martes, 6 de marzo de 2018

Un lustro con el Papa Francisco

Tras la histórica y sorprendente decisión de renuncia al Pontificado que el entonces Papa – hoy emérito – Benedicto XVI le presentó al mundo y a la Iglesia Católica el 11 de febrero de 2013, se sucedieron el Cónclave para la elección del nuevo Papa de la Iglesia y la inauguración del nuevo Pontificado. Esta vez en cabeza de un Cardenal y Jesuita Latinoamericano llamado Jorge Mario Bergoglio, procedente de Argentina y quien, escogió el nombre de Francisco, como enseña de lo que sería, en adelante, su ministerio petrino y en homenaje del santo pobre de los pobres de Asís. 

Este próximo 13 de marzo se cumplirán, entonces, los cinco primeros años de la elección como Papa de Francisco y el 19 de marzo de 2018 los cinco años de la solemne inauguración del Pontificado del primer Papa Jesuita y Latinoamericano de la ya bimilenaria historia del papado en la Iglesia.

Han sido para la Iglesia y el mundo, quién lo duda, cinco años densos, llenos de sorpresas, de novedad, de remozamiento y de frescura. Cinco años en los que se han concretado los aires –también frescos – para la Iglesia y el mundo con los que soñaba el Papa Juan XXIII cuando sabia y felizmente convocó aquel 25 de enero de 1959 la celebración del Concilio Ecuménico Vaticano II. Aires frescos y de renovación para la Iglesia que nos han llegado con el ministerio del Papa Francisco gracias a su estilo. Porque como dijera el filósofo griego Protágoras: “El estilo es el hombre”. Y el estilo que Francisco le ha imprimido a su Pontificado tiene que ver con la esencia de su propia humanidad, de su vida cristiana, sacerdotal y jesuítica,  que me gustaría poder resumir en tres palabras: cercanía, humildad y misericordia. Mejor todavía, en una frase: el pontificado de Francisco ha sido un ministerio cercano, humilde y compasivo.

Cercano a las realidades que él mismo llama realidades periféricas tanto geográficas como existenciales de la humanidad, de la sociedad entera y de la mismísima comunidad eclesial. Realidades periféricas en las que viven y padecen los más necesitados de la luz del evangelio y del amor compasivo y misericordioso de Dios; amor del que deben ser portadores los discípulos de Cristo en Iglesia para todos los discriminados de mil maneras por credos, razas, procedencias, condición sexual, pobres entre los pobres, marginados, rechazados, empobrecidos, migrantes, divorciados, etc. Cercanía a las realidades de todos los hombres y mujeres del mundo con la que el Papa Francisco concretiza la nota de  catolicidad o universalidad de la Iglesia. Cercanía que, en Francisco, se convierte en diálogo y apertura a las realidades de todo el hombre y de todos los hombres.

Humilde, sencillo, transparente, abierto, franco, coherente, amigo. Así es la personalidad del hombre Jorge Mario Bergoglio y así vive y se manifiesta en todos sus hechos y palabras el Papa Francisco. Son muchos los gestos novedosos, austeros, refrescantes, inquietantes, proféticos y llenos de alegre y humilde significado evangélico que ha realizado Francisco a lo largo de este lustro al frente de la barca de Pedro. Gestos con los que – coherentenmente – acompaña su discurso: su reconocimiento como pecador y el reconocimiento permanente de los pecados de la Iglesia, su insistente petición para que recemos por él, el cambio de vivienda, el auto en el que se desplaza, su cercanía a enfermos y encarcelados lavando los pies en jueves santo, sus vestiduras y ornamentos, su presentación como el obispo de Roma, su reivindicación como un hombre del común y del pueblo, etc. Humilde cercanía reconocida por el mundo entero y plasmada  en cientos de portadas de las más importantes revistas del mundo.

Misericordioso: si algo caracteriza la revelación que del amor de Dios por el hombre hace Jesús de Nazaret es la compasión y la misericordia. Si algo caracteriza el ejercicio del ministerio de Pedro en el Papa Francisco es su insistencia y presencia misericordiosa en todos sus gestos y en toda su predicación. Tan característica es la misericordia en la vida y obra de Francisco que para celebrar los cincuenta años de la clausura del Concilio Vaticano II convocó a toda la Iglesia el 13 de marzo de 2015 a la celebración de un Año Santo extraordinario y Jubileo de la Misericordia.

Personalidad y cercanía humilde y compasiva que no le impide ni le resta autoridad, sabiduría, fuerza, determinación y coraje para liderar y enfrentar profundas reformas que urgen en el seno mismo de la Curia Vaticana y de la Iglesia Católica.

Esta cercanía humilde y compasiva de Francisco queda, por supuesto, plasmada y manifiesta en todas las obras de su Pontificado. Obras bien resumidas, en sus cientos de discursos, cartas, homilías, etc., y especialmente, en sus viajes pastorales y en sus documentos, entre los cuales sobresalen:

Las Cartas Encíclicas:
  • Laudato si (sobre el cuidado de la casa común) y 
  • Lumen Fidei (sobre la luz dela fe) y

Las Exhortaciones Apostólicas:
  • Amoris Laetitia (sobre el amor en la familia) y 
  • Evangelii Gaudium (sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual). 

No queda sino:
  • Celebrar y congratularnos, con enorme alegría y gozo cristiano, por las bendiciones que para el mundo y la Iglesia han significado estos cinco años de Pontificado de Francisco.
  • Pedir que sean muchos los años por venir en los que – al frente de la Iglesia – nos acompañe Francisco con su cercanía humilde y compasiva. 
  • Responder a su constante petición de rezar por él, para que Dios le conceda sabiduría, salud y fortaleza en su ministerio petrino. 
  • Seguirlo, escucharlo y procurar imitarlo en la autenticidad de su vida cristiana.

Y para bien de la Iglesia y del mundo: ¡AD MULTOS ANNOS PAPA FRANCISCO!





No hay comentarios: