidad en los lideres espirituales, hay desilusión, hay desesperanza porque hay hambre y mil formas de inequidad, de injusticia, de violencia y de muerte. Hay un sentir colectivo según el cual nuestro presente es de no-futuro. Hay incertidumbre, hay pérdida del sentido de la vida, hay angustia, vivimos tiempos difíciles en todos los ámbitos del quehacer humano y sin embargo, la liturgia católica, en este tiempo de Adviento nos invita, una vez más, a la espera de la Esperanza, al compromiso y construcción de tiempos mejores…

La esperanza que nos  da la elección del Papa Francisco, nos alienta a mirar hacia un futuro nuevo para nuestra Iglesia y la sociedad. El Obispo de Roma nos alienta, nos anima y nos motiva a trabajar con renovado entusiasmo en la construcción del Reino.

Deseo a todos que este Adviento 2013 nos llene de esperanza, de un aliento siempre renovado para hacer posible nuestra Esperanza: el Evangelio de Jesucristo entre nosotros, vivido y anunciado por nosotros, para la construcción de un mundo mejor, más justo, más humano y con ello más según el querer de Dios.

domingo, 24 de noviembre de 2013

La Memoria del Corazon



Cada año, cuando llega el Día de Acción de Gracias, evoco el episodio aquel del evangelio en el que sólo uno de 10 leprosos curados, un extranjero, regreso a Jesús para agradecerle la curación y para dar gloria a Dios. 

La tradición histórica de esta Nación nos invita un día cada año a dar gracias. Es la fiesta, sin duda, que más congrega, la más familiar y la más nacional de todas las celebraciones en los Estados Unidos. La tradición de esta fiesta se remonta a una gesta histórica que no todos conocen pero que la mayoría celebra, porque la actitud y la acción de ser agradecido y de dar gracias es una tendencia profundamente humana y, por ello mismo, profundamente divina.

Los cristianos tenemos en la eucaristía la fuente, el fundamento, el principio y el fin de la vida cristiana. El vocablo griego eucaristía significa, precisamente, acción de gracias. Es decir, que la postura más auténtica y genuinamente cristiana es la de vivir dando gracias a Dios que nos da todo cuanto somos y tenemos gratis.

En la actual llamada sociedad de consumo, el privilegio que le damos al dinero y al tener sobre el ser nos impide recordar siempre y en toda circunstancia que no somos auto-suficientes, que no nos auto-abastecemos a nosotros mismos, que otros trabajan para darnos los bienes y servicios de los cuales disfrutamos, que todos necesitamos de todos para vivir, que somos, además de animales racionales, seres profundamente solidarios en el bien y en el mal, seres sociales y que, como hombres y como creyentes, estamos insertos en la obra creadora cuya dinámica es la de servir.

La toma de conciencia de nuestro ser social y de nuestro protagonismo en medio de una creación en la que todo sirve ha de ayudarnos a vivir cada día en actitud de servicio y de agradecimiento.

Es la capacidad de abrir nuestros sentidos y de tomar conciencia de todo cuanto somos y tenemos lo que permite la acción de gracias. La consecuencia de esta toma de conciencia agradecida no se deja esperar: el ser humano agradecido es un hombre o mujer alegre, confiado, humilde, esperanzado… en esa presencia amorosa que nos circunda por todas partes a la que los cristianos llamamos Santísima Trinidad.

Cuando Jesús nos enseña a percibirlo todo como gratis, exhorta, al mismo tiempo, a darlo todo gratis. Es decir, que todo don recibido de Dios nos compromete a ponerlo y ponernos al servicio de nuestros hermanos en un estilo de vida que no consiste en acaparar egoístamente la vida sino en servirla a favor de todos especialmente de los más necesitados. La gratitud, el agradecimiento, entonces son actitudes que piden de cada uno de nosotros la construcción de espacio-tiempos en los que todos los seres humanos tengan la capacidad, la posibilidad y la alegría de agradecer. 

La gratitud es una actitud pero es, por ello mismo, un compromiso. Por ello, el día de acción de gracias agradecemos pero regalamos… Ojalá que, más que cosas, regalemos nuestro tiempo, nuestra presencia, nuestra vida y no sólo un día al año sino todos los días de nuestras vidas.

