miércoles, 29 de diciembre de 2021

miércoles, 22 de diciembre de 2021

miércoles, 1 de diciembre de 2021

lunes, 22 de noviembre de 2021

viernes, 24 de septiembre de 2021

viernes, 2 de julio de 2021

lunes, 24 de mayo de 2021

¡FUNDAMENTALMENTE IGUALES!

 


La situación de millones de hombres y mujeres, de ancianos, jóvenes y niños que, en el mundo de hoy, se ven obligados o son forzados a dejar sus lugares de origen, sus pueblos o naciones, por muchas y muy variadas causas (conflictos, violencia, corrupción administrativa, desempleo, desastres naturales, persecución política, etc.) para migrar y refugiarse en otros lugares de la tierra, en busca de mejores condiciones de vida, es un signo de nuestros tiempos que clama al cielo y que se convierte en una vergüenza para la humanidad, porque – en la inmensa mayoría de los casos – los gobiernos de las naciones tanto de origen como de destino de las oleadas migratorias no han encontrado ni dado soluciones dignas, humanas y definitivas al grave problema humanitario que el fenómeno representa. 

Diríamos que éste es, si no el mayor, uno de los mayores y peores dramas que la humanidad hoy enfrenta en muchos rincones del planeta. Estados Unidos no escapa a este fenómeno. Muy por el contrario, esta nación – durante toda su historia - es uno de los principales puntos de atracción para grandes oleadas migratorias.

El Papa Francisco, quien desde el primer día de su Pontificado ha mostrado gran sensibilidad humana, enorme preocupación e interés por el tema y por la grave situación de los migrantes en el mundo, nos ha enseñado, con una enorme cantidad de mensajes e intervenciones al respecto, que para enfrentar y darle humana y adecuada solución al problema, hemos de solucionar, primero, nuestros miedos y prejuicios, nuestras intolerancias y muros interiores, para – entonces sí - abrirnos en compasión y amor a todos, para ser capaces de empatía con nuestros semejantes, para ser capaces de respeto, justicia y misericordia con todos los seres humanos, con los  fundamentalmente iguales en todo a nosotros, para ser capaces de no excluir y no discriminar a nadie y de poner de primeros a los últimos, de crear espacios de dignidad para los “descartados” y los que más sufren en nuestras sociedades, para ser capaces de construir el mundo como una gran mesa y la tierra como nuestra casa, la casa de todos. 

Son ya más de tres décadas, el tiempo que llevamos en esta nación propugnando por una solución radical y definitiva al tema de la inmigración indocumentada, compuesta por millones de hombres y de mujeres que, por ese mismo tiempo y más décadas, arriban en este país, buscando mejores condiciones de vida para su presente, su futuro y el de los suyos, aquí y en sus lugares de origen, aportando con su trabajo al desarrollo y progreso de esta gran nación. 

Pero, a falta de regulación y documentación que les permita vivir y ejercer como ciudadanos, con todos sus derechos humanos y civiles amparados por la ley y la constitución, se ven forzados a vivir en la sombra, como en un sub-mundo, en una sub-cultura, en la que millones de hombres, mujeres y familias enteras de migrantes indocumentados viven sometidos a la incertidumbre, a abusos, persecuciones, discriminaciones, explotación laboral, marginación social, faltas de oportunidades y de libre acceso a los beneficios sociales, a toda clase de injusticias y violencias, etc. 

Estados Unidos ha sido – al mismo tiempo y por décadas, para el mundo - ejemplo de democracia, por el respeto a la ley y a los derechos humanos. El panorama antes descrito, sobre la situación en que viven millones de indocumentados en este país, a todas luces inhumana, desigual e injusta, es hipócrita, riñe y contradice los principios fundantes de esta nación y de la Constitución que nos rige. Por ello urge – sin más treguas ni dilaciones - una solución humana, digna, razonable, concertada, integral, definitiva y pronta. Continuar sin solucionar este tema político-social de tanta envergadura, significa postergar una situación insostenible por inhumana, aplazar condiciones de vida digna para millones y diferir la vergüenza nacional que tal situación significa para esta nación y ante los ojos del mundo. 

Todos los partidos y gobiernos que en las últimas décadas han dirigido la vida de esta nación han hablado del tema migratorio como un asunto prioritario en el plano electoral, económico, cultural, político y social. Pero la solución no ha llegado. No llega. Es verdad que se trata de un tema de enorme complejidad por las muchas aristas y dimensiones que contiene e implica: porque – de parte de los políticos – se convirtió en un tema popular y de oportunismo y conveniencia electorera que hay que mantener vigente. 

De parte de los empleadores, no les convienen soluciones legales que les obligarían a pagar más y lo justo a sus empleados. De parte del pueblo norteamericano, son muchos los miedos y prejuicios (complejos de superioridad o de inferioridad, prejuicios raciales y culturales, temores laborales) que posibilitan rechazo y discriminación en vez de aceptación y acogida.

De parte de los inmigrantes indocumentados, porque olvidan lo importante por solucionar lo urgente: por dar solución inmediata a sus necesidades económicas abandonan luchas más importantes para sus mejores condiciones de vida a largo plazo y convierten su estancia en el país en un aprovechamiento económico en vez de una integración con la nueva nación que los acoge. De parte de los gobernantes de las naciones-origen de la migración: una solución definitiva en Estados Unidos para sus poblaciones migrantes les soluciona y aliviana su negligencia y corrupción administrativa.

Pero, precisamente, esta complejidad del tema en cuestión desafía nuestra grandeza como nación para que, entre todos, mediante un dialogo franco, abierto y un consenso nacional, seamos capaces de encontrar una solución humana, digna e integral. Solución para todo y para todos. Solución para la totalidad de las dimensiones humanas de cada persona migrante indocumentada (vivienda, educación, empleo, integración política social y cultural a la sociedad norteamericana, etc.) de sus familias y de todos los migrantes provenientes de las más diversas naciones, presentes en este país.

