miércoles, 21 de febrero de 2024

El estado de Nueva York lanza una nueva fase de innovación en Medicaid

Con un enfoque particular en la concientización de cómo los factores sociales pueden afectar la salud e insistiendo en abordar los Determinantes Sociales de la Salud, el gobierno federal aprobó una nueva Exención 1115 de Medicaid para el Estado de Nueva York, poniendo a disposición $6 mil millones para mejorar de diversas maneras la calidad de la atención a los pacientes de Medicaid. Oficialmente a partir de abril de 2024 y concluyendo el 31 de marzo de 2027, el nuevo programa de exención otorga una prima a la prestación de servicios de Necesidades Sociales Relacionadas con la Salud (HRSN, por sus siglas en inglés), a la que se le asigna casi la mitad del presupuesto.

La insistencia en tomar en cuenta los factores HRSN está en el centro de la visión de la exención de promover la equidad en la salud, reducir las disparidades y mejorar drásticamente la calidad de la atención médica financiada por Medicaid en todos los ámbitos, implementando mecanismos diseñados para operar a largo plazo en el sistema de Medicaid en el estado de Nueva York, incluyendo, especialmente, la inclusión oficial en Medicaid de un presupuesto para abordar problemáticas relacionadas con HRSN.

El programa proporcionará financiación que facilitará que los proveedores de atención primaria puedan involucrar a organizaciones comunitarias (CBO, por sus siglas en inglés) para encontrar soluciones a las necesidades sociales que están dañando la salud de la población. Tendrá un enfoque regional que señalará áreas que históricamente han experimentado disparidades en la salud y desvinculación del sistema de atención médica. La exención también exige la integración de la atención primaria, la salud conductual y la concientización sobre HRSN, particularmente en lo que respecta a los beneficiarios de Medicaid de alto riesgo, como los jóvenes, las mujeres embarazadas, las personas que luchan contra problemas de adicción y personas sin hogar por plazos extendidos. La exención prevé que las Redes de Atención Social (SCN, por sus siglas en inglés) supervisen la programación de HRSN, trabajando con proveedores locales de atención social.

La exención también incluye más de $690 millones que se gastarán en la fuerza laboral de atención médica del estado de Nueva York con el fin de estabilizar esta fuerza laboral, brindar capacitación y educación, y mejorar el acceso a servicios culturalmente competentes. La capacitación de la fuerza laboral, incluidos asistentes médicos, consejeros de salud mental y trabajadores de salud comunitarios, también incluirá la introducción de modelos de pago basado en el valor real, incluso cuando la exención exige un aumento en los pagos de honorarios por servicio. Algunos médicos que se inscriban en un compromiso de varios años para trabajar con pacientes de Medicaid recibirán el reembolso del préstamo estudiantil.

Una Organización Regional de Equidad en Salud (HERO, por sus siglas en inglés) recopilará datos y los analizará con el fin de diseñar fórmulas para reducir las disparidades en salud, así como apoyar la prestación de servicios HRSN. Esta entidad también explorará diferentes modelos de Atención Basada en el Valor Real que incluyan la cobertura de los servicios de HRSN.

SOMOS Community Care, una red de más de 2500 profesionales, la mayoría de ellos proveedores de atención primaria, que atiende a los pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York, aplaude la nueva exención 1115. Acoge con satisfacción el énfasis en la integración de los servicios de Necesidades Sociales Relacionadas con la Salud (HRSN) en la atención médica general como clave para superar las disparidades en la atención médica y crear equidad en la salud. De hecho, SOMOS ha seguido este modelo de atención médica desde que comenzó en 2014 como una entidad exigida por la anterior Exención 1115. Tal como está, SOMOS se reconoce a sí mismo en el modelo de la nueva exención. Esto es cierto en varias áreas clave.

Gracias al trabajo de los trabajadores comunitarios de la salud que visitan los hogares de los pacientes, los médicos tienen información sobre las condiciones sociales que afectan la vida de los pacientes. Los médicos de SOMOS ya han comenzado a comunicarse con las organizaciones comunitarias, tal y como lo exige la exención. Pero se hace necesario disponer de financiación adicional para la formación de los trabajadores comunitarios de la salud y del personal médico, así como de otros puestos clave. La inversión en fuerza laboral de la Exención es muy crucial.

 Y si bien se prevé que las Redes de Atención Social (SCN) organicen la programación de HRSN proporcionada por los proveedores locales de atención social, los pacientes que califican para dicha atención deben ser identificados primero por el médico de familia, pues quien mejor los conoce. También es concebible que consultorios médicos de SOMOS en el Bronx, Manhattan, Queens y Brooklyn formen sus propios mecanismos y redes para identificar y buscar ayuda para los pacientes que necesitan servicios HRSN. Todo indica que los proveedores médicos deben, junto con los expertos en atención social, participar de alguna manera en las redes de atención social.

