jueves, 28 de diciembre de 2023

jueves, 21 de diciembre de 2023

Las Lecciones de Dios en Navidad


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lunes, 18 de diciembre de 2023

Es necesario frenar los precios excesivos de los medicamentos

La industria farmacéutica está fuera de control. Esa es la conclusión de un artículo reciente en la New York Review of Books (NYRB, por sus siglas en inglés). Un ejemplo de ello es Moderna, fabricante de una vacuna contra el COVID-19. El gobierno federal pagó a la empresa 2.480 millones de dólares para desarrollar una vacuna y compró millones de dosis a 26 dólares cada una. Con el fin de la financiación gubernamental a la vista, la empresa anunció que produciría una vacuna actualizada a 130 dólares por dosis. El público estaba indignado.

 El artículo de la NYRB presenta una “acusación contra las compañías farmacéuticas estadounidenses y el gobierno federal por privilegiar con demasiada frecuencia las ganancias sobre la salud, y contra las universidades de investigación, los profesionales médicos y los filántropos que han sido profundamente cómplices de ellos”.

 Las cosas empezaron a ir mal después de la Segunda Guerra Mundial, cuando “la industria farmacéutica, con la ayuda del gobierno federal y fundaciones filantrópicas... produjo un enorme arsenal de medicamentos contra una variedad de enfermedades y trastornos terribles”, pero “también maximizó resueltamente las ganancias mediante el aumento de precios, el bloqueo de la disponibilidad de medicamentos genéricos más baratos y la explotación de los sistemas regulatorios y de patentes para acosar y reprimir la competencia”.

 Parte del problema ha sido el uso de patentes, que “permitieron enormes márgenes de precios, generando grandes márgenes de ganancias corporativas” … “el doble y a menudo el triple de los que se genera en otros sectores manufactureros”. La intención original de conceder patentes era garantizar que las empresas pusieran los medicamentos "a disposición del público en 'condiciones razonables'". Las importantes reformas propuestas a las prácticas de patentes han sido anuladas.

 La industria logró alargar la vida de las patentes más allá del límite de 17 años, elevándola a 20 años. Y las patentes serían aún más largas con la introducción de versiones ligeramente modificadas del medicamento en cuestión, un "proceso llamado evergreening". Sin aportar pruebas, las farmacéuticas argumentaron que eran necesarios precios más altos para cubrir “los costos de desarrollo, incluida la investigación, los ensayos clínicos y los fracasos”.

 Un caso notorio fue el fármaco ATZ, el primer tratamiento contra el SIDA. Llegó al mercado en 1987 a un costo de 10.000 dólares por suministro para un año. La presión pública obligó al fabricante, Burroughs Wellcome, a bajar el precio a 8.000 dólares al año. No hizo mella en las ganancias de la empresa, con ventas de más de mil millones de dólares en 1991.

 En general, la industria luchó duramente contra la introducción de medicamentos genéricos mucho más baratos, declarándolos “falsificados”. En 1970, la industria farmacéutica presionó con éxito para que se introdujeran leyes en los 50 estados que prohibieran a los farmacéuticos dispensar medicamentos más asequibles. (A mediados de los años 70, una coalición de AARP (Asociación Americana de Personas Retiradas), sindicatos organizados y grupos de consumidores anuló estas leyes en 40 estados). Las compañías farmacéuticas también resisten con éxito un llamado de las naciones pobres para permitir la producción de vacunas genéricas contra el COVID-19 que salvan vidas.

El alto costo de los medicamentos es una cruda realidad que enfrenta SOMOS Community Care, una red de más de 2.500 médicos independientes que atienden a aproximadamente 1 millón de los pacientes de Medicaid más vulnerables de la ciudad de Nueva York. Los precios de los medicamentos en Estados Unidos son cuatro veces más altos que los precios en otras sociedades adineradas. Muchos pacientes de bajos ingresos, que luchan por pagar los medicamentos que necesitan incluso con Medicaid, dejan de tomar pastillas o renuncian a sus dosis por completo, poniendo en riesgo su salud. A veces también hay escasez de medicamentos, lo que deja a los médicos y a sus pacientes en desventaja. Y a eso hay que añadir que, en ocasiones, las compañías de seguros no cubrirán ciertos medicamentos.

 El monopolio del que disfruta la industria farmacéutica, propensa a la corrupción, es una injusticia flagrante que perjudica a los pobres, negándoles medicamentos vitales. Es una práctica opuesta a la vocación superior de las empresas de servir al bienestar de la sociedad. La industria debe reformarse y considerar su programa de investigación y desarrollo, ya que el alto costo de los medicamentos tiene otra cara: la saturación del mercado que infunde en el público la necesidad de consumir cada vez más medicamentos.

 Hay un rayo de esperanza ya que el gobierno de EE. UU. ha puesto en marcha una negociación con la industria farmacéutica para reducir los precios de 10 medicamentos que toman los afiliados de Medicare y están cubiertos por la Parte D de Medicare. En 2022, los miembros de Medicare pagaron un total de $3.400 millones por estos medicamentos que se utilizan para tratar la diabetes, la insuficiencia cardíaca, los coágulos sanguíneos y los trastornos autoinmunes, afecciones que afectan desproporcionadamente a las mujeres, las comunidades de color y las personas de las zonas rurales. Unos nueve millones de personas toman estos medicamentos, que han generado 493 mil millones de dólares en ingresos globales para las compañías farmacéuticas.

 Ahora, por fin, el gobierno federal está ejerciendo cierta presión sobre la industria para que reduzca sus precios, tal como es la práctica habitual en otras naciones industrializadas. La medida es parte de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, promulgada por el presidente Biden. No sorprende que una coalición de compañías farmacéuticas y grupos de presión de la industria hayan presentado demandas encaminadas a obligar al gobierno de Estados Unidos a detener su intento de seguir adelante con las negociaciones, a pesar de que nueve compañías han acordado sentarse con negociadores federales. Afortunadamente, parece que las demandas tendrán poco éxito. Las negociaciones pueden marcar el comienzo de un cambio real.


Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.


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viernes, 15 de diciembre de 2023

City MD vs. SOMOS Community Care: Un Estudio de Contrates

Un reciente anuncio de dos páginas completas pagado por City MD publicado en The New York Times el pasado 17 de noviembre, elogió la gran cantidad de centros de atención de urgencia como una solución para las personas que enfrentan el “ritmo glacial de obtener atención médica en la ciudad de Nueva York y en todo el país”: “Consultar a un médico de atención primaria puede llevar semanas y una visita a la sala de emergencias puede demorar muchas horas”.

No hay duda del tiempo que lleva recibir tratamiento en una sala de emergencias, pero la red SOMOS Community Care, con más de 2500 proveedores es muy accesible y atiende a más de un millón de los pacientes de Medicaid más vulnerables de la ciudad de Nueva York. City MD, que no está particularmente presente en los vecindarios menos favorecidos de la ciudad, es una opción para quienes tienen Medicare o seguro privado, pero no para quienes tienen cobertura tradicional de Medicaid. Esto convierte a SOMOS en realidad en el “City MD” para los más necesitados. 

SOMOS ofrece respuesta al reclamo de City MD de que, "con los médicos de atención primaria sobrecargados, navegar por el sistema de atención médica actual puede resultar abrumador para los pacientes". Las prácticas médicas de SOMOS están ubicadas en las mismas comunidades que reciben servicios, en particular en vecindarios que albergan a asiático-americanos, hispanos y afroamericanos. Estos consultorios comunitarios están listos para recibir a nuevos pacientes, incluidos aquellos que requieren atención de urgencia.

El texto publicitario cita un ejemplo: “...un niño que se quebró la barbilla en el gimnasio. Salió de la clínica en 25 minutos. Habría esperado cinco horas en urgencias y su médico de atención primaria no está capacitado para eso”. City MD reconoce que “la atención primaria es muy importante; la atención preventiva es enorme”. De hecho, ese es el enfoque de los médicos de SOMOS. Pero nuestros médicos están altamente capacitados para afrontar puntos de sutura u otras emergencias. Si fuera necesario, esos médicos derivarían a un paciente que necesitara atención especializada urgente a un colega de la comunidad.