La inmensa mayoría de los migrantes indocumentados en los que aquí pienso son mujeres y hombres nobles y buenos, trabajadores abnegados, merecedores de mejor vida, que pasaron la frontera o se quedaron a vivir en este país, desde hace muchos años, sin la documentación requerida; hombres y mujeres que pagan impuestos, pero no ven retribuidos sus esfuerzos y aportes al progreso de la nación con leyes y beneficios sociales. Con todo, prefieren soportar los nuevos abusos a los que los somete nuestro país antes que volver a las peores condiciones de vida que abandonaron. Y como en toda sociedad y comunidad humana hay también – cómo negarlo - una inmensa minoría entre ellos que a su situación de indocumentados suman la situación de ilegales por infracciones a las leyes o crímenes que cometen. 

Urge pues, lo repito, atención real de toda la nación a este grave problema. Urge legalizar la situación de millones de indocumentados en los Estados Unidos. Todo abuso, inequidad e injusticia que a este respecto continúe ocurriendo en nuestro suelo nos recordará que no hemos sido capaces, que no lo hemos hecho bien y que nuestros líderes, políticos y gobernantes no estuvieron ni están a la altura de las circunstancias y de las exigencias de nuestra vida como nación. Urgen menos protestas y más propuestas.

Urge el concurso de todos para superar – de una vez por todas – esta mancha y vergüenza de nuestro ser y quehacer como pueblo norteamericano. Estados Unidos no puede continuar siendo una nación con habitantes de primera, quinta y última categoría. Urge que todos los habitantes de los Estados Unidos, fundamentalmente iguales, vivamos en equidad y justicia, por la igualdad de condiciones de vida para todos y de acceso a los mismos beneficios y oportunidades sociales.


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care: una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría, de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York.

viernes, 21 de mayo de 2021

Un llamado en favor de los migrantes y refugiados

 

EL PAPA FRANCISCO HA URGIDO A LOS LÍDERES MUNDIALES y a los pueblos que gobiernan para que abran sus corazones de cara a los extranjeros que ya están entre ellos o ante quienes buscan entrar desesperadamente a sus países. En este mensaje dirigido durante la celebración del 107 Día Mundial de los Migrantes y Refugiados —que se celebrará el 26 de septiembre de 2021—, el Pontífice presentó su visión sobre un mundo donde “todos los pueblos se encuentran unidos en paz y concordia, celebrando las bondades de Dios y las maravillas de la creación”.

El Papa indica ahí que “debemos esforzarnos todos para derribar los muros que nos separan y construir puentes que favorezcan la cultura del encuentro, conscientes de la intima interconexión que existe entre nosotros. En esta perspectiva, las migraciones  contemporáneas  nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno. Entonces, si lo queremos, podemos transformar las fronteras en lugares privilegiados de encuentro, donde puede florecer el milagro de un nosotros cada vez más grande”.

“Transformar las fronteras en lugares privilegiados de encuentro” entraña una poderosa convocatoria para humanizar la política migratoria de Estados Unidos y alejarla del legalismo que solo protege a estrechos intereses políticos y económicos a costa del sufrimiento de millones de hombres, mujeres y niños. Desde luego, la perspectiva del Papa sobre esta compleja realidad nos obliga a elevar nuestras propias miras. Pero es que algo debe hacerse para empezar a paliar el sufrimiento generalizado de quienes buscan acceder a Estados Unidos al huir de gobiernos tiranos, de la violencia, el hambre o la pobreza. 

Primero y ante todo, una reforma migratoria que intente, aun modestamente, reflejar la visión papal deberá ser necesariamente una iniciativa bipartita. Actualmente, este asunto es como un juego de fútbol político donde ambos partidos se oponen a una reforma genuina y de largo alcance no bien esta prometería hacerle ganar muchos votos al partido que impulse ese cambio. La administración Biden está haciendo algunos cambios oportunos a las políticas de la era Trump, pero aun así, se está quedando corta en el propósito de transformar el sistema. Un cambio verdadero debiera poner de relieve y reconocer el drama humano que —aquí y en todo el mundo— obliga a los refugiados y los migrantes a tomar enormes riesgos en busca de seguridad y prosperidad. 

La política de inmigración de Estados Unidos sigue siendo una suerte de mosaico, mientras que lo que se requiere urgentemente es una visión holística, integral. Lo que se necesita, en efecto, es una revisión profunda de este sistema, capaz de proporcionar tranquilidad a los millones que hoy viven en el miedo y la oscuridad, que sufren abusos y maltratos. 

Deben debatirse abiertamente y sin restricciones algunas verdades dolorosas. Como el hecho de que el racismo es uno de los factores clave que obstruyen el cambio. Tanto en la cúpula como en la base de la pirámide política y social, existen prejuicios contra las personas de color y de orígenes culturales distintos al hegemónico. Algunos de estos prejuicios se manifiestan —tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo— a través de lo que el papa Francisco llama “nacionalismos cerrados y agresivos”. 

Además, persiste el mito de que los inmigrantes, legales e indocumentados, les arrebatan los empleos a los ciudadanos estadounidenses. La verdad es que el trabajo que hacen estos recién llegados —limpiar casas y oficinas, lavar platos y otros empleos duros y de bajo ingreso—es despreciado y rechazado por los estadounidenses. Esto también es cierto para el trabajo que trae a muchos otros trabajadores a este país: el trabajo agotador que se precisa para cultivar la tierra. A falta de alternativas, estos trabajadores agrícolas se quedan cuando vencen sus permisos de trabajo, y entonces, acaban en condiciones de servidumbre, sin ningún estatus legal que los proteja. Asimismo, no debe olvidarse el hecho de que casi todos los trabajadores  indocumentados —tan vulnerables y expuestos a la explotación— ¡pagan impuestos! 

Conforme a información oficial, hay alrededor de 10.5 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, pero el total real debe ser mucho mayor. Además, hay millones de jóvenes que  nacieron aquí y sus padres son indocumentados o que llegaron aquí siendo niños. Muchos de esos jóvenes han llegado a la universidad. Pero a causa del estatus migratorio de sus padres, carecen de la documentación exigida para poder integrarse completamente a la sociedad estadounidense. En  consecuencia, están en riesgo de ser deportados, enviados a “casa” en un país donde nunca han vivido o del que salieron cuando eran niños.

Dejando de lado a las multitudes que claman en nuestra frontera sur para que se les autorice entrar, estos jóvenes, al igual que sus padres, ruegan quedarse en Estados Unidos.  Evidentemente, se trata de un claro caso de injusticia. Las autoridades migratorias de Estados Unidos debieran ofrecerles a ambas generaciones una vía hacia la ciudadanía que no tarde 10 o 20 años. Tal y como están las cosas, se les ha condenado a vivir en la sombra sin ningún derecho durante muchos años. 