Que todos tengan un feliz día de acción de gracias. Que todos podamos agradecer siempre y ayudar siempre a que otros tengan motivos para agradecer siempre!


domingo, 20 de octubre de 2013

Qué es Halloween y el Día de todos los Santos

1. Orígenes de Halloween

¿Qué significa Halloween?

Halloween significa “All hallow’s eve”, palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa “víspera de todos los santos”, ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Historia breve de Halloween

La celebración del Halloween se inició con los celtas, antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.

El año céltico concluía en esta fecha que coincide con el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años juntamente con la adoración a su dios el “señor de la muerte”, o “Samagin”, a quien en este mismo día invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que se mezclara. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folclor popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.

El 31 de octubre por la noche, en los países de cultura anglosajona o de herencia celta, se celebra la víspera de la fiesta de Todos los Santos, con toda una escenografía que antes recordaba a los muertos, luego con la llegada del Cristianismo a las ánimas del Purgatorio, y que ahora se han convertido en una ensalada mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas similares.

En cambio, en los países de cultura mediterránea, el recuerdo de los difuntos y la atención a la muerte se centra en el 2 de noviembre, el día siguiente a la celebración de la resurrección y la alegría del paraíso que espera a la comunidad cristiana, una familia de “santos” como la entendía San Pablo.

Diversas tradiciones se unen, se mezclan y se influyen mutuamente en este comienzo de noviembre en las culturas de los países occidentales. En Asia y Africa, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como en nuestra cultura.

2. Halloween: ¿Por qué la calabaza, las golosinas y los disfraces?

En Hallowe’en (de All hallow’s eve), literalmente la Víspera de Todos los Santos, la leyenda anglosajona dice que es fácil ver brujas y fantasmas. Los niños se disfrazan y van -con una vela introducida en una calabaza vaciada en la que se hacen incisiones para formar una calavera- de casa en casa. Cuando se abre la puerta gritan: “trick or treat” (broma o regalo) para indicar que gastarán una broma a quien no les de una especie de propina o aguinaldo en golosinas o dinero.

Una antigua leyenda irlandesa narra que la calabaza iluminada sería la cara de un tal Jack O’Lantern que, en la noche de Todos los Santos, invitó al diablo a beber en su casa, fingiéndose un buen cristiano. Como era un hombre disoluto, acabó en el infierno.

Los Disfraces

Europa sufrió durante un largo período de tiempo la plaga bubónica o “peste bubónica” (también conocida como la “muerte negra”) la cual aniquiló a casi la mitad de la población. Esto creó un gran temor a la muerte y una enorme preocupación por ésta. Se multiplicaron las misas en la fiesta de los Fieles Difuntos y nacieron muchas representaciones satíricas que le recordaban a la gente su propia mortalidad.

Estas representaciones eran conocidas como la Danza de la Muerte. Dado el espíritu burlesco de los franceses, en la víspera de la fiesta de los Fieles Difuntos, se adornaban los muros de los cementerios con imágenes en las que se representaba al diablo guiando una cadena de gente: Papas, reyes, damas, caballeros, monjes, campesinos, leprosos, etc…, y los conducía hacia la tumba. Estas representaciones eran hechas también a base de cuadros plásticos, con gente disfrazada de personalidades famosas y en distintas etapas de la vida, incluida la muerte a la que todos debían de llegar.

De estas representaciones con disfraces, se fue estableciendo la costumbre de caracterizarse durante estas fechas.

Obsequio o Truco

La tradición del “obsequio o truco” (Trick or Treat) tiene su origen en la persecución que hicieron los protestantes en Inglaterra (1500-1700) contra los católicos. En este período, los católicos no tenían derechos legales. No podían ejercer ningún puesto público y eran acosados con multas, impuestos elevados y hasta cárcel. El celebrar misa era una ofensa capital y cientos de sacerdotes fueron martirizados.

Un incidente producto de esta persecución y de la defensa del catolicismo fue el intento de asesinar al rey protestante Jaime I utilizando pólvora de cañón. Era un levantamiento católico contra los opresores. Sin embargo el “Gunpowder Plot” fue descubierto cuando el que cuidaba la pólvora fue capturado y, tras hacerle confesar, terminó en la horca. Esto muy pronto se convirtió en una gran celebración en Inglaterra (incluso hasta nuestros días). Muchas bandas de protestantes, ocultos con máscaras, celebraban esta fecha (los primeros días de noviembre) visitando a los católicos de la localidad y exigiéndoles cerveza y comida para su celebración amenazándolos. Con el tiempo, llegó a las colonias de norteamérica esta tradición que se fue uniendo al halloween.