SOMOS también ha sido pionero en el modelo de pago basado en el valor real. Su experiencia puede ser fructífera para los especialistas encargados de explorar estos modelos que serán clave en la rendición de cuentas a nivel estatal para mejorar la atención médica, el bienestar a largo plazo de los pacientes y la equidad en salud.

El objetivo fundamental de la exención es servir mejor a los pobres, los vulnerables y los más necesitados. Los médicos de SOMOS viven y trabajan en la comunidad, sus consultorios son accesibles para sus pacientes, y en muchos casos comparten una identidad cultural con ellos, lo que es más propicio para una relación sólida entre médico y paciente, un vínculo que juega un papel importante en la calidad de la atención. Los médicos de SOMOS han brindado una atención superior (médica, conductual y social) a sus pacientes, al tiempo que han ahorrado grandes sumas de dinero a los contribuyentes.

Es más, SOMOS ha operado como la única red de proveedores independientes en el estado. No cuenta con el respaldo de un conglomerado hospitalario. En su lugar, ha operado directamente en las trincheras. La nueva Exención 1115 promete un nuevo crecimiento, así como desafíos para SOMOS, y sus médicos y personal continuarán dándolo todo, como lo han hecho desde el comienzo de la reinvención de Medicaid.


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Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.

 

 

lunes, 12 de febrero de 2024

¡QUE NINGÚN ENFERMO ESTÉ SOLO!

El 13 de mayo de 1992, el entonces Papa Juan Pablo II, instituyó el 11 de febrero como el día para la Jornada Mundial del Enfermo, como una ocasión anual para la oración, reflexión y promoción por la asistencia y cuidado que – en el mundo entero – requieren todos quienes no gozan de buena y completa salud.

Desde entonces, el Papa anima cada año dicha Jornada con un Mensaje en el que nos alienta a vivir la vida con una mirada y actitud compasiva y misericordiosa – como la del mismo Jesús – hacia los hermanos que padecen algún tipo de enfermedad, hacia “los hermanos que sufren, visitados por el dolor en sus mil modos, hacia los que buscan en vano el porqué del sufrimiento humano y que preguntan ansiosamente cuándo y de dónde vendrá el consuelo” (Mensaje de clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II – A los pobres, a los enfermos y a todos los que sufren – 8 de diciembre 1965).

La salud es condición para la vida personal, familiar y social. Sin salud no hay vida plena, no hay “vida abundante” (Jn 101,10). La carencia de salud nos pone a todos en situación de necesidad, de fragilidad, de vulnerabilidad.

Tan importante es la salud para el ser humano, que – teológicamente hablando - la salvación de Dios para el hombre es sinónimo de salud. Por ello, los tiempos mesiánicos de la llegada de la salvación que Dios nos ofrece en su Hijo Jesucristo son anunciados, tanto en el Antiguo Testamento, como tiempos de salud en los que “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (Mt 11,4-6).

Por ello mismo, tan importante como el cuidado de la salud y la atención preferencial que han de tener – en toda sociedad – los enfermos, son importantes las instituciones y personas que se dedican al cuidado de la salud, mediante el ejercicio de la profesión médica.

Soy CEO de SOMOS Community Care: una red que coordina a más de dos mil quinientos médicos familiares, para proveer servicios de atención primaria a los más desfavorecidos en la ciudad de Nueva York. En esta organización médica trabajamos según una visión y misión humanista y desde una perspectiva del cuidado de la salud de manera integral y preventiva. Somos conscientes de la importancia del cuidado de la salud personal y colectiva y ponemos nuestros mejores esfuerzos para que nuestros recursos médicos, humanos y materiales, alcancen a quienes más los necesitan.

Por ello, entre otros proyectos de bienestar social ampliado, la Organización Médica SOMOS Community Care y la Fundación Doctor Ramon Tallaj, hemos implementado un sistema de becas para estudiantes con excelencia académica que, sin este apoyo, no podrían alcanzar la meta académica de terminar estudios en programas médicos y paramédicos.