Al ser una nación fundada en principios judeocristianos, nos corresponde promover políticas que respeten la dignidad humana de todos los que buscan refugio en Estados Unidos. Necesitamos leyes que reconozcan la humanidad común que nos vincula a todos, sin importar el color de la piel, el estatus socioeconómico o la condición legal de cada cual. La Tierra, ha dicho el papa Francisco, es nuestro “hogar común”. 

Asimismo, nos ha convocado a crear “compromiso personal y colectivo, que se hace cargo de todos los hermanos y hermanas que seguirán sufriendo mientras tratamos de lograr un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo. Un compromiso que no hace distinción entre autóctonos y extranjeros, entre residentes y huéspedes, porque se trata de un tesoro común, de cuyo cuidado, así como de cuyos beneficios, nadie debe quedar excluido”. 

He aquí una perspectiva para una auténtica reforma migratoria. Al final, como ha dicho el Pontífice: “somos como granos de arena, todos distintos y únicos, pero que juntos pueden formar una hermosa playa, una verdadera obra de arte”. 


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care: una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría, de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York

jueves, 13 de mayo de 2021

El futuro del sistema público de salud depende del Pago Basado en el Valor Real


 

UNA NUEVA PERSPECTIVA PARA EJERCER EL GASTO DEL MEDICAID está a nuestro alcance. Cuyo objetivo es transformar el sistema público de salud en beneficio de los pacientes más pobres de Estados Unidos. Este concepto innovador aún debe darse a conocer masivamente, pero el sector salud ya tiene conocimiento de que las autoridades médicas, tanto a nivel federal como estatal, están dispuestas a adoptar el Pago Basado en el Valor Real (VBP) o Pago-por-desempeño. 

Se trata de una fórmula radicalmente distinta para calcular el nivel de remuneración de los médicos que atienden a los pacientes más vulnerables: los médicos obtienen mayores ingresos por sus servicios profesionales cuando los pacientes que atienden muestran una mejoría en su estado de salud a largo plazo. Dicho de manera más simple, se recompensa a los médicos por darles a sus pacientes el mejor cuidado y atención: y, de esta forma, se generan ahorros para los contribuyentes gracias a que los pacientes se mantienen lejos de las costosas salas de urgencias y de las onerosas hospitalizaciones.

El VBP contrasta radicalmente con el modelo tradicional de compensaciones del Medicaid, bajo el cual se les paga a los médicos por cada transacción que realizan de manera discrecional —una consulta o un examen clínico, por ejemplo—, servicios médicos que rara vez, o nunca, se integran a un paquete de atención preventiva o de carácter holístico. Una atención superior de esta naturaleza es precisamente el núcleo del VBP que impulsa la reforma del sistema público de salud. Esta nueva fórmula toma en consideración todas las necesidades de los pacientes; no solo las médicas, sino también las psicológicas y sociales, y la atención brindada en todos estos frentes es coordinada de manera cuidadosa. 

La atención médica basada en el VBP también supone una recepción inmediata y cálida del paciente, a diferencia del Medicaid tradicional, donde se somete al paciente a un complejo sistema laberíntico que, en definitiva, no es fácil de transitar para los usuarios. Asimismo, mientras que el modelo tradicional de remuneración del Medicaid es proclive al desperdicio y al fraude; la eficacia y el éxito de la fórmula del VBP han quedado suficientemente demostrados a partir de la cuidadosa e integral actualización de los Registros Médicos Electrónicos mediante los cuales es posible constatar sustancialmente el bienestar de los pacientes en el largo plazo.

La fórmula del VBP coloca a los médicos primarios (PCPs) en el puesto de mando. Son estos médicos comunitarios quienes se ubican en las primeras líneas desde donde les es posible proporcionar una atención de calidad a los miembros más vulnerables de la sociedad; además, suelen ser su primer punto de contacto para acceder a los servicios del sistema público de salud. Por lo mismo, al adoptar el modelo de remuneración del VBP, estos médicos se colocan en una posición idónea para poder ser una eficaz puerta de acceso para que sus pacientes gocen de servicios médicos de calidad. 

Tal ha sido la experiencia de SOMOS Community Care: una red de 2,500 médicos comunitarios, en su mayoría PCPs, todos ellos capaces de ofrecer una atención médica superior a un millón de los pacientes más vulnerables de la Ciudad de Nueva York, sobre todo de origen hispano, asiático y afroamericano. En 2014, SOMOS se sumó al Sistema de Proveedores de Prestaciones que operaba bajo los lineamientos del programa de la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP) del Estado de Nueva York, y en cuyo núcleo se halla el VBP. Esta organización médica desarrolló el concepto de los Médicos Primarios de Vecindario, mediante el cual se pretendía reinventar, reivindicar y restaurar el papel del PCP como un líder confiable y efectivo operacionalmente dentro de su comunidad. 

Los médicos de SOMOS trabajan estrechamente con los Trabajadores Comunitarios de la Salud (CHWs), quienes son los encargados de realizar visitas domiciliarias a los pacientes para así atestiguar de primera mano las condiciones sociales que los determinan —como niveles de pobreza, grados insatisfactorios de higiene y empleo—, y las cuales pueden influir gravemente en su estado de salud. A tales factores no-médicos se les conoce como Determinantes Sociales de la Salud, y al tomarlos en cuenta, la atención basada en el VBP adquiere una dimensión crucial. Así, los PCPs logran obtener un panorama próximo e integral de las necesidades de sus pacientes; y dicho conocimiento es sustancial para lograr establecer una relación de confianza entre el paciente y el médico. Asimismo, esta dimensión personal dista mucho del carácter relativamente impersonal que se establece entre el médico y el paciente a través del tradicional sistema del Medicaid. Para los médicos de SOMOS, el hecho de compartir muchas de las raíces culturales de sus pacientes ayuda a fortalecer su vínculo con ellos.