Podemos entonces darnos cuenta de que el halloween también conforma una combinación de tradiciones, particularmente negativas, que los inmigrantes llevaron a los Estados Unidos; tradiciones que fueron atenuándose poco a poco en Europa pero que se preservaron por la cultura anglosajona establecida en América.

3. ¿Qué se celebra en la fiesta de Todos los Santos?

Sin embargo, para los creyentes es la fiesta de todos los Santos la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido “templos del Espíritu Santo”.

Como asegura Bruno Forte, profesor de la Facultad teológica de Nápoles, al contrario de quienes no creen en la dignidad personal y desvalorizan la vida presente creyendo en futuras reencarnaciones, el cristiano tiene “una visión en las antípodas” ya que “el valor de la persona humana es absoluto”. Es ajena también al dualismo heredero de Platón que separa el cuerpo y el alma. “Este dualismo y el consiguiente desprecio del cuerpo y de la sexualidad no forma parte del Nuevo Testamento para el que la persona después de la muerte sigue viviendo en tanto en cuanto es amada por Dios”. Dios, añade el teólogo, “no tiene necesidad de los huesos y de un poco de polvo para hacernos resucitar. Quiero subrayar que en una época de “pensamiento débil” en la que se mantiene que todo cae siempre en la nada, es significativo afirmar la dignidad del fragmento que es cada vida humana y su destino eterno”.

La fiesta de Todos los Fieles Difuntos fue instituido por San Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny en Francia el 31 de octubre del año 998. Al cumplirse el milenario de esta festividad, el Papa Juan Pablo II recordó que “San Odilón deseó exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en vigor en la Iglesia universal”.

“Al rezar por los muertos -dice el Santo Padre-, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres”.

Tras subrayar la importancia de las oraciones por los difuntos, el Pontífice afirma que las “oraciones de intercesión y de súplica que la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio “son ayudadas por la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio propiciatorio del altar”, así como “por la caridad y otras obras de piedad”.

En razón a ello, el Papa a los católicos “a rezar con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor”.

4. Halloween como negocio

Una cultura de consumo que propicia y aprovecha las oportunidades para hacer negocios, sin importar cómo. Hollywood ha contribuido a la difusión del Halloween con una serie de películas en las cuales la violencia gráfica y los asesinatos crean en el espectador un estado morboso de angustia y ansiedad. Estas películas son vistas por adultos y niños, creando en estos últimos miedo y una idea errónea de la realidad. El Halloween hoy es, sobre todo, un gran negocio. Máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos necesarios son un motor más que suficiente para que algunos empresarios fomenten el “consumo del terror”. Se busca además favorecer la imitación de las costumbres norteamericanas por considerarse que esto está bien porque este país tiene chapa de “superior”.

5. Los católicos y Halloween

Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 6,31.

¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para “divertirse” ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17. Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1ª Pe. 3, 8-12.

¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt. 22, 37-40

Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine … ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son solo fantasías,  un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7  1ª Pe 5,18  Ef. 6,11  Lc. 4,2  Lc. 25, 41

¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del halloween?

¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?

Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en “aras de la diversión de los niños” ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?

Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9  Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt. 5,14  Jn. 8,12

Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.

6. Sugerencias para los padres de familia en Halloween

¿Cómo darle a los hijos una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan con un propósito verdaderamente católico y cristiano? ¿Qué podemos enseñarles a los niños sobre esta fiesta?

Ante la realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a este “juego”? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el halloween mientras que sus vecinos y amigos se “divierten”? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a participar en esto?

La respuesta no es sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer:

Lo primero es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al Halloween, con el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de Cristo.

En las catequesis y actividades previas a estas fechas, es buena idea que nuestros hijos inviten a sus amigos, para que se atenúe el impacto de rechazo social y sus compañeros entiendan por qué no participan de la misma forma que todo el mundo.

Debemos explicarles de manera sencilla y clara, pero firme, lo negativo que hay en el Halloween y la manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios.