El Mensaje del Papa Francisco para esta XXXII Jornada Mundial por el Enfermo, de este 11 de febrero del 2024, está inspirado en la cita bíblica “No conviene que el hombre esté solo” (Gn 2,18). Porque, dice el Papa, “nuestra vida… está llamada a realizarse plenamente en el dinamismo de las relaciones, de la amistad y del amor mutuo. Hemos sido creados para estar juntos, no solos. Y es precisamente porque este proyecto de comunión está inscrito en lo más profundo del corazón humano, que la experiencia del abandono y de la soledad nos asusta, es dolorosa e, incluso, inhumana. Y lo es aún más en tiempos de fragilidad, incertidumbre e inseguridad, provocadas, muchas veces, por la aparición de alguna enfermedad grave”. Por lo que el Papa nos convoca a todos a la solidaridad, a la cercanía con compasión y con ternura.

Una sociedad que abandona y olvida a los que sufren es, también, una sociedad enferma, necesitada de salud, de salvación. “Esta triste realidad es consecuencia sobre todo de la cultura del individualismo, que exalta el rendimiento a toda costa y cultiva el mito de la eficiencia, volviéndose indiferente e incluso despiadada cuando las personas ya no tienen la fuerza necesaria para seguir ese ritmo. Se convierte entonces en una cultura del descarte, en la que «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas…» (Carta enc. Fratelli tutti, 18).

Así pues, todos estamos llamados a vivir en el mandamiento del amor. Amor que, al mismo tiempo, sana a los enfermos, amor que sana y salva a quienes nos olvidamos de los hermanos en necesidad y de quienes cuidan y alivian – desde el campo de la medicina – a quienes sufren en centros hospitalarios.

Preguntémonos, además de orar, qué podemos hacer por aliviar las cargas de quienes más sufren en nuestra sociedad, cómo podemos hacer más llevadera la soledad de enfermos y ancianos, de qué manera podemos menguar el dolor de tantos hermanos que sufren y de tantas maneras, porque “no es bueno que el ser humano esté solo”.

 

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Mario J. Paredes es miembro de las Juntas de Directores de la Academia de Líderes Católicos de Latinoamericana y de la American Bible Society. El Sr. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York. 

 

 

viernes, 12 de enero de 2024

La manera inteligente de expandir Medicaid

Un experto es política fiscal rechaza la expansión de Medicaid en 40 estados, argumentando que la expansión del programa, que ya lleva diez años bajo la ley Obama Care, ha llevado a un crecimiento en el gasto federal y estatal sin una mejora real en la salud de los beneficiarios. En un artículo publicado en The Wall Street Journal, Brian Blase, presidente del Paragon Health Institute, elogia la decisión del estado de Florida de resistir el impulso político a la expansión del programa de Medicaid, afirmando que esa medida ya ha ahorrado a los contribuyentes casi $50 mil millones. Califica la expansión de Medicaid como "un aumento masivo del sistema de bienestar público".

Blase señala que, durante los primeros cuatro años de expansión de Medicaid, las tasas de mortalidad en los estados en expansión fueron más altas. Otro problema ha sido el pago a proveedores y entidades de seguros de salud, con un 20 por ciento de los pagos a nivel nacional realizados erróneamente por atención médica de pacientes no elegibles. Blase afirma que la investigación ha encontrado que, después de la expansión, los afiliados a Medicaid tenían un tercio menos de probabilidades de poder asistir a las citas médicas, lo que envió a los beneficiarios del programa a salas de emergencia (y camas de hospital) para recibir tratamientos costosos.

Blase afirma que, al mismo tiempo, el gasto de Medicaid en favor de los niños, así como de las personas con discapacidades, “se estancó”. Mientras tanto, en los estados en expansión, se gastó más en “adultos sanos y en edad laboral”. Medicaid, según el argumento, debería dar prioridad a “aquellos que más lo necesitan”. Tal como están las cosas, un “programa de Medicaid mucho más grande” no ha mejorado la salud.

No hay duda de que es necesario arreglar el programa Medicaid. El Medicaid tal y como funciona ahora sólo mejora marginalmente la salud de los beneficiarios. Un reconocido estudio realizado en Oregón en 2010 encontró que la salud de los beneficiarios prácticamente no mostraba beneficios en comparación con la salud de las personas sin cobertura de atención médica. Por ejemplo, no hubo diferencias en la prevalencia o el diagnóstico de hipertensión o niveles altos de colesterol ni en el uso de medicamentos para esta afección.

Sí, el Medicaid tradicional hace que sea un desafío para los beneficiarios encontrar médicos, desde médicos de atención primaria hasta especialistas. En muchos entornos, el paciente enfrenta una tarea laberíntica para construir incluso una relación rudimentaria con los médicos. Es más, un número cada vez mayor de médicos de Medicaid se muestran reacios a aceptar nuevos pacientes, dados los desafíos que plantean las tasas de pago de Medicaid, que, para empezar, son significativamente más bajas que los pagos realizados por Medicare y las aseguradoras privadas. Además, casi el 20 por ciento de los pagos adeudados de Medicaid no se pagan en su totalidad, una proporción mucho mayor que los saldos impagos de Medicare y los seguros privados.