Los consultorios de SOMOS han sido catalogados como Hogares Médicos Centrados en el Paciente: un punto de acceso sin restricciones para que el paciente pueda obtener un amplio espectro de servicios médicos, en donde el PCP es capaz de coordinar las distintas formas de la atención médica. El médico y su personal de apoyo son responsables de actualizar, tal como se indicó antes, los Registros Médicos Electrónicos, siempre de manera precisa e integral; estos registros muestran la manera en que SOMOS logra mejorar el estado de salud de los pacientes, y estos datos son evaluados posteriormente por el Departamento de Salud del Estado de Nueva York.

Esta información también es útil para mostrar la manera en que este servicio médico de calidad logra traducirse en ahorros fiscales en beneficio de los contribuyentes neoyorquinos. A la fecha, SOMOS ha logrado ahorrar más de $330 millones de dólares del financiamiento del Medicaid al reducir en más de 35 por ciento las visitas a las salas de urgencias y las admisiones o readmisiones hospitalarias.

Es muy difícil no reconocer los enormes avances que se han logrado obtener gracias a la implementación de la fórmula del VBP, más aún cuando esta es capaz de sumar servicios médicos de calidad, mejores ingresos para los médicos y un mayor grado de libertad para que los mismos puedan ejercer su profesión médica, sin olvidar los grandes ahorros fiscales que de esta forma se generan en beneficio de los contribuyentes. A pesar de ello, aún hay muchos y muy influyentes actores del sector salud que no son adeptos al modelo del VBP; entre ellos, sobresalen los sistemas hospitalarios y las grandes organizaciones médicas aún renuentes a adoptar este modelo. Quienes rehúsan este modelo prefieren controlar sin restricciones los ingresos de los médicos y obligarlos a firmar contratos con sus respectivas corporaciones médicas. Los médicos de SOMOS —que siguen siendo propietarios de sus consultorios— deben firmar contratos para comprometerse a operar bajo las regulaciones de la fórmula del VBP y a renunciar a la compensación basada en los servicios discrecionales que pudieran ofrecer. 

Ninguna duda puede caber sobre el hecho de que el Pago Basado en el Valor Real llegó para quedarse. Más allá del Medicaid, este modelo puede aplicarse claramente también al propio Medicaid. Asimismo, la evidencia de que mediante este modelo es posible proporcionar una mejor atención médica y, al mismo tiempo, reducir los costos hospitalarios en el largo plazo —incluso si llegaran a incrementarse las remuneraciones de los médicos—, todo haría pensar que para las propias compañías aseguradoras tendría sentido apoyar esta fórmula innovadora. Para ello se requerirá, desde luego, tener confianza en el nuevo modelo y alejarse de las fórmulas basadas en el afán de lucro. De esta manera, todos los participantes —pacientes, médicos y financiadores, públicos o privados— podrían beneficiarse. 


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care: una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría, de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York.

sábado, 3 de abril de 2021

miércoles, 31 de marzo de 2021

LA RED MÉDICA DE SOMOS SE SUMA A LA CAMPAÑA DE VACUNACIÓN

 


EL GOBERNADOR DE NUEVA YORK, ANDREW CUOMO, autorizó que una red de médicos independientes de la Ciudad de Nueva York se sume a la campaña de vacunación contra el coronavirus. Los beneficiarios de esta campaña serán, principalmente, los residentes más marginados de la ciudad, casi todos pertenecientes a comunidades de inmigrantes, y quienes hasta ahora no han podido acceder a la aplicación de las vacunas. 

SOMOS Community Care es una red conformada por 2,500 médicos —en su mayoría, médicos primarios que atienden a un millón de pacientes de origen hispano, asiático y afroamericano—, y quienes serán responsables de aplicar al menos un millón de estas vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2.

Durante la conferencia de prensa que se llevó a cabo el 26 de marzo de 2021, el gobernador Cuomo anunció en el Bronx que “el gobierno le proporcionará directamente las vacunas a SOMOS para que las apliquen en los brazos que más las necesiten, en los barrios más alejados de nuestra comunidad”. En este sentido, el gobernador reconoció que la campaña de vacunación emprendida en la Ciudad de Nueva York no ha sido capaz, hasta ahora, de incorporar a las minorías étnicas más marginadas de la ciudad. 

“Debemos vacunar equitativamente a la población”, reconoció el gobernador Cuomo, al tiempo que admitió que, aunque un 27 por ciento de la población urbana de NYC es de origen afroamericano, apenas se ha logrado vacunar a un 19 por ciento de esa población; en contraste con el 53 por ciento de origen europeo o blanco que conforma la ciudad, y que ya ha sido vacunado hasta en más de 55 por ciento. 

En principio, 75 consultorios de médicos de SOMOS empezarán a aplicar las vacunas en la próximas semanas; 100 consultorios más se incorporarán conforme a la disponibilidad de vacunas. En cualquier caso, los pacientes podrán agendar una cita con SOMOS (somosvacunas.com), consultar a su médico de cabecera y vacunarse en el mismo consultorio.

A la fecha, el Gobierno del Estado de Nueva York ha basado sus esfuerzos de inmunización en los sistemas hospitalarios y en otras instalaciones médicas. Sin embargo, esas plataformas corporativas dificultan la viabilidad y el contacto con los pacientes de escasos recursos, sobre todo con las minorías étnicas. Peor aún, bajo ese esquema, los afroamericanos e hispanos, tal como resaltó el gobernador, “confían muy poco en el sistema”, y tienen serias dudas sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas.

Los médicos de SOMOS pueden aprovechar la relación que han logrado establecer con sus pacientes para potenciar ese sólido vínculo de confianza y seguridad, y motivarlos para que acepten vacunarse. Esa estrecha relación médico-paciente —en donde el doctor desempeña el papel del médico de cabecera de antaño— depende de varios factores:

Casi todos los médicos de SOMOS hablan la misma lengua y comparten las mismas raíces culturales de las personas que atienden en las comunidades donde trabajan. Esta competencia cultural es un factor clave, comprobado fehacientemente, para la óptima comprensión de las necesidades de los pacientes por parte de los médicos.

Asimismo, la red de SOMOS apoya y valora la contribución de los Trabajadores Comunitarios de la Salud, quienes realizan visitas domiciliarias para recordarles a los pacientes sus citas médicas y, también, para evaluar las circunstancias domésticas que pueden influir en la salud de las personas. Entre estas, se hallan los Determinantes Sociales de la Salud : problemas de hacinamiento o deficiencias en la calidad de la vivienda, desempleo, asuntos judiciales, etc. Los médicos de SOMOS colaboran estrechamente con organizaciones comunitarias que atienden algunas de estas circunstancias.  