Proponemos a los padres de familia una opción para sus hijos, pues seguramente los niños querrán salir con sus amigos en la noche del Halloween: Los niños pueden disfrazarse de ángeles y preparar pequeñas bolsas con dulces, regalos o tarjetitas con mensajes y pasar de casa en casa, y en lugar de hacer el “obsequio o truco” o de pedir dulces, regalarlos a los hogares que visiten y que expliquen que entregan dulces porque la Iglesia Católica tendrá muy pronto una fiesta muy importante en la que se celebra a todos aquellos que fueron como nosotros deberíamos ser: los Santos.

Aunque este cambio no será sencillo para los niños, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los más pequeños tomen como algo natural la connotación negativa del halloween. Con valor y sentido cristiano, los católicos podemos dar a estas fechas, el significado que tienen en el marco de nuestra fe.

 7. Alternativas a Halloween

Los cristianos debemos no solo desenmascarar el mal sino ser además luz en las tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la Fiesta de Todos los Santos que comienza en la noche del 31 de octubre. En la liturgia de esa noche, San Pablo nos enseña que los santos están con nosotros:

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación.
-Hebreos 12,22-24

Debemos celebrar gozosamente esta realidad. Se pueden hacer muchas celebraciones en torno a los santos. Los niños se pueden disfrazar de un santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el fin de imitarlas.  Los mayores pueden leer sobre los santos, tener una fiesta en honor a un santo favorito de la comunidad o de la familia.

Tradicionalmente en España y en algunas comunidadse de Latino América, solía irse de puerta en puerta cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para celebrar misas para las ánimas del Purgatorio.

La Fiesta de Todos los Santos es una invitación a ser nosotros también santos. Las vidas maravillosas de los santos nos ayudan a vivir más perfectamente el Evangelio. Encontramos en ellos grandes amigos que intercederán desde el cielo por nuestra salvación.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Constuyendo Hispanidad


Coincidiendo con los festejos por la Independencia de México y terminando con la celebración de “el encuentro de los dos mundos,” entre septiembre y octubre de cada año, celebramos en los Estados Unidos el llamado MES DE LA HERENCIA HISPANA decretado así por el Congreso de esta Nación y por proclama oficial de la Casa Blanca. 

Hablar de la presencia hispana en este País es, en nuestros días, una obviedad. Las cifras así lo confirman y el último Censo Poblacional Nacional nos aproxima a cincuenta y tres millones (cifra oficial del censo julio del 2012) de hispanos residentes en esta Nación, a los que habría que sumar los tres millones de residentes en la Isla de Puerto Rico. 

Y la presencia hispana en la vida de esta Nación no es reciente, es desde siempre. El mundo hispánico estuvo aquí incluso antes de la llegada de los peregrinos, cuando desde 1550 hombre como Pedro Menéndez de Aviles, junto con otros, recorrieron y explotaron a lo largo y ancho el territorio que hoy constituye la Unión Americana y se establecieron en lo que hoy es “La Florida”, antes de que los británicos lo hicieran en Jamestown. Indudablemente, hemos hecho historia en esta Nación, hemos estado presentes en sus grandes gestas y hemos contribuido enormemente al desarrollo de los Estados Unidos.

Por esta presencia tan creciente, tan evidente y de cifras tan abrumadoras, temas tales como el de la inmigración o el de la legalización de inmigrantes indocumentados están hoy en los primeros titulares de los medios de comunicación y entre las principales preocupaciones de las instituciones que dirigen el rumbo de esta Nación. De la misma manera, la existencia de tres senadores de origen hispano en los Estados Unidos, además de treinta representantes también hispanos en el Congreso de los Estados Unidos nos habla de lo innegable de la presencia hispana en la sociedad norteamericana actual. 

Nuestra presencia aquí ya es insoslayable, pero la sola presencia numérica no nos da la autoridad. La autoridad proviene del hecho de ser autores, vale decir protagonistas, y no es simples espectadores, de nuestro propio devenir en el devenir histórico y social de esta Nación. Solo entonces merecemos respeto y reconocimiento. 

No basta con que seamos muchos, no basta con la cantidad, es necesario y urgente la calidad. ES decir, hemos de cualificar nuestra presencia hispana y como hispanos en esta Nación. Además de la cantidad numérica se requiere la calidad de la Comunidad Hispana para la debida inserción (no asimilación) social, religiosa, política, económica, cultural y académica en la vida de este País.