No hay duda de la necesidad de contar con médicos de atención primaria. City MD sostiene que el modelo de atención que brindan ha cambiado: “en un momento dado, si tenías un problema, llamabas a tu médico de atención primaria. Interrumpirían su cena para atender tu llamada y darte consejos. Ese modelo se ha vuelto menos frecuente”.

Esto toca precisamente la contribución única de SOMOS al panorama de atención médica del estado de Nueva York: la restauración del médico de familia de antaño, como una figura confiable y líder comunitario que tiene un vínculo con los pacientes y está íntimamente familiarizado con la situación médica de los pacientes y sus circunstancias generales. Alguien, de hecho, que atenderá una llamada a la hora de cenar.

La atención de SOMOS gira en torno a la relación médico-paciente, que se nutre y alimenta cuidadosamente con el conocimiento crítico de los médicos sobre la vida de sus pacientes. El proveedor obtiene información vital sobre su paciente gracias a la labor de los trabajadores comunitarios de la salud, que son los ojos y oídos de los médicos en la comunidad. Ellos visitan los hogares de los pacientes para recordarles sus citas médicas y evaluar las condiciones en el hogar y el vecindario, además de que recopilan información sobre la familia en su conjunto.

La información de los pacientes recopilada de esta manera incluye los llamados determinantes sociales de la salud, factores sociales (incluida la pobreza, la vivienda deficiente y la falta de acceso a alimentos saludables y otras condiciones) que pueden afectar la salud física y mental. Los médicos de SOMOS también colaboran con organizaciones comunitarias para ayudar a abordar las necesidades sociales de los pacientes. Claro está, los médicos de City MD no pueden conocer las circunstancias de un paciente, ya que solo obtienen una instantánea del estado general de las personas que atienden.

El publirreportaje de City MD cita un hallazgo de la Asociación Médica Estadounidense de que existe una creciente escasez de médicos en los EE. UU., lo cual es particularmente cierto cuando se trata de médicos primarios (PCP, por sus siglas en inglés). La AMA informa que las causas de la escasez de médicos incluyen el agotamiento y la "reducción de los reembolsos de Medicare". Lo mismo ocurre con los reembolsos de Medicaid, pero aquí los médicos de SOMOS tienen una ventaja, ya que se han adherido al modelo de pago basado en el valor real, que estipula que la compensación de los proveedores está vinculada al bienestar a largo plazo de sus pacientes. A los médicos de SOMOS se les paga más por hacer un esfuerzo adicional. Sus ganancias aumentan significativamente.

Finalmente, el publirreportaje afirma que, además de la escasez de PCP, los médicos “pasan su tiempo realizando tareas administrativas, en lugar de tratar a los pacientes”. También en este sentido, SOMOS ha desarrollado una solución: capacitar al personal del consultorio médico para que asuma la mayor parte de las responsabilidades administrativas, especialmente, el mantenimiento cuidadoso de los registros médicos electrónicos, liberando así a los médicos para que estos puedan centrarse en sus pacientes.

Por supuesto, City MD satisface una necesidad y ofrece un acceso conveniente a la atención médica. Sin embargo, no hay sustituto para la atención médica íntima, integral y preventiva que es la esencia de SOMOS.


Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de más de 2.500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.


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lunes, 20 de noviembre de 2023

jueves, 12 de octubre de 2023

PARTIR DE NUEVO PARA NUEVAS CONQUISTAS

El 12 de octubre de cada año, celebramos el día de la raza, fecha en la que conmemoramos la primera vez que, navegantes españoles, presididos por Cristóbal Colón, llegaron al continente americano. General y popularmente, también es conocida esta fecha como el descubrimiento de América. 

Más allá de los distintos puntos de vista y las tantas discusiones que genera hoy este acontecimiento histórico, de parte de quienes ven dicho “descubrimiento” como muy positivo para el continente americano o de quienes enfatizan todo lo negativo que dicho “encuentro” significó para los habitantes y culturas originarias de estas tierras, quiero compartir hoy unas reflexiones sobre el perfil, el estilo de vida, las principales convicciones y anhelos que mueven al hombre de hoy, especialmente a los jóvenes: presente, esperanza y futuro de nuestra raza, de nuestras sociedades y de toda la humanidad.

Vivimos en la coyuntura histórica llamada, generalmente, por antropólogos, historiadores, filósofos y sociólogos de “transición de la modernidad a la postmodernidad”. Como toda etapa de la historia humana, ésta, en la que nos correspondió vivir, tiene sus luces y sus sombras.

Hay consenso en que la década de los sesentas marcó una ruptura y novedad respecto de las décadas pasadas y de las que estamos viviendo. Dos guerras mundiales, además de otras muchas internacionales y locales, los fracasos de la democracia y del sistema económico capitalista, el fracaso de la ciencia y de la técnica para resolver los grandes problemas del ser humano y de toda la humanidad, la creciente situación de injusticia, inequidad, violencia, migración y muerte en grandes masas de población en todos los rincones del planeta, etc., dieron al traste con la fe inconmovible de nuestros antepasados modernos en el progreso ilimitado de la humanidad, mediante la ciencia y la técnica, que – en su momento – produjo la revolución industrial.

Para la generación de los sesentas, con sus famosas protestas juveniles y estudiantiles, la esperanza en un mundo mejor se vino abajo y la idea de progreso en la que creyeron los abuelos se convirtió en un relato de la historia sin futuro y sin-sentido, sin norte, sin dirección.

Todo lo cual fue conformando sociedades ya no de producción sino de consumo, en las que todo puede ser negociable, en las que prima el “tener” sobre el ser. Hombres y sociedades que, ante la perspectiva de no-futuro, viven sin interés por el trabajo y el esfuerzo, por avanzar y superarse. Entonces, predominan lo fácil y rápido, lo desechable y perecedero, la “deconstrucción”, lo “light” y descomprometido.

El rechazo a todo lo institucional y jerárquico, en todos los terrenos de la vida en sociedad (político, religioso, etc), puesto que dichas instituciones controlaron y sustentaron el ideal de progreso que fracasó, produce un retiro al santuario de lo individual, de lo personal y privado, con desmedro del interés por todo lo colectivo y por la búsqueda del bien común. Se siguen personajes, individualidades, sectas, terapias o pequeños grupos, donde los individuos puedan sentirse personas y no masas amorfas.

Con lo cual llegamos a la anarquía, al mundo sin dogmas ni verdades únicas, ni absolutas, ni universales. Mundo del subjetivismo y del “relativismo “moral”, según el cual cada quien elabora “a la carta” sus propias verdades y su proyecto de vida. Mundo sin certezas, seres fragmentados que buscan lo útil, el tener y el placer como fundamento de la felicidad. Tiempos de cambios rápidos, de incertidumbre, de crisis, del sin-sentido, de historias y saber precario, en el que prima la estética sobre la ética, el sentimiento sobre la razón, mundo del entretenimiento. 

Sociedades pansexualitas y hedonistas, viviendo sin perspectiva de trascendencia, buscando disfrutar aquí y ahora. Con el mínimo sacrificio, compromiso y esfuerzo se busca alcanzar el máximo lujo, confort y derroche. En esta carrera loca y frenética por el placer y la felicidad el fin justifica los medios.

Todo lo cual conlleva a una sexualidad, también light, en la que prima el placer del contacto físico, sin fidelidad y en la que esta dimensión humana se reduce a la genitalidad. Porque lo auténtico es lo prohibido.

En el terreno de lo religioso, el ser humano de nuestros tiempos, y por tanto nuestros jóvenes, heredaron la premisa del “Dios ha muerto” de F. Nietzsche. Porque si tenemos la ciencia, la técnica y la tecnología podemos prescindir de Dios para que surja “el super hombre”. Todo lo cual causa el secularismo y el declive de todo lo religioso.

El hombre postmoderno cree pero lo hace en medio de un “mercado religioso” y “a la carta”. Proliferan mil ideas, sectas, terapias y movimientos pseudo-religiosos por la necesidad de encontrarle sentido a la existencia y solución a los graves problemas de la humanidad aún no resueltos. Pero este “retorno” o necesidad de lo religioso y trascendente es también “light”, sin convicciones fuertes y siempre de modo utilitarista, en medio de una sobrecarga de medios de comunicación y de información en la que nada vale o todo tema vale por igual.