Los médicos de SOMOS también integran cuidadosamente los aspectos relativos a la salud mental al prescribir el tratamiento general de cada paciente. En resumen, los consultorios médicos de SOMOS son una puerta por la cual los pacientes pueden acceder a una atención médica integral, holística y de alta calidad, y obtener mejores resultados en su estado de salud en el largo plazo; por su parte, a los médicos se les retribuye en justa compensación, obteniendo una mayor remuneración en la medida que sus pacientes mejoren, por ejemplo, al alejarlos de las costosas hospitalizaciones. SOMOS ha venido funcionando con base en el sistema del Pago Basado en el Valor Real, el cual recompensa la atención médica de calidad, en contraste con la fórmula del pago transaccional en que se basa el modelo tradicional del Medicaid, tan proclive al despilfarro y al fraude. 

SOMOS inició sus operaciones gracias a la autorización que el gobernador Cuomo le concedió en 2014 para que participara dentro de la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP). Este programa estuvo vigente hasta 2020 y sirvió de base para que SOMOS pudiera ofrecer servicios médicos de alta calidad a los residentes menos favorecidos de la Ciudad de Nueva York. Ahora, ha comenzado un nuevo capítulo en la labor humanitaria de SOMOS en favor de los neoyorquinos más vulnerables, esta vez mediante la campaña de vacunación.  

En su participación durante la conferencia de prensa, el Dr. Ramon Tallaj, fundador y presidente del Consejo Directivo de SOMOS, recordó que esta no es la primera vez que el gobernador de Nueva York solicita el apoyo vital de esta organización. En marzo de 2020, justo en el inicio de la pandemia, el gobernador le pidió a SOMOS que empezara a aplicar pruebas clínicas entre el personal de la Bolsa de valores de Nueva York, labor que se extendió hasta el verano. SOMOS efectuó numerosas pruebas ahí y, también, en otros sitios de la ciudad, al igual que en Texas, Florida y Georgia. A la fecha, según dijo el Dr. Tallaj, SOMOS ha realizado un millón de pruebas clínicas y ha ayudado a distribuir dos millones de raciones alimenticias entre las familias más afectadas por el desempleo que se derivó del cierre económico al que obligó la pandemia. 

Los médicos de SOMOS han logrado auxiliar exitosamente a sus pacientes, dijo el Dr. Tallaj, porque “comprendemos su cultura, porque somos inmigrantes como ellos, porque somos un mismo y solo pueblo… atendemos a los pobres de nuestros barrios, cerca de sus casas y apartamentos, porque las medicinas están aquí y porque la gente prefiere elegir a médicos que compartan sus mismos valores”.

Con respecto al nuevo proyecto de SOMOS, el Dr. Tallaj calificó así a sus colegas médicos: “Son los campeones de la medicina preventiva: ellos sabrán distribuir la vacuna de la esperanza y acabar con el virus de la soledad que ha causado tantas muertes”. 


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría, médicos primarios—, que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables de la Ciudad de Nueva York.


miércoles, 17 de marzo de 2021

“Recordando a los caídos”



 

HACE JUSTO UN AÑO, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el brote de la pandemia de la COVID-19. Desde entonces, los medios de comunicación han dado cuenta puntualmente de las aterradoras estadísticas al respecto: más de 2.5 millones de personas fallecidas en todo el mundo y más de 500,000 decesos tan solo en Estados Unidos. 

Más allá de las cifras, ¿qué podemos decir sobre el panorama humano, o sea, acerca de la cuestión humanista de los múltiples fallecidos y de los millones de personas que resultaron afectadas por la pérdida de sus seres queridos? ¿y que hay sobre quienes sufrieron dificultades económicas a causa de las nuevas medidas y que diezmaron, inevitablemente, a un gran número de negocios? Acaso solo algunos recuerden sus nombres o puedan decirnos algo sobre sus luchas particulares. La mayoría de nosotros jamás supimos de ellos. 

Para ayudar a remediar esta situación, America Media organizó el 12 de marzo de 2021 el evento virtual “Están en nuestras oraciones: un servicio virtual de oración para recordar y honrar a quienes han muerto a causa de la Covid-19”. Con este gesto, America Media, editor de la revista jesuita América, quiso homenajear la riqueza humana que ha perecido, abrumadoramente, en el anonimato, y, peor aún, sin reconocimiento alguno, hasta ahora.

Tal como lo comentó el padre jesuita Matt Malone —presidente y editor en jefe de America Media—, esa publicación, más que un medio de comunicación, “es un ministerio eclesiástico”. Como tal, ayudó a rendirles homenaje a los héroes anónimos que perdieron la vida a causa del coronavirus, dejando tras de sí una dolorosa e irreparable ausencia en sus familias, comunidades y centros laborales. 

Este servicio reiteró que el peso de cada tragedia humana rebasa con mucho las estadísticas, pues, aunque estas pudiesen parecer dramáticas, no logran hacerle justicia al inmenso valor de los seres humanos que han sido arrasados por la pandemia. Esas cifras tampoco logran revelar en su justa dimensión el incalculable sufrimiento que deja el fallecimiento de las víctimas, es decir: el precio personal, profundamente humano, que subyace a la sombra de esos números. No bien así, es de esta manera como gran parte de la sociedad estadounidense ha decidido conmemorar el primer aniversario de la pandemia, es decir, ponderando las cifras y haciendo un recuento de los costos económicos, de las medidas aplicadas, etc. 

Por muy importantes que sean esos datos, suponen al cabo un empobrecimiento del balance general de los estragos causados por la pandemia. El servicio virtual de oración de America Media fue, en este sentido, una auténtica expresión del humanismo cristiano, más aún: un reconocimiento y una celebración del misterio del sufrimiento de nuestras almas en este Valle de Lágrimas y de la infinita profundidad del espíritu humano. 

No deja de ser lamentable atestiguar la creciente indiferencia de la sociedad ante las cosas más elevadas de la realidad, de cara a los valores trascendentes, como la poca atención y el mínimo reconocimiento que se ha brindado a la enfermedad, el dolor, el aislamiento, el abandono y la falta de compasión que han padecido tantas víctimas durante el curso de la pandemia.