Circunstancias como la celebración del MES DE LA HERENCIA HISPANA, nos brindan la ocasión para internarnos en el conocimiento de nuestro presente, de nuestros retos actuales y para avizorar, de la manera más adecuada nuestro futuro como comunidad Hispana en la Unió Americana. 

Necesitamos cuestionarnos y cuestionar situaciones, entre otras tantas, tales como:
  • La falta de un debate adecuadamente liderado, organizado, razonado, razonable, respetuoso, equitativo, solidario y justo sobre el tema migratorio.
  • Que sentido y significación tiene nuestra presencia en la situación de guerra que vive el País y en la que cientos de jóvenes hispanos han ofrendado sus vidas.
  • Que relación tienen nuestro enorme poder de compra (novecientos billones de dólares al ano) con nuestros niveles de presencia competente y competitiva, además del reconocimiento en el mundo económico y comercial de los Estados Unidos.
  • A sabiendas de que en la niñez y en la Juventus esta el porvenir, es muy preocupante el alto índice de deserción escolar entre los niños y jóvenes hispanos en los Estados Unidos, al tiempo que un alto numero de ellos se sumergen en el mundo de las bandas delincuenciales, el uso de las drogas y el alcoholismo, además de otras formas de evasión y vicio.
  • Pero que y a pesar de medianos o altos niveles de preparación académica en terrenos teóricos o empíricos de un buen numero de hispanos, los estándares de vida – en términos generales – de la Comunidad Hispana en esta Nación, permanecen bajos y preocupantes.
  • Por que y a pesar del crecimiento en números de los hispanos que ingresan a los diferentes niveles de gobierno en esta Nación, la comunidad Hispana permanece carente de reconocimiento y de presencia en los niveles definitorios de los destinos de los Estados Unidos.
  • además, la masiva inmigración de jóvenes provenientes de nuestros países sin ninguna o muy poca preparación académica para el ingreso en el mundo laboral de esta Nación, que ha abrazado el consumismo y el tecnicismo como sus mayores banderas, los convierte en presa fácil del materialismo y de una vida vivida sin valores altruistas o trascendentes, llena de ideales truncados. Por lo que nuestra niñez y juventud vienen a ser caldo de cultivo y nicho apetecido por quienes trafican con las miserias humanas.
  • En nuestra presencia aquí y ahora como Comunidad Hispana, donde están nuestros mejores y mas originarios valores históricos, religiosos y culturales aprendidos de nuestras raíces históricas y culturales latinoamericanas tales como el humanismo cristiano, y concretamente católico, que nos exige descubrir en cada ser humano a un hijo de Dios, a un hermano nuestro y a un señor de la naturaleza y de la historia?

La tarea hacia el futuro es ardua y exige la participación consciente responsable, cualificada y generosa de todos los hispanos. Hemos de desarrollar el liderazgo que se requiere para relanzarnos como Comunidad protagonista e la construcción del presente y el futuro de esta Nación. Todo lo cual implica mayor educación, mayor preparación y formación, mayor organización y respeto junto a mayores cuotas de comunicación con la cultura dominante en el compromiso de hacer de esta sociedad una sociedad más viable y más humana. Porque aun perviven – aquí y ahora- muchas situaciones de esclavitud o de libertinaje en la Nación que proclama la libertad, aun permanecen muchas situaciones injustas y de injusticias, de atropello a los mas elementales derechos de hombre en la Nación que dice fundamentarse el imperio de el derecho y de la ley, aun constatamos muchas situaciones infrahumanas o inhumanas en una sociedad que predica el respeto por el ser humano.

Los hispanos, necesitamos liderar y protagonizar el surgimiento de una nueva sociedad norteamericana verdaderamente tolerante y fraterna. Sociedad que descubra, por fin, el valor unitario, integral y armónico de todo el Continente Americano; el valor de la unidad americana o “Panamericanidad” por la riqueza que da la diversidad de las diversas naciones, con diversas etnias, historias, lenguas y culturas pero unidas en la misma territorialidad, en la misma tarea de ser felices en el objetivo común de ser pueblos prósperos, mas humanos y humanizados, con menos fronteras y mas solidaridad.