Los jóvenes de hoy, en consonancia con todo lo dicho, creen pero no de manera institucionalizada, creen pero sin afiliaciones, rótulos o membresías de instituciones religiosas, creen pero sin prácticas religiosas institucionales, creen sin pertenecer a ninguna institución religiosa, con rechazo a las prácticas religiosas impuestas y tradicionales, creen pero de manera heterogénea y ecléctica.

Se interesan por ideas y movimientos de espiritualidad pero rechazan toda pertenencia a las religiones oficiales, viven y buscan algún tipo de experiencia espiritual que no tenga la regulación de las instituciones religiosas.

Esta breve reseña de los principales rasgos del hombre, sociedad y cultura de nuestra época, si bien – frente a la modernidad – retrata modos de ser y actuar del hombre actual y una crisis humana y social, al mismo tiempo, nos invita a oportunidades para realizar cambios. 

Son aprovechables y rescatables los énfasis de la cultura y del hombre de hoy. Hay que aplaudir, por ejemplo, las conquistas en el respeto a los derechos individuales y de grupos minoritarios en el mundo pero sin olvidar la necesidad de buscar y encontrar siempre caminos que nos aseguren el bien de las grandes mayorías, el bien común.

Los jóvenes son el tesoro de nuestra raza y el presente y futuro de nuestra esperanza. Son los que deben construir, con lo mejor de la herencia de padres y abuelos, una sociedad que “respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas” sin estar tentados a “ceder a la seducción de las filosofías del egoísmo o del placer, o a las de la desesperanza y de la nada” afirmando la “fe en la vida y en lo que da sentido a la vida: la certeza de la existencia de un Dios justo y bueno”.

Ensanchando los “corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de los hermanos y a poner ardorosamente a su servicio sus energías. Luchando contra todo egoísmo. Negándose a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males”.

El mundo urge por jóvenes “generosos, puros, respetuosos, sinceros” que edifiquen “con entusiasmo un mundo mejor que el de sus mayores” con la “la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas”. (Entre comillas apartes del Mensaje a los Jóvenes del Vaticano II).


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Mario J. Paredes es presidente ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de 2,500 médicos independientes —en su mayoría de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York.


lunes, 25 de septiembre de 2023

miércoles, 20 de septiembre de 2023

lunes, 11 de septiembre de 2023

El punto débil de la atención médica en Estados Unidos, y una solución

La reciente cobertura del New York Times sobre el estado de la atención sanitaria en Estados Unidos pinta un panorama muy desalentador. A pesar de todo el dinero que se destina a la atención médica en el país (que supera a otras naciones desarrolladas en el gasto per cápita en atención médica), los índices de Estados Unidos son lamentables. De hecho, los estadounidenses se encuentran entre los menos saludables en comparación con otras naciones ricas; también pertenecen al grupo poblacional con mayores probabilidades de morir de forma prematura.

Por ejemplo, la esperanza de vida en Mississippi, que es de 71,9 años, ha caído por debajo de la esperanza de vida en Bangladesh (72,4). En comparación con otras naciones ricas, un bebé estadounidense tiene cerca de un 70 por ciento más de probabilidades de morir. Y por primera vez en casi un siglo, la probabilidad de que un niño estadounidense viva hasta los 20 años ha disminuido. Los recién nacidos de India, Ruanda y Venezuela tienen una esperanza de vida mayor que los recién nacidos nativos americanos de Estados Unidos. La esperanza de vida de un varón adulto nativo americano es de 61,5 años, inferior a la esperanza de vida en Haití.

La llamada “esperanza de vida saludable” (es decir, los años que una persona vive sin sufrir problemas médicos graves como amputaciones, diálisis o ceguera) es de 66,1 en Estados Unidos, cifra inferior a la de Turquía, Sri Lanka, Perú, Tailandia y otros países, todos los cuales son considerablemente más pobres que Estados Unidos.

La estadística más espantosa muestra que Estados Unidos es el país “líder mundial en amputaciones evitables”, resultado de graves deficiencias en la atención y el control de la diabetes. Estas amputaciones evitables, escribe el Times, “son el símbolo más desgarrador del fracaso de Estados Unidos en materia de atención médica”. Los pacientes no reciben la atención necesaria para controlar sus niveles de azúcar en sangre, lo cual provoca una circulación deficiente y heridas causadas por la diabetes en el pie, que pueden terminar en la amputación: primero, de los dedos del pie y luego, de las piernas, tanto por debajo como por encima de la rodilla.

Un paciente que ha sufrido la amputación de una pierna por encima de la rodilla generalmente muere en un período de cinco años. Cada año se practican alrededor de 150.000 amputaciones de un dedo del pie, de un pie o de una pierna. El cuidado deficiente de la diabetes y otras enfermedades prevenibles está afectando gravemente a estadounidenses de todas las edades. Los más perjudicados son los hombres con pocos estudios y bajos ingresos, especialmente las personas de color. Los hombres más pobres de Estados Unidos tienen una esperanza de vida comparable a la de los hombres de Sudán y Pakistán.

Por el contrario, según un estudio de Harvard, los hombres más ricos de Estados Unidos viven más que el varón promedio de cualquier país.

Ser pobre y tener un bajo nivel educativo ocasiona que los estadounidenses sean más propensos a sufrir, además de la diabetes, múltiples afecciones, tales como hipertensión, artritis y enfermedades cardíacas. El Times atribuye una parte importante de la culpa a las empresas de refrescos y comida rápida, que comercializan sus productos azucarados y ricos en grasas especialmente entre los pobres, personas que están luchando por sobrevivir, que a menudo carecen de seguro médico y que consumen frituras baratas y bebidas azucaradas. En la actualidad, 28 millones de estadounidenses carecen de seguro médico.

Las investigaciones muestran que aproximadamente 183.000 estadounidenses mueren cada año a causa de la pobreza, una cifra mayor que la de homicidios. La solución debería, en parte, centrarse en superar la “pobreza y la desesperanza intergeneracionales”, generando mejoras en la educación, la capacitación laboral, los salarios y las oportunidades de superación personal. Lo que también sería prometedor es promover la diversidad entre los trabajadores sanitarios. Está comprobado que los pacientes negros reciben mejores cuidados cuando son atendidos por médicos negros.

La afinidad étnica es una de las claves del éxito de SOMOS, una red de 2.500 médicos (la mayoría de los cuales son médicos de atención primaria) de la ciudad de Nueva York. Proporcionan atención de calidad a alrededor de un millón de los beneficiarios de Medicaid más pobres y vulnerables de los barrios marginales. La mayoría de los pacientes son afroamericanos, asiático-americanos e hispanos. Muchos de los médicos comparten orígenes étnicos y culturales con sus pacientes, en cuyas comunidades viven y trabajan. Esa identidad compartida genera un vínculo entre paciente y médico.

Ese vínculo también se refuerza por el hecho de que los médicos de SOMOS tienen un conocimiento integral de las necesidades de sus pacientes. Los trabajadores comunitarios de la salud son los ojos y oídos de los médicos, ya que los mantienen informados sobre la situación familiar de los pacientes. Esto incluye la observación de las condiciones sociales, los llamados determinantes sociales de la salud, tales como las condiciones habitacionales, la pobreza o la cuestión educativa, que desempeñan un papel fundamental en la salud física y mental de los pacientes. Los pacientes también valoran mucho el hecho de que el médico tenga un conocimiento real de sus circunstancias, que es la base de una relación de confianza. Así es como SOMOS brinda una atención superior a una población que tradicionalmente ha sido víctima de una atención deficiente o mediocre.

Los médicos de SOMOS mantienen altos estándares en sus consultorios. Han adoptado una fórmula de atención sanitaria con pago basado en el valor real (PBV), que determina que los médicos reciben una compensación de acuerdo con el estado de salud de sus pacientes. Cuanto mejor sea la salud de los pacientes a largo plazo, mayor será el incentivo financiero para el médico.

El éxito de SOMOS quedó radicalmente demostrado por su capacidad de reducir en un 25 por ciento tanto las visitas evitables a las salas de emergencias como las hospitalizaciones innecesarias. A la vez, SOMOS ahorró a los contribuyentes del estado de Nueva York $330 millones. El modelo PBV demuestra claramente que la atención sanitaria de los pobres puede ser al mismo tiempo excelente y rentable: un antídoto contra la pobreza como obstáculo para recibir una atención médica de calidad.