Durante el homenaje que les rindió a las víctimas de la Covid-19, America Media se mostró decididamente incluyente al recordar: a los miembros de cada familia “quienes les obsequiaron a los enfermos su atención, conocimiento y apoyo con gran generosidad”; a los trabajadores de los sectores esenciales de la economía, quienes se sacrificaron para servir a los demás; a los maestros, “cuya dedicación para servir a los estudiantes y a sus comunidades escolares ha de formar a la siguiente generación que habrá de administrar los recursos vitales de la Tierra”; a los hombres y las mujeres consagrados al servicio de Dios, “quienes en su infinito anhelo de acercarse a Dios decidieron aplicarse a una absoluta disciplina de culto y de servicio generoso”; a nuestros amigos, “quienes, gracias a la amistad que compartimos con ellos, nos mostraron el rostro de Dios”; a los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo… “por todas las lecciones de desamparo que nos dieron… al haber sido ignorados, olvidados y expulsados de sus comunidades, incluso, por sus propios familiares”; a los hombres y las mujeres que han perdido su libertad… y cuya dignidad no pasa desapercibida jamás ante Dios; y a todos los que los auxiliaron pero que ya han muerto; y a “todos aquellos hermanos que yacen desconocidos y desvalorados y que han muerto, y a quienes no tienen quién los recuerde para tenerlos presentes en sus oraciones”. 

En los distintos rubros de esta clasificación, los testigos —principalmente, familiares, amigos y colegas— presentaron mediante palabras e imágenes a las víctimas de la Covid-19, a quienes homenajeaban por haberlas amado y respetado en vida, y cuya pérdida los ha dejado en el desamparo. El Dr. Ramon Tallaj, fundador y presidente de la Junta Directiva de SOMOS Community Care, una red de 2,500 médicos independientes que atienden a las comunidades más marginadas de minorías étnicas de la Ciudad de Nueva York, rindió tributo a doce médicos de su organización que perdieron la vida en la primera línea de combate contra la pandemia.

El Dr. Tallaj resaltó la labor de los “médicos inmigrantes”, como él mismo lo es, por haber asumido la responsabilidad de cuidar a las personas de las comunidades más vulnerables de la Ciudad de Nueva York, sobre todo a los hispanos, quienes padecieron de manera desproporcionada los efectos más dañinos de la pandemia, en parte a causa de sus condiciones de vida, limitadas y estrechas, por lo cual los contagios se propagaron entre ellos exponencialmente. En efecto, más de 8,000 hispanos han muerto tan solo en Nueva York, muchos de los cuales permanecen anónimos e, incluso, olvidados. El servicio virtual “Están en nuestras oraciones” reconoció a muchos de los “carentes de nombre y de reclamación”.

Este servicio de oración debe servir como recordatorio e inspiración a las iglesias, mezquitas y sinagogas de todo el país en el propósito de rendirles tributo, sin falta cada año, a quienes han muerto a causa del coronavirus en sus respectivas comunidades. Lo mismo es válido para las corporaciones, universidades y otras grandes organizaciones. Para alcanzar una cabal y genuina recuperación de la pandemia, es imprescindible darle un rostro humano a las frías y gigantescas cifras y, asimismo, reconocer y celebrar la dignidad humana de cada una de las víctimas.


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría proveedores de servicios primarios— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York. Es miembro de la Junta de Directores de America Media.


sábado, 6 de marzo de 2021

¿Podría la pandemia acabar con la globalización?

AL FINALIZAR FEBRERO DE 2021, el número global de víctimas a causa de la pandemia es devastador: 113,467,303 contagios y 2,520,400 fallecimientos confirmados a nivel mundial, incluyendo 510,000 muertes tan solo en Estados Unidos. Ningún país ha resultado invicto y, luego de casi un año, se han cerrado infinidad de fronteras de facto. La COVID-19 es la primera pandemia moderna de carácter global y letal, teniendo como únicos rivales a la peste negra del siglo XIV y a la gripe española (1918-1920); por lo mismo, ha causado la paralización de la libre circulación de personas y mercancías en todo el mundo, con lo cual el proyecto globalizador ha recibido un golpe brutal del que quizás no se recupere del todo, no al menos en el corto plazo.

Sin embargo, la reivindicación del sentimiento de nacionalismo ya había comenzado previamente, mucho antes de que estallara la pandemia y se hiciera necesario el cierre de fronteras. En efecto, el modelo “Estados Unidos Primero” del presidente Donald Trump afectó gravemente nuestro intercambio comercial con muchos países, sobre todo con China; la Administración Trump puso trabas, asimismo, a la inmigración para centrarse de manera preponderante en el desarrollo exclusivo y excluyente de Estados Unidos, dejando las relaciones internacionales en un segundo plano. 

Al otro lado del Atlántico, el Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea, en parte para sacudirse las políticas migratorias de carácter liberal con el pretexto de restablecer su soberanía nacional. Hungría y Polonia son otros ejemplos reveladores en este sentido, ambos decididos desde hace mucho tiempo a impedir el ingreso a sus respectivos territorios de migrantes ajenos al cristianismo. La pandemia, y todas las medidas de emergencia que desencadenó, habrán de incidir negativamente en la utopía de la globalización, intensificando sin duda las tendencias nacionalistas y aislacionistas que ya estaban en curso. La crisis financiera mundial de 2008 había actuado en el mismo sentido: poner en jaque el entusiasmo y la viabilidad del proyecto globalizador. 

La globalización fue impulsada en un primer momento a partir de las políticas neoliberales aplicadas en países clave, particularmente en los Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan y en la Gran Bretaña bajo el gobierno de Margaret Thatcher. El papel del Estado fue entonces acotado y reducido a sus funciones más básicas. Este vacío gubernamental fue llenado por políticas de libre mercado, las cuales facilitaron que muchos países se encaminaran a la liberalización económica y a la creación de una “Aldea Global”, como se llamó en la década de 1990 a la red mundial de países integrados en zonas de libre mercado. Hubo excepciones a este proceso integrador, como China, Rusia y Cuba, entre otros. La Unión Europea desempeñó, sin embargo, un papel relevante en la promoción del libre comercio mundial y en la apertura de las fronteras nacionales. 