Para que la Comunidad Hispana alcance su mayoría de edad en esta sociedad, necesita hacer una muy profunda reflección sobre su devenir histórico., por lo que, ojala, ocasiones como la celebración de EL MES DE LA HERENCIA HISPANA no se queden y pasen en la exterioridad de unas fiestas sino en el compromiso serio y de todos por construir verdadera, grande y noble “hispanidad” en la vida y desarrollo de esta Nación. Asi, no estemos mas a la deriva y a merced de quienes no nos aceptan, nos explotan o, en el peor de los casos, no quieren sin identidad hispana y totalmente asimilados a la cultura en esta Nación, sin ningún respeto por nuestra herencia. 

Que bueno que exista el MES DE LA HERENCIA HISPANA porque es mucho lo que hemos hecho pero muchos mas lo que nos falta por hacer.



viernes, 2 de agosto de 2013

La Popularidad del Papa en América Latina


Antes de que los Papas Venerable Pablo VI y Beato Juan Pablo II comenzaran a viajar – iniciativa que con el Papa Wojtyła se ha hecho rutina su pontificado – podía uno discutir o interrogarse sobre la popularidad del papa, o el interés que despertaba en los pueblos latinoamericanos. Lejano, situado en otro continente, objeto de una catequesis muy insuficiente, que deja lugar para mitos y prejuicios religiosos, aunque nunca hubo en Iberoamérica  hostilidad o desconfianza en el pueblo con respecto al Papa, uno podía preguntarse, por otra parte, si el sucesor de Pedro no era igualmente objeto de indiferencia.

La reciente visita del Papa Francisco a Rio de Janeiro para celebra la Jornada Mundial del Juventud, donde fue aclamado por más de tres millones de participantes, nos hace reflexionar sobre la figura del papa en el catolicismo latinoamericano.

El viaje de Pablo VI a Colombia (1968), aunque muy breve, ya fue una primera indicación para responder a esa pregunta. El pueblo se vistió de gala, se echo a la calle, y el país se detuvo durante cuatro días.

 El primer viaje de Juan Pablo II fue a México (país en el cual incidentalmente, la Iglesia de Roma no tenía existencia jurídica). Pero el país también tuvo que parar, y la TV estatal tuvo que cubrir íntegramente cada paso de la visita del Santo Padre. Posiblemente la mitad del pueblo Mexicano vio directamente y escucho al papa. Ello implicaba siempre arduos desplazamientos a pie,  y a veces noches de espera. El viaje Papal de México a Puebla demoro el triple de tiempo, pues la carretera, desde el día anterior, quedo aprisionada entre dos murallas humanas. Solo en Monterrey, en el desértico norte, que no es una megapolis, el Papa reunió dos millones de personas (cifra gubernamental).

El caso mexicano (considerada la proporción de habitantes) se ha repetido con características casis exactas, en cada país Latinoamericano que el papa ha visitado. El Papa Benedicto XVI en su dos visitas a América latina, Brasil y Cuba fue ampliamente recibido por el pueblo Católico.

Ningún visitante extranjero en la historia, ningún político local desde la independencia, ninguna concentración deportiva o política o de festejo nacional, de cualquier tipo, a logrado (ni lograra probablemente) un tal poder de convocación. Los sociólogos se preguntan porque, e igualmente los expertos en publicidad, y sobre todo, los desconcertados políticos y gobernantes. Aun algunos teólogos han quedado perplejos. Se han dado casos (en México, sin ir más lejos) donde politólogos y sociólogos han pedido reunirse con sacerdotes, para tratar de entender.

Atribuir la popularidad de Papa en el pueblo Latinoamericana (tan creyente como insuficientemente evangelizado) al “carisma de multitudes” del Papa Polaco es una afirmación que nadie sostiene seriamente. Con Paulo VI paso lo mismo. Tan poco tienen fundamento sostener que el pueblo adhiere a un Papa más que otro, y que este circunstancialmente, le gusta más. La experiencia dice que el pueblo Latinoamericano – los cristianos corrientes – no tiene ni referencias ni formación eclesiástica, ni interés alguno en evaluar a sus papas. Eso queda para las elites en Latinoamérica, que en América latina también salen a la calle para acoger el papa de turno. Se trata de la popularidad del papa como tal.