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sábado, 12 de agosto de 2023

Innovación: solución efectiva contra los fraudes al Medicaid

En 2020, los fraudes derivados del Medicaid sumaron alrededor de $86.5 millones de dólares, cifra alarmante que desfalca al erario y a los contribuyentes. Obviamente, hay mucho que hacer para remediar una situación que prevalece de manera generalizada en un programa diseñado para atender a los pacientes más vulnerables de nuestra sociedad.

El FBI identifica distintos tipos de fraude: doble facturación, presentación de múltiples cobros por el mismo servicio; facturación fantasma, facturación por una consulta o por insumos que el paciente jamás recibió; desagregación, presentación de varias facturas por el mismo servicio, o cobro extra por un servicio que suele ser parte de un paquete; facturación de un servicio más caro que el que realmente recibió el paciente; y sobrefacturación, es decir, cobros al gobierno por medicamentos o tratamientos innecesarios o inexistentes.

Los pacientes del Medicaid son especialmente vulnerables a las prácticas fraudulentas de los médicos, toda vez que no se les facilita el acceso a sus expedientes médicos. Por ejemplo, un doctor podría falsificar o exagerar un diagnóstico para posibilitar la sobrefacturación. Asimismo, el paciente podría ser sometido a procedimientos o tratamientos innecesarios o riesgosos.

También son víctimas de individuos que les solicitan su número de identificación del seguro y otros datos personales a fin de facturar por servicios no prestados ni recibidos. O su identidad podría ser suplantada, con lo cual podrían inscribirlos en algún plan de prestaciones falso. 

Para combatir los crecientes fraudes contra el Medicaid, existe un nuevo y prometedor modelo de prestación de servicios médicos: la Atención Basada en el Valor Real (VBC). La fórmula VBC estipula que a los médicos se les remunera conforme al estado de salud de sus pacientes en el largo plazo. Entre más sanos estén los pacientes, mayor será la compensación que reciban sus médicos. En resumen, a los doctores se les coloca en una posición idónea y se les motiva para que realicen su mejor esfuerzo en beneficio de las personas bajo su cuidado. 

A este modelo, tal como lo instituyó el Departamento de Salud del Estado de Nueva York en 2014, se le conoció como Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP). Constaba de un férreo protocolo que hacía casi imposible las prácticas fraudulentas. Su aplicación exitosa puede ejemplificarse mediante los logros alcanzados por SOMOS, una red de 2,500 médicos independientes que atienden a alrededor de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York, en su mayoría hispanos, afroamericanos y asiáticos.

Para que el modelo VBC funcione, los médicos deben mantener cuidadosamente actualizados los Registros Médicos Electrónicos (EHR), mismos que se envían periódicamente al Departamento de Salud para su evaluación. Es entonces cuando se determina si la población atendida muestra signos de salud duradera, lo que a su vez rige el nivel de retribución de cada médico. El mantenimiento de los EHRs es una tarea que deben realizar tanto los médicos como su personal administrativo. Así, cualquier registro fraudulento puede detectarse rápidamente. 

La actualización puntual de los EHRs desempeña un papel relevante en los Hogares Médicos Centrados en el Paciente (PCMHs). El personal de SOMOS trabaja con los consultorios médicos para convertirlos en portales de una sola ventanilla, donde todo el historial médico de un paciente queda registrado. Así, el médico puede conocer y dar seguimiento a los servicios que recibe un paciente, ya sean estos médicos, psicológicos o sociales. Lo social se refiere al conocimiento que los médicos tienen de las cuestiones sociales de los pacientes y que pueden afectar su salud, como malas condiciones de alojamiento, desempleo y pobreza. Por eso, es necesario que tanto el médico como su personal administrativo mantengan y actualicen cuidadosamente el retrato electrónico de cada paciente. Los datos fraudulentos pueden detectarse, así, fácil y rápidamente.

Ahora bien, los médicos corruptos se sentirían incómodos al formar parte de la VBC, aun cuando vieran aumentar sus ingresos, factor que incita su conducta delictiva. Idealmente, se convertirían en mujeres y hombres honestos bajo el esquema de la VBC. Sin embargo, es difícil imaginar a un médico poco ético en el sistema VBC de SOMOS, pues éste se basa en la estrecha relación médico-paciente. Este lazo se forja a través de la confianza que los médicos saben ganarse de sus pacientes, especialmente al conocer bien su estado de salud, pero también a sus familias y circunstancias particulares. Para tener un conocimiento más preciso al respecto, los médicos de SOMOS cuentan con el apoyo de los Trabajadores Comunitarios de la Salud, quienes fungen como sus ojos y oídos dentro de la comunidad. Dada la autoridad moral de los médicos de SOMOS, es difícil imaginar que un médico proclive a cometer fraudes, con un interés mucho menor por el bienestar de sus pacientes, llegara a ganarse esa posición de confianza.

Por encima y más allá de la proclividad al fraude y al despilfarro que acusa el modelo tradicional del Medicaid, es real la prestación relativamente pobre de los servicios médicos destinados a las personas más vulnerables de nuestra sociedad. A los pacientes más necesitados —gente de color entre ellos— se les dificulta por lo general el acceso a la atención que requieren, sobre todo a causa de la intrincada red de médicos a los que, al menos en papel, tienen derecho a consultar. Un famoso estudio realizado en el estado de Oregón entre 2009 y 2010 reveló que las personas con cobertura del Medicaid no mostraban mejorías significativas en las enfermedades más comunes, como hipertensión, diabetes y colesterol elevado, en comparación con las personas sin ningún tipo de seguro médico.

SOMOS generó ahorros del orden de los $330 millones de dólares en beneficio de los contribuyentes al reducir en 25 por ciento tanto las visitas innecesarias a las salas de urgencias como las onerosas hospitalizaciones. He ahí el fruto tangible de la Atención Basada en el Valor Real. Ha llegado la hora de que se desmantele el Medicaid tradicional y se implante la fórmula VBC en todo el sistema sanitario de nuestro país. De esta manera se beneficiarían enormemente los médicos, los pacientes y los contribuyentes.


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martes, 8 de agosto de 2023

SOMOS: como el sándalo…

SOMOS Community Care – desde su fundación – nació y se ha desarrollado con el propósito de ser una organización que – aglutinando en red a médicos primarios y a sus clínicas – intenta un modelo nuevo o renovado de atención a los pacientes más vulnerables y menos favorecidos de nuestra población - especialmente – migrante en la ciudad de Nueva York.

Nos animan los mejores principios morales en la búsqueda del bien común y en el servicio a la salud y vida de los destinatarios de nuestra misión. Y en nuestra organización, como empresa sanitaria, nos anima la ética tanto en las interrelaciones humanas al interior de la empresa como en el manejo de todos los asuntos económicos y administrativos de nuestra organización.

La asistencia sanitaria primaria y familiar de nuestros médicos, de modo preventivo, busca evitar la saturación de los centros hospitalarios y propugnamos por un modelo según el cual asistan a las instituciones hospitalarias los pacientes con necesidades urgentes y prioritarias.

Los años de servicio a la salud de SOMOS han sido posibles gracias a la integración – como ya dije – de cientos de médicos con sus clínicas, pero, también, a los fondos gubernamentales que hemos ganado, en el programa DSRIP de reformas al sistema de salud estatal, debido a nuestros excelentes resultados y competencias, para continuar desarrollando nuestra visión y misión ya mencionada arriba. Resultados que tienen que ver, por ejemplo, con la disminución en los índices de la presión al sistema de urgencias hospitalarias y a la baja, además, en los índices de hospitalizaciones innecesarias. 

Nuestro modelo sanitario, más preventivo que remedial, más familiar que masivo y – en lo posible – con atención en la propia cultura, costumbres y lengua de los pacientes, por parte de médicos también inmigrantes, auxilia y mejora el sistema MEDICAID pero, no desconocemos, las desavenencias que nuestra tarea organizacional pueda traernos con el tradicional sistema hospitalario al que, por falta de una atención previa, personalizada y preventiva asisten, masivamente, pacientes que muchas veces no requieren de servicios de urgencias y, en muchos casos, ni siquiera de servicios hospitalarios.