Con el arribo de la pandemia, los gobiernos nacionales se vieron obligados a fortalecer sus instituciones, sobre todo las abocadas a proteger la salud pública, a mantener la cohesión social y a defender y apuntalar a los sectores económicos más afectados por las pérdidas y deudas derivadas del cierre de negocios y el aumento del desempleo. No debe sorprender a nadie el hecho de que la solidaridad internacional haya menguado igualmente, pues en efecto, la mayoría de los países más afectados por la pandemia han carecido del auxilio de otras naciones; en este sentido, Italia y España —ambos rebasados por la pandemia— se han quejado reiteradamente de la falta de apoyo por parte de sus vecinos más desarrollados.

La pandemia ha entorpecido todas las fases de la economía mundial: producción, distribución y consumo. La creciente complejidad de la red distributiva y de la cadena productiva —médula de la economía global— hacen muy vulnerable a la estructura económica en su conjunto. Al finalizar la Guerra Fría, las potencias victoriosas diseñaron esta compleja estructura a fin de que, en pos de la paz mundial, los países se hicieran interdependientes entre sí. De esta manera, los países dependerían de los bienes, las materias primas y los productos básicos que producían otros países para el funcionamiento adecuado de la economía de cada cual. 

La pandemia ha afectado gravemente este sofisticado sistema internacional, obligando a cada Estado nacional a ser autosuficiente dentro de sus propias fronteras y debiendo constreñirse a un sistema económico cerrado. En virtud de sus múltiples componentes y de su delicada estructura, la economía global será muy difícil de reparar. La situación se empeora aún más por las guerras comerciales y las tensiones políticas que desatan las principales potencias, como Estados Unidos y China, los dos principales motores de la economía mundial. Peor aún, la mayoría de los países deberá recorrer un largo camino antes de poder participar plenamente de nuevo en la economía mundial, debiendo para ello poner primero en orden sus propias economías locales.   

Aparte del sector salud y de la industria alimenticia, la recuperación general de la productividad económica de cualquier país será extremadamente lenta, pues a causa de la pandemia, los sistemas de transporte y distribución tardarán en funcionar óptimamente otra vez, al menos hasta que los consumidores pierdan el temor a salir nuevamente de compras. Esta situación se empeora más aún a causa del abandono relativo del sistema de libre mercado, que fuera tan pertinente y esencial para la globalización gracias a la libre movilidad de capitales. Ahora, al igual que durante la crisis financiera de 2008 y sus postrimerías, el Estado comienza a ocupar e invertir fuertemente en servicios públicos, sobre todo en materia de salud. Esta dinámica ahuyenta la inversión privada, reduciendo el libre flujo de capitales que, insistimos, es vital para el proceso globalizador.

Con todo, es necesario reconocer que muchas de estas medidas han sido necesarias y hasta imprescindibles para combatir a la COVID-19, especialmente el gasto multimillonario efectuado por el Estado para adquirir las vacunas contra el coronavirus, lo cual representa obviamente una sangría para las finanzas públicas. Y es muy probable que todo este gasto público de emergencia prosiga de una manera u otra cuando la pandemia sea totalmente erradicada, como el que habrá de realizarse para investigar científicamente a la COVID-19 y a otras amenazas virales, así como para desarrollar nuevas formas para proteger a la población de cara a la próxima, inevitable pandemia. 

Por todo esto, la pandemia dañará sin remedio a la globalización. Logísticamente, el proceso globalizador continuará a través del intercambio expedito y la distribución instantánea de información, así como por medio de viajes aéreos y formas cada vez más rápidas para vender y comprar bienes y servicios en la distancia. Pero muy probablemente, también quedará como saldo de la pandemia la necesidad de varios países de sobrevivir por su propia cuenta, ajenos a la cooperación internacional y, peor aún, adoptando tendencias xenofóbicas.

Lamentablemente, esta actitud nacionalista de mirar solo hacia el interior de sus fronteras privará a la globalización de su esencia humanista e internacionalista.

jueves, 4 de marzo de 2021

Coloquio virtual: La Vacuna De La Esperanza

Estimados amigos y colegas,
 
Adjunto la información sobre el webinar en español que SOMOS Community Care está organizando para el miércoles 7 de abril a las 12:30 EST. El Arzobispo de Boston, Su Eminencia Seán Patrick O’Malley, el Dr. Tallaj, presidente de la Junta Directiva y fundador de SOMOS, y la Dra. Delmont Jefe Ejecutiva de la red de médicos de SOMOS, hablarán de las vicisitudes en el camino vivido desde el comienzo del virus de la soledad a la llegada de la vacuna de la esperanza.
 
Por favor, marquen sus calendarios. El enlace para entrar al evento será distribuido más adelante.
 
Sería un honor contar con su participación.
 
Saludos cordiales,
Mario J. Paredes







miércoles, 3 de marzo de 2021

Los médicos de SOMOS luchan activamente contra la pandemia


MUCHA HA SIDO LA ATENCIÓN MEDIÁTICA SOBRE los esfuerzos que desarrollan los gobiernos estatal y municipal contra el coronavirus. No debemos olvidar a una sobresaliente red de médicos de la Ciudad de Nueva York que ha permanecido en primera línea desde el inicio de esta batalla. Estos médicos, que son la espina dorsal de SOMOS Community Care, no han buscado atraer hacía sí mismos las cámaras ni el protagonismo, sino sólo realizar con espíritu de servicio la función que les corresponde para combatir los estragos de la pandemia.

SOMOS ha demostrado con gran valía su eficacia y se ha ganado a pulso sus méritos. Sin duda, su heroica participación en la batalla contra el coronavirus no sólo ha mostrado que los médicos primarios pueden desempeñar un papel vital en el auxilio de la población. Hoy nuestros médicos dirigidos, por el Dr. Tallaj, se encuentran luchando para que las prácticas de la red de SOMOS puedan distribuir la vacuna a sus propios pacientes siguiendo los protocolos establecidos.

Esta red de más de 2,500 médicos comunitarios e independientes —en su mayoría médicos primarios— atienden en toda la ciudad a los pacientes más vulnerables del Medicaid, todos ellos afroamericanos, hispanos y chinos. Estas comunidades han sido especialmente afectadas por el virus a causa de la alta incidencia de enfermedades preexistentes entre su población, así como a sus estrechas condiciones económicas entre otros factores. Estos pacientes son los más necesitados de atención y, por lo mismo, han sido el objeto de preocupación de SOMOS Community Care desde el principio.