¿Qué responder a esos perplejos sociólogos y politólogos?

La respuesta es compleja. Envuelve factores psicosociales, ciertamente, pero el factor clave es el religioso. El olvido de la fuerza convocatoria del dinamismo religioso es la causa principal del desconcierto de los expertos. Por de pronto, el pueblo latinoamericano es más o menos Cristiano, y a todo cristiano le interesa compartir con el papa, y acoge la ocasión de hacerlo como algo extraordinario, una vez en la vida, que no puede perderse. Agreguemos a esto los rasgos propios del catolicismo “popular” latinoamericano. Un catolicismo expresivo, gustoso de actos comunitarios y multitudinarios. Un catolicismo de lo tangible y de lo simbólico. Y el papa (aparte de su contenido eclesiológico y doctrinal, que el pueblo a menudo no conoce) es un símbolo religioso viviente de primera magnitud. Un teólogo diría que es el sacramento de la unidad de la iglesia y de la sucesión apostólica; el pueblo lo ve en otros términos. En su intuición religiosa, el papa para él es el “hombre de Dios” por antonomasia, es la concentración de la religión y de lo sagrado.  “Ir a ver al papa” para él, es un sacramento; ello es coherente además con la tendencia itinerante de su práctica religiosa.

Al factor religioso, fundamental, hay que agregar otros factores, no siempre separables de él, dada a la unidad en la religiosidad Iberoamérica entre fe y cultura.

Ciertamente que no hay que menospreciar el elemento de novedad y contagio en el entusiasmo colectivo que siempre se produce en las visitas del sucesor de Pedro. Pero hay también otros factores más profundos en el pueblo latinoamericano y del tercer mundo en general. El papa es un líder religioso que habla al pueblo no solo de Dios, si no de sus vidas y problemas humanos, sociales y aun políticos.  En la escena contemporánea (mas en el tercer mundo) donde el discurso público y político a perdido crédito, donde la demagogia y la manipulación popular son rutina, y donde la corrupción en el mundo del poder es notoria, la presencia y la palabra del papa viene a ser (además de la consideraciones de fe) una corriente de aire fresco que trae verdad, autenticidad, y esperanza. Se verifica de alguna manera aquello del evangelio que “La ovejas reconocen a su pastor, y reconocen su palabra”… y los distingue de los falsos profetas y a aprovechadores del rebano.

De cierta manera, desde el ángulo sociopolítico, las multitudes que acuden al Papa (muchísimos de ellos pobres, marginados y oprimidos) están indirectamente protestando contras su líderes políticos, financieros y otros, y están expresándose en una experiencia de libertad y dignidad a las cuales aspiran.

¿Entiende el pueblo lo que el papa le dice? Seguramente no todo. Pero el pueblo es intuitivo y conoce con el corazón. Probablemente al ir al Santo Padre busca no tanto doctrina como inspiración religiosa y de liberación humana, y sobre todo una experiencia fuerte de Dios, de aquellas que se conservan para toda la vida, y que justifican, por sí mismas los arduos sacrificios de un viaje papal.



Interesante entrevista en exclusiva al Papa Francisco

¿Cómo se siente? ¿Por qué vive en Santa Marta? ¿Por qué ha renunciado al papa móvil blindado? Curia romana…y muchas más preguntas y respuestas.

 

jueves, 16 de mayo de 2013

Francisco, primer Papa latino, está despertando a los católicos latinos

Representantes de los católicos de origen latino en los Estados Unidos han podido vivir momentos de encuentro, oración y convivencia con el Papa Francisco, pues se han alojado en la Casa de Santa Marta, la actual residencia del pontífice.

Se trataba de algunos de los responsables y delegados de la Asociación Católica de Líderes Latinos (Catholic Association of Latino Leaders, CALL, http://www.hispanicleaders.net), fundados por el arzobispo de Los Angeles, monseñor José Gómez.

Estos católicos de origen hispano, residentes en Estados Unidos, han podido participar en la misa, o en otros momentos de convivencia junto al Papa Francisco,  que como como ha explicado en esta entrevista a Aleteia Mario Paredes, presidente emérito de la CALL, es el primer pontífice latino de la historia.