Como CEO de SOMOS, doy fe de la ética, transparencia y honestidad con la que manejamos los recursos económicos a nuestro cargo, de las exigencias éticas que al interior de nuestra organización existen y del deseo y mística que nos anima a continuar progresando en el servicio a la vida y salud de todos, especialmente de los más necesitados de nuestra ciudad. 

Nos esforzamos porque todo servicio profesional contratado para el progreso o difusión de SOMOS se cumpla y se pague según corresponda. Del mismo modo, nos esforzamos porque los servicios sanitarios solicitados a la red de médicos asociados en nuestra Organización SOMOS tengan el sello de la ciencia, eficiencia, prontitud y solidaridad que el bien invaluable de la salud exige.

Porque en SOMOS promovemos al interior y exterior de nuestra organización los más elevados y más nobles valores del espíritu humano, hemos desarrollado – de manera abierta y aconfesional - tareas conjuntas con diversas iglesias y denominaciones religiosas (católicos, musulmanes, judíos, protestantes…) 

Con las instituciones religiosas con las que hemos trabajado, coincidimos en la búsqueda del bien común y en el cuidado de la salud, como valores y fundamentos de la persona, de la familia y de la sociedad. Les hemos apoyado y nos han apoyado – especialmente en la pandemia - con sus lugares de culto, en la búsqueda de la salud, mediante campañas sanitarias realizadas en sus comunidades. 

Este trabajo mancomunado con comunidades religiosas nos ha procurado el encuentro personal y el aliento para nuestro ser y quehacer con líderes religiosos como el Papa Francisco, quien nos ha acogido y nos inspira, como a toda la humanidad.

El prestigio que SOMOS ha ido adquiriendo con el paso de los años, está fundado en el servicio que hemos prestado a la salud de nuestra ciudad, especialmente en tiempos de la pandemia por el Covid-19 pero, además, nuestra visión humanista y solidaria con quienes más sufren ha logrado que SOMOS extienda sus servicios, atención y auxilios puntuales y en situaciones de catástrofe y emergencia – a comunidades en Haití, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, etc.

Deseamos continuar siendo una Organización para la salud cada vez más conocida y requerida. Deseamos crecer en más y mejores servicios con los años y, para ello, esperamos seguir contando con los patrocinios gubernamentales de tipo local, estatal y nacional, que correspondan, eso sí, a nuestros logros, competencias e índices laborales.

Ni los seres humanos ni las instituciones estamos exentos de ser afectados por los juegos de la competencia o del poder, o por los juegos económicos y los vaivenes políticos que se dan en toda sociedad. En SOMOS nos entendemos como célula viva y fundamental del cuerpo social, corremos los riesgos que tiene ser un ente vivo y productivo de la sociedad y apelamos a la credulidad de todos en nuestra visión y tarea a favor de la salud para seguir creciendo y existiendo.

Para las dificultades que todos, hombres y organizaciones sociales, podemos padecer mientras existimos, por causas endógenas o exógenas a la misma organización, quisiéramos, en SOMOS y con palabras del premio Nóbel indio R. Tagore “ser como el sándalo que perfuma hasta el hacha del leñador que lo hiere”.




jueves, 20 de julio de 2023

LA MEJOR POLÍTICA

Agradezco la invitación para participar en este Seminario de Líderes Católicos.

Se me pidió que comparta con ustedes unas reflexiones sobre LA CULTURA DEL ENCUENTRO Y LA AMISTAD CÍVICA, desde el Magisterio del Papa Francisco, y lo que estas categorías y doctrinas suponen – como desafíos - para la vida y participación política de los hispanos católicos presentes en esta Nación.

En su Magisterio Petrino y especialmente en la Encíclica Fratelli Tutti, del 03 de octubre de 2020, el Papa Francisco, invitándonos a la construcción de un mundo mejor, mediante la convivencia fraterna, a la que nos invita a todos Jesús de Nazaret en su evangelio, nos exhorta a hacer posible mejores relaciones y comunidades, mediante la amistad cívica, ciudadana o social; amistad que posibilite la “cultura del encuentro”. 

“Amistad cívica” y “cultura del encuentro”: dos categorías que no son propiedad doctrinal o ideológica ni del cristianismo ni de nadie y sí, patrimonio de toda la humanidad.

La “cultura del encuentro” supone, en los individuos, la “virtud cívica”, que hunde sus raíces en el pensamiento y enseñanza de grandes filósofos griegos como Platón y Aristóteles. Virtud cívica y de lo cívico y social que implica una ética ciudadana, una normatividad que regule la indispensable y necesaria convivencia social.

Virtud cívica que, de darse entre los ciudadanos, puede cimentar la amistad cívica o social y, con ella, posibilitar la “cultura del encuentro”, como un ideal para la convivencia humana. Entendiendo que “la virtud cívica es una motivación para actuar según requiere de nosotros el bien de la sociedad, mientras que el interés propio es indiferente ante dicho bien. Así, pues, la motivación egoísta no puede ser virtuosa en ningún caso https://www.scielo.org.mx/scielo)

De esta manera, la amistad cívica, ciudadana o social, no consiste en los buenos modelos de urbanidad que hay que guardar en las relaciones personales y sociales, sino que trata de las relaciones que han de darse entre los ciudadanos en la búsqueda del bien común. 

Lo cual supone que, independientemente de nuestros intereses particulares o de nuestras diferencias políticas, religiosas, etc., hay – en la vida social – temas (educación, salud, etc.) en los que todos hemos de poner nuestro mejor empeño en la búsqueda del bien social general. 

Por tanto, la amistad cívica, al tiempo que exige el respeto de los derechos humanos individuales se ubica en un nivel de intereses y derechos superiores, aquellos que tienen que ver con la búsqueda del bienestar de todos. De tal manera que la amistad cívica se convierte en la condición sin la cual no es posible la aristotélica “concordia pacífica y social”, porque los amigos velan por el bien de todos los amigos.

El Papa Francisco, “reconociendo la dignidad de cada persona humana”, anhela que “podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad… como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos…” (FT 8). 

Una fraternidad universal que sea “sin fronteras”, que debe construirse – y precisamente por ello - en medio de “sueños que se rompen en pedazos”, de “derechos humanos no suficientemente universales” de “conflictos y miedos”, de “Globalización y progreso sin un rumbo común”, en medio de “sombras de un mundo cerrado”, de pandemias y otros flagelos de la historia, etc.

Fraternidad universal que – según el Papa Francisco- nos abre a la esperanza para “gestar un mundo abierto”, teniendo como valor único el amor, en sociedades donde se integre a todos, con un amor solidario y universal que promueva a las personas y con “derechos sin fronteras”, siempre que los hombres y mujeres descubran la gratuidad en la vida de cada día para ser capaces de gratuidad con los otros, con “un corazón abierto al mundo entero”, a toda la humanidad.

Con estos presupuestos, el Papa Francisco construye su doctrina de “la mejor política”, afirmando que “para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto. (FT 154)

Una política que ha de construirse sobre el fundamento del “amor político”, eficaz, que integra y reúne y mediante la amabilidad y el gusto de reconocer al “otro”. Mediante el diálogo social, la verdad y los consensos para hacer posible – en amistad social - el surgimiento de una nueva cultura: la cultura del encuentro.

Entendiendo por “cultura” según Francisco: “algo que ha penetrado en el pueblo, en sus convicciones más entrañables y en su estilo de vida. Si hablamos de una “cultura” en el pueblo, eso es más que una idea o una abstracción. 

Incluye las ganas, el entusiasmo y finalmente una forma de vivir que caracteriza a ese conjunto humano.” (FT 216) 

Entonces, “hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos.” (FT 216)

“Mejor política”, “amistad social” y “cultura del encuentro” que, en la visión del Papa Francisco, tienen como última finalidad la construcción de la paz o del reinado de Dios (en Teología bíblica) mediante el perdón, como expresión del amor universal y evangélico; tarea a la que tienen que servir en el mundo todas las religiones. (FT Cap. 8) 

Porque “en muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia.” (FT 225)

Este sueño, este anhelo del Papa Francisco contiene muchas implicaciones para nuestra vida cotidiana como ciudadanos y, por ello, para nuestra vida y participación política, en el sentido griego más amplio del significado del término “política”, como búsqueda del bien común de la “polis”, de la ciudad y de todos los ciudadanos en ella.