En un primer momento, cuando las autoridades sanitarias le insistieron a la población que se hicieran las pruebas clínicas de detección del virus, los médicos de SOMOS marcaron la diferencia gracias a la estrecha relación que han establecido con sus pacientes, en cuyas vidas desempeñan el papel del médico de cabecera de antaño. Además, sobresale el hecho de que en muchos casos estos médicos hablan la misma lengua y comparten las mismas raíces culturales de las personas bajo su cuidado.

Estas ventajas también juegan un papel relevante ahora que estos médicos han comenzado a administrar la vacuna: los pacientes confían en sus médicos de SOMOS en cuanto a la seguridad y conveniencia de la vacuna. Asimismo, pueden garantizar la distribución equitativa de la vacuna entre las comunidades de minorías étnicas.

La labor de SOMOS en la lucha contra el virus comenzó justo cuando la pandemia estalló en Estados Unidos, en marzo de 2020, hace ahora un año. A solicitud del gobernador Andrew Cuomo, los médicos de SOMOS empezaron a realizar pruebas clínicas entre el personal de la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange), una institución vital en la vida económica de todo el país. Estas pruebas empezaron a realizarse a mediados de marzo y prosiguieron efectuándose a lo largo del verano y el otoño del año pasado.

Esta misma organización médica ha venido operando más de 51 sitios trilingües para la realización de pruebas, donde ofrece servicios en inglés, español y chino mandarín, y los cuales se ubican en iglesias católicas y protestantes de toda la Ciudad de Nueva York. SOMOS también realiza pruebas en 33 oficinas y en dos lugares donde los conductores no tienen que bajarse de sus autos. A la fecha, SOMOS ha aplicado más de 500,000 pruebas para detectar el coronavirus. Si sumamos las pruebas que SOMOS realizó en otros lugares tales como Texas, Arizona, Florida y Georgia, obtenemos casi un millón de pruebas. Asimismo, SOMOS ha venido realizando esta función en más de 400 escuelas públicas de la Ciudad de Nueva York, y por su parte, unos 400 consultorios de SOMOS (la mitad del total) han participado también en este proceso de detección viral. 

Al mismo tiempo, SOMOS se asoció con algunos restaurantes y pequeños negocios de las comunidades donde opera para proporcionar alimentos a las familias más afectadas por la crisis económica derivada de la pandemia, familias cuyos proveedores perdieron sus empleos y cayeron en la pobreza. En este programa se distribuyeron más de cinco millones de raciones alimenticias a través de esta red de auxilio. SOMOS también ha colaborado con tiendas de comestibles locales y con otras organizaciones comunitarias para comprar, empacar y distribuir víveres. Asimismo, ha ayudado a pequeños negocios gravemente afectados por la pandemia para que vuelvan a ser viables financieramente en sus comunidades. 

SOMOS también ha financiado la adquisición y distribución de equipo de protección personal (PPE, por sus siglas en inglés) y costos médicos necesarios para realizar pruebas detectoras de COVID-19; asimismo, ha ayudado a financiar los costos derivados de la eliminación de residuos médicos relacionados con estas pruebas; los costos laborales asociados con el personal médico que las efectúa; y algunos costos adicionales por la operación de los sitios donde se realizan las pruebas clínicas, incluyendo los relacionados a arrendamiento, movilización y desmovilización, así como ciertos costos de operación y mantenimiento.

Durante todo este tiempo, SOMOS impulsó también importantes proyectos de comunicación entre la comunidad para difundir información de interés público sobre las principales medidas de seguridad sanitarias y para alertar de los riesgos y peligros de la pandemia. Esta labor informativa abarcó todos los medios de comunicación, incluyendo radio, periódicos, folletos y televisión, y continúa actualmente, respecto al proceso de vacunación. 

Habiendo ya cientos de médicos vacunados, los médicos de SOMOS están seguros de poder inmunizar a todos sus pacientes —sobre todo a los mayores de 65 años— en las próximas semanas. A principios de este año, el alcalde Bill de Blasio anunció que los médicos de SOMOS vacunarían a profesionales sanitarios en las escuelas secundarias Taft del Bronx, George Wingate de Brooklyn y Brandeis de Manhattan. Y así ha sido. También lo hicieron en el estadio de los Yankees y en el hipódromo de Aqueduct en Queens, donde los médicos de SOMOS han puesto miles de vacunas en beneficio de la población más necesitada. En la última contabilización de vacunas administradas, SOMOS ha superado las 50,000.

La participación de SOMOS en el proceso de inmunización sirve para compensar la distribución que los hospitales hacen de la vacuna y, al mismo tiempo, les facilita a muchos neoyorquinos la obtención de la misma. Los médicos de SOMOS se involucraron en esta labor gracias al liderazgo que realizaron el presidente de SOMOS, el Dr. Henry Chen, y el fundador y presidente de la Junta Directiva de SOMOS, el Dr. Ramon Tallaj, quien es a su vez asesor para el Programa de Vacunación contra la COVID-19 del Estado de Nueva York. 

Todas las actividades de SOMOS relacionadas con la pandemia están perfectamente coordinadas con el Departamento de Salud del Estado de Nueva York y la Ciudad de Nueva York. Para apoyar tanto el proceso de detección como el de vacunación, SOMOS ha establecido dos centros de atención de urgencias: uno en el Bronx y otro en Manhattan.

SOMOS ha permanecido en primera línea de fuego en esta batalla desde el principio, lo que ha supuesto un sacrificio no solo de vidas humanas, sino también financiero (más de $20 millones de dólares). Es doloroso constatar la pérdida de 12 heroicos médicos de SOMOS que murieron a causa del coronavirus y muchos más que contrajeron la enfermedad al realizar su trabajo. Mientras tanto, más de la mitad de los consultorios de SOMOS permanecen cerrados.

El estado y la ciudad de Nueva York se beneficiarían si asignaran a los médicos de SOMOS la tarea privilegiada de administrar la vacuna. La lucha proseguirá hasta que el virus sea derrotado por completo, y SOMOS se mantendrá al pie del cañón hasta entonces.


Mario J. Paredes, presidente ejecutivo de SOMOS Community Care.