Mario Paredes, quien, además, es enlace de la Sociedad Bíblica Americana con la Iglesia católica y presidente de la Cámara de Comercio Norteamericana Chilena, recuerda que “hoy la Iglesia católica ha tomado nota de que la mitad del catolicismo radica” en el continente americano, amenazado hoy por la secularización.

Para Paredes, la elección del Papa Jorge Bergoglio implica, ante todo, la catolicidad de la Iglesia: “Tener un Papa latino en la sede de Pedro ya habla de por sí de la riqueza significa ser católico”.

En segundo lugar, el origen argentino de este Papa y el que sea hijo de inmigrantes, “confirma la realidad evangélica de lo que significa evangélicamente ser inmigrante, abrazar una nueva cultura, una nueva realidad”.

Por último, el espíritu profundamente religioso, sincero y espontáneo de este Papa, según Paredes, ayudará mucho a “cimentar la fe de los católicos”, en particular los hispanos.

“Muchos católicos que estaban de alguna manera apartados de la Iglesia, se replantearán su relación con la Iglesia, con su fe, y volverán a la Iglesia gracias a los gestos tan sencillos, tan humildes, pero a la vez tan evangélicos que muestra este Papa”, concluye Paredes.

Los siguientes son enlaces a entrevistas en video sobre este evento:

Haga clic aquí para ver algunas de las fotos de esta visita memorable.

jueves, 17 de enero de 2013

¡Año nuevo, vida nueva!


Llega el 2013. Un año más en el conteo de la historia de la humanidad. Un año más de nuestras historias personales, familiares y sociales. Otro año más de vida y con él una nueva oportunidad para evaluar, replantear, proyectar, empezar de nuevo.

Son muchos los desafíos que nos interpelan y que reclaman lo mejor de cada ser humano y de la humanidad entera para encontrar soluciones, para hacer de este espacio tiempo “un cielo nuevo y una tierra nueva”.

Los conflictos bélicos, las guerras entre naciones y las guerrillas internas, la inequidad económica y las grandes brechas entre los pueblos y hombres que lo tienen todo y de sobra y las inmensas mayorías que no tienen nada, la injusticia social con mil causas y manifestaciones, la desigual oportunidad de acceso a los beneficios sociales, la discriminación en tantos aspectos de la vida social, las fronteras, los movimientos migratorios, la crisis económica global, la corrupción administrativa en los gobiernos y en las empresas públicas y privadas, tantas evasiones en la juventud (drogas, sexo, fama, etc.) el derroche y despilfarro de unos pocos como afrenta a la miseria de tantos, el consumismo y el materialismo que ahogan e impiden una visión trascendente de la vida, el sin-sentido de la sociedad hedonista y pansexualista, la pérdida de valor de la vida humana, la primacía del tener sobre el ser y de lo material sobre las personas, la primacía de la ética y de la técnica sobre la ética y la moral, la búsqueda del poder a toda costa para oprimir y aplastar antes que para servir, el privilegio de la producción y acumulación de riquezas y de capital antes que la búsqueda de una economía mundial solidaria, humana, justa, equitativa y fraterna, el permanente daño a la naturaleza y al planeta, etc… son problemas globales que nos retan, nos interpelan y piden de cada ser humano y de los que nos llamamos “cristianos” respuestas prontas, adecuadas y razonables.

Los cristianos tenemos razones de sobra para celebrar el comienzo de otro año como una oportunidad única para hacer del mundo y de nuestra coyuntura histórica el espacio-tiempo en el que acontezca el reinado de Dios.

Reinado de Dios que sucede cuando deponemos nuestros caprichos e intereses para anteponer la voluntad de Dios que – vivida y enseñada por Jesús – consiste en que nos “amemos los unos a los otros”. Reinado de Dios que es posible cuando nos reconocemos hermanos, hijos del mismo Padre.

El refranero popular dice que “año nuevo: vida nueva”. Esta debería ser nuestra divisa, nuestro propósito, el de todos: el de ir edificando vidas “nuevas”, relaciones interpersonales y  entre pueblos y naciones “nuevas”, para la construcción de “nuevas” instituciones en sociedades “nuevas”.

Que la felicitación con los mejores deseos que por estos días nos ofrecemos nos comprometa a la construcción de un año verdadera, profunda y radicalmente nuevo a nivel personal, familiar y social. FELIZ Y BENDECIDO AÑO NUEVO 2013!