Así, la vida ciudadana como ejercicio de la política o el ejercicio de la política como elección profesional partidista y de quehaceres electorales y gubernamentales no es, primeramente, un asunto de leyes sino de convivencia ética, vale decir, de convivencia que busca – mediante el don de la amistad entre los hombres – el bien de todos.

La política no es un ejercicio de publicidad, de discursos mentirosos, de búsqueda de privilegios e intereses particulares. La política es, ante todo, un ejercicio cotidiano de valores e intereses comunes compartidos en la búsqueda del beneficio de todos, especialmente de los más necesitados de la polis, de la sociedad.

Los noticieros nos cuentan a diario que esfuerzos mancomunados nos benefician a todos, pero que el ejercicio de la política individualista, egoísta, lleno de ambiciones por el poder y el lucro lleva, también a todos, a la ruina social. 

El ejercicio de la política cotidiana, con nuestros, hechos, palabras y actitudes ciudadanas o el ejercicio profesional en el liderazgo social político hace que todos nos salvemos o que todos nos hundamos, porque somos profundamente solidarios y corresponsables en el bien, pero también en el mal.

Hoy, por desgracia, especialmente en el ejercicio profesional y partidista de la política, el concepto de amistad se asocia con el de complicidad para la corrupción en el manejo y administración de lo público.

Pero el egoísmo e individualismo en lo público y la corrupción política por ausencia de “amistad social” y de sentido fraterno y universal en la vida ciudadana, van socavando las instituciones democráticas y generando “discordia social”, que se traduce en trágicas formas de violencia, de injusticia, de inequidad y de muerte.

Señores y señoras, ustedes son líderes en distintas áreas de la vida en sociedad. Ustedes son líderes de la comunidad hispana presente en esta Nación. 

Ustedes están llamados a orientar, guiar, liderar a las personas de sus entornos profesionales y comunitarios hispanos en la construcción de la amistad social, para la cultura del encuentro, la “mejor política” y la paz social. 

Ustedes tienen el encargo de formar, educar y liderar a nuestras comunidades hispanas para el ejercicio ciudadano cotidiano en beneficio de todos y de las mejores causas. 

Ustedes tienen la capacidad y responsabilidad de “dar gratis lo que han recibido gratis” para construir el mundo con el que sueña Francisco y con el que soñamos todos: un mundo en fraternidad universal y con abundancia de vida para todos. 

Un mundo en el que todos nos respetemos nuestros derechos y cumplamos con nuestros deberes. 

Un mundo en el que pasemos de ser anónimos, individuos agregados sociales o socios y competidores a reconocernos hermanos con un destino común, en una casa común. 

Un mundo en el que como, discípulos de Cristo, y mediante el mandamiento del amor, convivamos todos como hermanos, hijos del mismo Padre.

De todos nosotros depende que las generaciones presentes y futuras de hispanos en los Estados Unidos tengamos mejor y mayor participación ciudadana y política y, con ello, mejores vidas y una mejor Nación.

¡Muchas gracias!


Mario J. Paredes es miembro de del Consejo General Directivo de la Academia Latinoamericana de Lideres Católicos.


viernes, 14 de julio de 2023

Los programas basados en el valor real prometen transformar el sistema público de salud, sobre todo en beneficio de los marginados

Para 2030, los Centros de Atención del Medicare y del Medicaid planean tener inscritos a todos los beneficiarios del Medicare y a la mayoría de los del Medicaid en el programa del Pago Basado en el Valor Real (VBP) o en el de Atención Basada en el Valor Real (VBC). Dicho de manera sencilla, el VBC vincula la remuneración de los proveedores de servicios médicos con los resultados en el estado de salud de los pacientes en el largo plazo. La fórmula hace que los médicos se comprometan a mejorar el bienestar de las personas bajo su cuidado y cuentan con libertad e incentivos suficientes para ofrecer la atención adecuada en el momento preciso.

El VBC es un remedio contra los inconvenientes del tradicional sistema basado en el pago por servicios, donde los médicos y los hospitales cobran por cada servicio que prestan; así, se les retribuye por volumen, es decir, reciben más dinero si prestan más servicios, incluso si no logran con ellos el resultado deseado. El VBC modifica esta dinámica al incentivar la prestación de servicios de calidad para la mejoría efectiva del paciente, al tiempo que reduce los costos de la atención y el tratamiento.

Asimismo, el VBC representa una solución para el atribulado estado en que se halla el sistema público de salud de Estados Unidos. Nuestro país gasta un enorme porcentaje de su PIB en servicios de salud, mucho más que otros países desarrollados. Aun así, Estados Unidos registra la más alta incidencia de muertes prevenibles y tiene también la tasa más alta de mortalidad infantil entre estos países. Peor aún, la prolongada inequidad en el acceso a los servicios de salud deja a las minorías étnicas y a los pobres en un estado de indefensión y vulnerabilidad ante las enfermedades en comparación con el resto de la población. El VBC promete revolucionar el sistema público de salud en beneficio de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

El VBC ha generado ahorros significativos en beneficio de los contribuyentes, pues un mejor estado de salud mantiene a las personas lejos de las salas de urgencias y de las onerosas hospitalizaciones, al tiempo que los médicos reciben una mayor compensación por hacer mejor su trabajo. Esto último depende en gran medida de la coordinación de la atención brindada a un paciente; para ello, un médico primario conoce de cerca y controla todos los servicios que recibe o necesita el paciente. Aquí se incluye la atención propiamente médica, pero también los servicios para la salud mental. De manera significativa, se motiva y recompensa a los médicos para que estén al tanto de las necesidades sociales de los pacientes. Tales necesidades jamás serían atendidas en el modelo de pago-por-servicio.

La calidad de la atención brindada bajo el modelo del VBC se sustenta en dimensiones clave, como la eficiencia, para la cual los médicos usan solamente los recursos necesarios; la equidad, donde se estipula que la calidad de la atención debe ser equitativa y no diferenciarse con base en factores como la raza, el género o el ingreso; la atención se basa en el paciente y respeta los valores, las preferencias y las necesidades particulares; y la pertinencia o puntualidad significa que la atención debe prestarse sin retrasos prolongados.

Los modelos del VBC plantean distintos enfoques para los riesgos asumidos por los médicos. Existe un solo riesgo hacia el alza: que los médicos obtengan mayores ingresos al cumplir o exceder los estándares de calidad, costo o equidad. Un riesgo por contrapartida se deriva de que los médicos puedan también recibir menos ingresos si no logran cumplir ciertos niveles de éxito. Se cree que esta fórmula desalienta a los médicos reticentes a asumir riesgos para que se sumen a los programas del VBC.

Existen también recompensas no financieras para los médicos que se unen a los programas del VBC. La libertad de proporcionar el auxilio correcto en el momento preciso puede darles a los médicos un sentido de propósito y misión a su profesión. La participación en el VBC eleva, asimismo, el prestigio de un doctor.

Hay un creciente interés en los modelos del VBC dentro del sector comercial de la salud. Parece quedar más que claro que el significativo crecimiento de este esquema precisará que los modelos del VBC lleguen a ser más accesibles y ofrezcan mayores incentivos, sobre todo para los médicos que atienden a poblaciones marginadas. Sobre todo, se necesita realizar más investigación para determinar el impacto de los modelos del VBC en los pacientes, los médicos y en el sistema público de salud en general.

Contamos con una historia de éxito en la Ciudad de Nueva York, donde SOMOS Community Care atiende a cerca de un millón de los pacientes más necesitados del Medicaid local a través de su red de 2,500 médicos independientes, en su mayoría de atención primaria. Al atender a las comunidades de hispanos, afroamericanos y asiáticos, esta organización ha venido desarrollando un programa del VBC desde 2014, cuando se integró al programa de la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP), uno de los primeros programas de este tipo en todo el país.