El problema del pago necesita una solución urgente. Un desafío adicional es el gran número de reclamaciones fraudulentas realizadas por los médicos.

SOMOS, una red única de más de 2.500 médicos independientes en la ciudad de Nueva York, está abordando estas cuestiones fundamentales que plagan el programa de Medicaid y que validan la oposición de los críticos a la expansión del programa, sobre todo en lo que respecta a la calidad cuestionable de la atención de Medicaid. Estos médicos, la mayoría de los cuales son proveedores de atención primaria, atienden a más de 1 millón de los pacientes más vulnerables de la ciudad, muchos de los cuales son afroamericanos, asiático americanos e hispanos.

SOMOS comenzó como participante en una iniciativa innovadora de Medicaid, el programa de Reformas y Entregas de Pagos e Incentivos (DSRIP), lanzado por el Departamento de Salud del Estado de Nueva York en 2014. El programa estipula que los pagos a los médicos están vinculados a los resultados de salud de los pacientes a largo plazo. Cuanto mejor les vaya a los pacientes, mayor será la compensación para los proveedores. La fórmula, denominada atención basada en el valor real, incentiva a los proveedores a hacer todo lo posible para atender a sus pacientes.

SOMOS permite a sus médicos brindar la mejor atención posible. Un grupo de trabajadores comunitarios de salud son los ojos y oídos de los proveedores en la comunidad. Visitan los hogares de los pacientes, les recuerdan su régimen médico y evalúan las circunstancias sociales de la familia, los llamados Determinantes Sociales de la Salud que involucran, entre otros, factores como vivienda, nutrición y transporte.

 Los determinantes sociales afectan la salud física y mental y es necesario abordarlos como tales, algo que apenas comienza a hacerse en el universo de la atención médica de Estados Unidos. Definitivamente no forma parte del enfoque tradicional de Medicaid. Los médicos de SOMOS, por el contrario, conocen íntimamente a sus pacientes, lo que los coloca en condiciones de brindar atención integral, incluso con la participación de organizaciones comunitarias. El paciente se siente reconocido y confía realmente en el médico, que esempeña el papel del antiguo médico de familia, un líder comunitario de confianza. ¡Los médicos de SOMOS están sumamente motivados!

 La atención de calidad en el programa de Medicaid genera importantes ahorros para los contribuyentes, lo que debería complacer al Sr. Blase. SOMOS ahorró a los contribuyentes del estado de Nueva York $330 millones al reducir en un 25 por ciento las visitas innecesarias a la sala de emergencias y las hospitalizaciones. Esto fue posible gracias a intervenciones oportunas y, por ejemplo, a no dejar que condiciones como la diabetes y la hipertensión se salieran de control.

 SOMOS ha demostrado que es posible una reforma significativa de Medicaid. Un programa en el que la atención superior y el ahorro de costos vayan de la mano allana el camino para una expansión responsable de Medicaid.

 

Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.

 

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jueves, 28 de diciembre de 2023

jueves, 21 de diciembre de 2023

Las Lecciones de Dios en Navidad


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lunes, 18 de diciembre de 2023

Es necesario frenar los precios excesivos de los medicamentos

La industria farmacéutica está fuera de control. Esa es la conclusión de un artículo reciente en la New York Review of Books (NYRB, por sus siglas en inglés). Un ejemplo de ello es Moderna, fabricante de una vacuna contra el COVID-19. El gobierno federal pagó a la empresa 2.480 millones de dólares para desarrollar una vacuna y compró millones de dosis a 26 dólares cada una. Con el fin de la financiación gubernamental a la vista, la empresa anunció que produciría una vacuna actualizada a 130 dólares por dosis. El público estaba indignado.

 El artículo de la NYRB presenta una “acusación contra las compañías farmacéuticas estadounidenses y el gobierno federal por privilegiar con demasiada frecuencia las ganancias sobre la salud, y contra las universidades de investigación, los profesionales médicos y los filántropos que han sido profundamente cómplices de ellos”.

 Las cosas empezaron a ir mal después de la Segunda Guerra Mundial, cuando “la industria farmacéutica, con la ayuda del gobierno federal y fundaciones filantrópicas... produjo un enorme arsenal de medicamentos contra una variedad de enfermedades y trastornos terribles”, pero “también maximizó resueltamente las ganancias mediante el aumento de precios, el bloqueo de la disponibilidad de medicamentos genéricos más baratos y la explotación de los sistemas regulatorios y de patentes para acosar y reprimir la competencia”.