SOMOS coloca a sus médicos en la posición idónea para brindar una atención de calidad superior a sus pacientes. Gracias al apoyo de los Trabajadores Comunitarios de la Salud —quienes realizan visitas domiciliarias para asegurarse de que los pacientes asistan a sus citas médicas—, los médicos conocen las circunstancias sociales prevalecientes en los hogares de los pacientes: los llamados Determinantes Sociales de la Salud. Por ejemplo, la humedad y el moho en una vivienda de mala calidad pueden impactar la salud física y mental de sus moradores, mientras que la pobreza puede significar que no cuentan con los medios necesarios para comprar alimentos frescos y saludables.

SOMOS transforma los consultorios de sus médicos en Hogares Médicos Centrados en el Paciente, un portal desde el cual es posible acceder a todos los servicios requeridos por los pacientes, y donde se cuenta con el apoyo de personal administrativo para darle seguimiento, por ejemplo, a la atención brindada por los especialistas y a su contribución específica en el mejoramiento de la salud general de cada paciente.

Los médicos de SOMOS le dan una dimensión especial a su profesión al compartir en muchos casos las mismas raíces culturales y étnicas de sus pacientes, en cuyas comunidades viven y trabajan. El conocimiento estrecho de las necesidades médicas y psicológicas de sus pacientes, así como de sus circunstancias particulares, hace que los médicos se conviertan en figuras confiables y en auténticos líderes de sus comunidades. Esta dimensión ha sido clave para el éxito del modelo VBC de SOMOS, éxito que se tradujo en ahorros de hasta $330 millones de dólares mediante la reducción del 25 por ciento en el número de visitas a las salas de urgencias y en el número de hospitalizaciones innecesarias.

Es indiscutible que la transformación del sistema público de salud de Estados Unidos —sobre todo en beneficio de los sectores más marginados de nuestra sociedad— requerirá la adopción y aceptación comprometida de los programas del VBC. Tanto los médicos como los pacientes son vitales en este proceso y son ellos quienes obtendrán los mejores beneficios con su implementación.



 

jueves, 15 de junio de 2023

En Curso la Purga de Beneficiarios del Medicaid

Una vez concluida la crisis de la pandemia, el gobierno decidió cancelar las disposiciones especiales que les habían permitido a millones de personas contar con el seguro del Medicaid. Hasta hace poco, 93 millones de estadounidenses —uno de cada cuatro— gozaban de esta cobertura o del Programa de Seguro Médico Infantil (CHIP, por sus siglas en inglés). Pero al vencer las provisiones especiales el 1 de abril, más de 600,000 personas han perdido hasta ahora su cobertura del Medicaid. La inmensa mayoría quedó al margen de este beneficio por no haber completado o enviado la documentación requerida conforme a las disposiciones oficiales en esta materia.

Por ejemplo, en Indiana, 53,000 personas perdieron su cobertura durante el primer mes después del término de las provisiones extraordinarias de la pandemia. Casi el 90 por ciento quedó fuera del Medicaid por razones burocráticas, como no haber enviado los formularios de renovación. Muchas de estas formas se enviaron por correo a direcciones desactualizadas. Por lo mismo, actualmente distintos grupos de activistas urgen a las autoridades sanitarias para que avisen a los destinatarios con al menos dos semanas de antelación antes de perder su cobertura médica. En Florida, 250,000 personas quedaron sin cobertura, 82 por ciento de las cuales por no haber completado la documentación requerida.

Evidentemente, es injusto penalizar a las personas por no llenar formularios o por no enviarlos a tiempo por correo. Los marginados, y sobre todo las personas de color, son especialmente vulnerables en este sentido, ya que no tienen experiencia para llenar formularios oficiales que suelen ser complicados. Para quienes el inglés no es su primera lengua, este proceso se dificulta aún más, pues la mayoría de los formularios ofrecen muy pocas opciones en otras lenguas. Peor aún, muchos beneficiarios del Medicaid simplemente no sabían que debían llenar y enviar estos extensos formularios para renovar su cobertura, sobre todo porque durante los tres años de vigencia de las provisiones especiales de la pandemia no se exigió ningún tipo de renovación.   

Según datos de catorce estados que comenzaron la purga del Medicaid a partir del 1 de mayo, 36 por ciento de los beneficiarios fueron eliminados por no cumplir con el perfil de elegibilidad. La mayoría de los estadounidenses obtienen esta cobertura mediante sus empleos o porque cumplen con los requisitos establecidos en la Ley de Cuidado de la Salud a Bajo Precio (ACA u Obamacare). No bien así, se estima que varios millones de personas, incluso niños, quedarán desprotegidos al no poder acceder más a la atención médica preventiva ni a recetas de medicinas básicas. La tasa de falta de cobertura pasará, así, del histórico 8.3 por ciento actual (el más bajo registrado) a 9.3 por ciento el próximo año.  

Para muchos, la falta de atención médica se traducirá en enfermedades crónicas desatendidas —como diabetes, afecciones cardiovasculares e hipertensión— que podrían salirse de control. Tarde o temprano, estos pacientes terminarán en las salas de urgencias y en onerosas hospitalizaciones, todo a expensas de los contribuyentes estatales, lo cual resulta irónico, pues los gobiernos estatales impulsan la purga del Medicaid para ahorrar dinero. 

Hay una alternativa, sin embargo: según la experiencia de una organización conformada por 2,500 médicos independientes —en su mayoría de atención primaria—, se demuestra que, al prestar una atención económica y de calidad a los beneficiarios del Medicaid, pueden generarse ahorros significativos en beneficio de los contribuyentes. Estos médicos independientes son parte de SOMOS Community Care, una red única en su tipo, que atiende a cerca de un millón de los beneficiarios más vulnerables y necesitados del Medicaid de la Ciudad de Nueva York, en su mayoría de origen afroamericano, asiático e hispano.

Los médicos de SOMOS se basan en el sistema del Pago Basado en el Valor Real (VBP), el cual estipula que a los médicos debe remunerárseles conforme a los resultados en el estado de salud de sus pacientes en el largo plazo. Entre más sanos estén los pacientes, mayor será la compensación del médico que los atiende. SOMOS ha establecido un modelo de atención que facilita y anima a los médicos para que den lo mejor de sí mismos. La clave del éxito es que los médicos conozcan realmente a sus pacientes y respondan a sus necesidades particulares, ya sean médicas, psicológicas o sociales. Este conocimiento integral de los pacientes forja una estrecha relación médico-paciente, donde el doctor asume el rol de una personalidad confiable, similar al tradicional médico de cabecera de antaño, quien era un líder reconocido y respetado en su comunidad.    

Los Trabajadores Comunitarios de la Salud son parte crucial de este modelo, ya que son los ojos y oídos de los médicos de SOMOS: realizan visitas domiciliarias para recordarles a los pacientes sus citas médicas y para evaluar sus condiciones de vida en general. La vivienda podría tener problemas de humedad y de plagas; el dinero podría escasear a causa del desempleo, y quizás no sea fácil acceder a alimentos nutritivos, al transporte o a la educación. A estos factores se les conoce como Determinantes Sociales de la Salud, y tienen un impacto decisivo en la salud física y psicológico de las personas.

La atención prestada a los pacientes es coordinada y registrada cuidadosamente para darle seguimiento a cada caso. SOMOS transforma los consultorios en Hogares Médicos Centrados en el Paciente, y así funcionan como puntos de acceso donde los pacientes reciben la atención integral que requieren. El médico primario monitorea el progreso de cada paciente, determinando, por ejemplo, si debe referirlo a un especialista. Nunca se le abandona a su suerte para que encuentre por su propio pie la atención que precisa a través de un sinuoso laberinto de dificultades, como ocurre con el Medicaid tradicional. 

Finalmente, pero no por ello menos importante, cabe señalar que muchos médicos de SOMOS comparten las mismas raíces étnicas y culturales de sus pacientes, lo cual fortalece la relación de confianza que se ha forjado entre ambos dentro de sus barrios y comunidades.

Al funcionar como parte de una innovadora iniciativa de atención médica impulsada por el Departamento de Salud del Estado de Nueva York — la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP)—, SOMOS demostró que la atención médica de calidad es capaz de generar ahorros significativos. Esto fue así gracias a que SOMOS logró reducir exitosamente en 25 por ciento las visitas innecesarias a las salas de urgencias y las costosas hospitalizaciones en la misma proporción. Este logro significó ahorros del orden de los $330 millones de dólares en beneficio de los contribuyentes del estado de Nueva York.