 Parte del problema ha sido el uso de patentes, que “permitieron enormes márgenes de precios, generando grandes márgenes de ganancias corporativas” … “el doble y a menudo el triple de los que se genera en otros sectores manufactureros”. La intención original de conceder patentes era garantizar que las empresas pusieran los medicamentos "a disposición del público en 'condiciones razonables'". Las importantes reformas propuestas a las prácticas de patentes han sido anuladas.

 La industria logró alargar la vida de las patentes más allá del límite de 17 años, elevándola a 20 años. Y las patentes serían aún más largas con la introducción de versiones ligeramente modificadas del medicamento en cuestión, un "proceso llamado evergreening". Sin aportar pruebas, las farmacéuticas argumentaron que eran necesarios precios más altos para cubrir “los costos de desarrollo, incluida la investigación, los ensayos clínicos y los fracasos”.

 Un caso notorio fue el fármaco ATZ, el primer tratamiento contra el SIDA. Llegó al mercado en 1987 a un costo de 10.000 dólares por suministro para un año. La presión pública obligó al fabricante, Burroughs Wellcome, a bajar el precio a 8.000 dólares al año. No hizo mella en las ganancias de la empresa, con ventas de más de mil millones de dólares en 1991.

 En general, la industria luchó duramente contra la introducción de medicamentos genéricos mucho más baratos, declarándolos “falsificados”. En 1970, la industria farmacéutica presionó con éxito para que se introdujeran leyes en los 50 estados que prohibieran a los farmacéuticos dispensar medicamentos más asequibles. (A mediados de los años 70, una coalición de AARP (Asociación Americana de Personas Retiradas), sindicatos organizados y grupos de consumidores anuló estas leyes en 40 estados). Las compañías farmacéuticas también resisten con éxito un llamado de las naciones pobres para permitir la producción de vacunas genéricas contra el COVID-19 que salvan vidas.

El alto costo de los medicamentos es una cruda realidad que enfrenta SOMOS Community Care, una red de más de 2.500 médicos independientes que atienden a aproximadamente 1 millón de los pacientes de Medicaid más vulnerables de la ciudad de Nueva York. Los precios de los medicamentos en Estados Unidos son cuatro veces más altos que los precios en otras sociedades adineradas. Muchos pacientes de bajos ingresos, que luchan por pagar los medicamentos que necesitan incluso con Medicaid, dejan de tomar pastillas o renuncian a sus dosis por completo, poniendo en riesgo su salud. A veces también hay escasez de medicamentos, lo que deja a los médicos y a sus pacientes en desventaja. Y a eso hay que añadir que, en ocasiones, las compañías de seguros no cubrirán ciertos medicamentos.

 El monopolio del que disfruta la industria farmacéutica, propensa a la corrupción, es una injusticia flagrante que perjudica a los pobres, negándoles medicamentos vitales. Es una práctica opuesta a la vocación superior de las empresas de servir al bienestar de la sociedad. La industria debe reformarse y considerar su programa de investigación y desarrollo, ya que el alto costo de los medicamentos tiene otra cara: la saturación del mercado que infunde en el público la necesidad de consumir cada vez más medicamentos.

 Hay un rayo de esperanza ya que el gobierno de EE. UU. ha puesto en marcha una negociación con la industria farmacéutica para reducir los precios de 10 medicamentos que toman los afiliados de Medicare y están cubiertos por la Parte D de Medicare. En 2022, los miembros de Medicare pagaron un total de $3.400 millones por estos medicamentos que se utilizan para tratar la diabetes, la insuficiencia cardíaca, los coágulos sanguíneos y los trastornos autoinmunes, afecciones que afectan desproporcionadamente a las mujeres, las comunidades de color y las personas de las zonas rurales. Unos nueve millones de personas toman estos medicamentos, que han generado 493 mil millones de dólares en ingresos globales para las compañías farmacéuticas.

 Ahora, por fin, el gobierno federal está ejerciendo cierta presión sobre la industria para que reduzca sus precios, tal como es la práctica habitual en otras naciones industrializadas. La medida es parte de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, promulgada por el presidente Biden. No sorprende que una coalición de compañías farmacéuticas y grupos de presión de la industria hayan presentado demandas encaminadas a obligar al gobierno de Estados Unidos a detener su intento de seguir adelante con las negociaciones, a pesar de que nueve compañías han acordado sentarse con negociadores federales. Afortunadamente, parece que las demandas tendrán poco éxito. Las negociaciones pueden marcar el comienzo de un cambio real.


Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.


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