La reforma de Medicaid —principalmente a través de la introducción del sistema del Pago Basado en el Valor Real— evitaría la purga de beneficiarios del Medicaid y, mejor aún, permitiría tener pacientes más sanos y, al mismo tiempo, generar ahorros significativos para los gobiernos estatales.





jueves, 8 de junio de 2023

¡Reforma Migratoria Ya!

Autobuses transportando seres humanos para tirarlos y abandonarlos en alguna ciudad “santuario” o en cualquier otro lugar, según el antojo de gobernantes, de Florida o Texas por ejemplo, como quien hace trasteo de ganado, con saña, burla y desprecio por los más elementales derechos humanos y  para satisfacer – como en un macabro y repugnante juego - caprichos partidistas, son imágenes y noticias recientes que todos conocemos, que nos dejan entre perplejos e indignados y que nos hablan del grave y vergonzoso deterioro y degradación moral y social que el manejo político de la situación de los inmigrantes está teniendo en esta nación.

Nación que se jacta de ser, para el mundo, modelo de democracia y de respeto a los derechos humanos. Lo anterior, sin contar los enormes sufrimientos, que de mil maneras padecen, en largas travesías, todos cuantos quieren alcanzar “el sueño americano”.

Los movimientos de la migración humana en nuestro mundo y tiempo están alcanzando un dramatismo insospechado y las tragedias humanas (separación de familias, enfermedades, violencia, desarraigo, hambre, muerte, etc.) que estos movimientos están provocando escapan al control de gobiernos y de naciones. El resultado es un escenario dantesco y catastrófico, con miles de vidas humanas en condiciones infrahumanas, que habla muy mal de nuestro espíritu humano en tiempos de globalización y de avances científicos y tecnológicos de los que nos ufanamos.

De muy poco sirven los avances materiales si no avanzamos o, peor, retrocedemos en humanización, en solidaridad y en justicia. Todo esto habla mal de nuestro grado de civilización y de la búsqueda del bien común – y no de intereses particulares y corruptos – que deben liderar y por los que deben velar nuestros gobernantes de aquí y de los países de donde provienen los migrantes.

Desde la última REFORMA MIGRATORIA, llevamos décadas escuchando hablar en esta nación de la urgencia de este asunto. Desgraciadamente el tema de la Reforma Migratoria, se ha manoseado y politizado de tal manera, por los politiqueros de turno, que lo han aprovechado, no por el afán de hacer justicia y procurar humanidad sino con el interés electorero de uno u otro bando.

Juego electoral mezquino y perverso por el que los partidos se echan culpas el uno al otro, o se turnan el tema o lo bloquean indefinidamente y que deja en el medio, sufriendo y en la incertidumbre, a millones de personas que – ya dentro de nuestras fronteras y residiendo aquí por muchos años - buscan regularizar y normalizar su situación como ciudadanos en esta nación, con los deberes y derechos que eso conlleva, para dejar de vivir en el miedo, en el ostracismo, en la penumbra y a merced de tantos abusadores de derechos humanos y civiles. Abusadores que encuentran en los inmigrantes indocumentados la oportunidad de pagar barato la mano de obra, de explotar laboralmente y de perseguir a quienes no se someten a sus violencias e injusticias.

Pero existen intereses superiores a los intereses partidistas, demagógicos y electoreros que hay que rescatar y enarbolar a favor de una postergada y urgente reforma migratoria. Temas como el reconocimiento de los derechos humanos y civiles, como el reconocimiento al valioso aporte cultural y al trabajo que en la construcción del desarrollo y progreso de esta gran nación han hecho los inmigrantes, el derecho a una vida digna y a una patria y la necesidad de que la estabilidad de esta nación se funde sobre el respeto al ser humano y a valores como la equidad, la justicia, la paz social y el respeto por la vida.

Organizaciones sociales, iglesias, etc., buscan con algunos aportes y acciones humanitarias paliar tanto dolor y aminorar el drama humano de los migrantes dentro y, esperando entrar, fuera de nuestras fronteras. En SOMOS Community Care, organización médica de la cual formo parte como su CEO, por ejemplo, ofrecemos atención médica que los migrantes recién llegados a nuestra ciudad de Nueva York requieran.

Pero todo esto son “paños de agua tibia” que no solucionan de raíz el problema y que – quizá – logren el efecto contrario y no deseado: el de alargar la pesadilla que padecen millones de hermanos.

La solución a este problema humano, tan grave y complejo la tienen los legisladores. ¡Basta ya de postergar una decisión legal contundente y definitiva para los migrantes indocumentados en nuestra nación! ¡Urge voluntad y decisión política de quienes tienen la tarea constitucional de legislar en bien de todos!

Sin ignorar que dicha decisión pasa también por un trabajo mancomunado con los gobiernos de los países de donde provienen las mayorías migrantes, culpables del multitudinario éxodo – casi siempre - por la corrupción administrativa que empobrece y produce todo tipo de inequidades sociales, injusticias y violencias que obligan a tantos a dejarlo todo en búsqueda de mejores condiciones de vida.

Son responsables también, en la solución de este descomunal problema humano, social e internacional los líderes políticos, sociales y religiosos de nuestras comunidades en los Estados Unidos, y pienso aquí, en este momento, especialmente en los líderes de la comunidad hispana. La REFORMA MIGRATORIA como acción política y legal requiere del compromiso, de la organización, de la unión de todas las fuerzas y de manifestaciones como instrumento de presión social ante nuestros legisladores.

El fenómeno migratorio hoy no es el mismo de hace décadas. La humanidad y su historia son dinámicas y siempre cambiantes. Por lo que la REFORMA MIGRATORIA que urgimos ha de tomar en cuenta las nuevas realidades y cambios culturales y sociales de los últimos tiempos.

Cuando un ser humano sufre la humanidad sufre. Por lo que nadie puede sentirse inexcusable o ajeno ante el fenómeno de la migración y sus padecimientos. Todos somos responsables y todos podemos y debemos poner lo mejor de nosotros, nuestros mejores esfuerzos, en la búsqueda de una solución legal definitiva que les devuelva el derecho a una vida digna y a la esperanza en un mejor mañana a millones de hombres y mujeres que lo necesitan y lo merecen.


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jueves, 18 de mayo de 2023

Servicios médicos de calidad para los marginados: La Razo'n de Ser de SOMOS

La medicina es mucho más que el diagnóstico, el tratamiento o la cura: la profesión médica está obligada a integrar un elemento humanístico imprescindible, mismo que la fe, las vivencias o la voluntad propia moldean en cada doctor, y el cual es decisivo para determinar la manera en que los profesionales de la salud ejercen el oficio ancestral de prevenir las enfermedades y de curar a los enfermos. Esta convicción es la base del éxito de SOMOS Community Care: una red única en su tipo, conformada por 2,500 médicos independientes —en su mayoría de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York.

El fundador y actual presidente de la Junta Directiva de esta organización, el Dr. Ramon Tallaj, comprendió desde el inicio que los médicos independientes se hallaban en riesgo a causa de su aislamiento profesional: sólo en contadas ocasiones interactuaban entre ellos, mientras que en sus consultorios se exponían solitarios a un sistema sanitario corporativo que amenazaba con devorarlos en todos los ámbitos, sobre todo a través de la presión de las compañías aseguradoras, la competencia con los enormes conglomerados hospitalarios y las rígidas exigencias de la burocracia sanitaria.

Inmigrante de la República Dominicana, el Dr. Tallaj se propuso organizar a los médicos independientes al invitarlos a unirse al Corinthian Medical Group, precursor inmediato de SOMOS Community Care. Al trabajar juntos, podrían aprovechar mejor sus respectivas experiencias individuales y, al mismo tiempo, conformar una organización colectiva capaz de negociar en mejores términos con las aseguradoras, los proveedores farmacéuticos y las autoridades sanitarias. La integración al CMG demostró ser un paso decisivo en el propósito de hacer progresar y consolidar a los consultorios médicos privados.

En agosto de 2014, SOMOS inició sus operaciones al participar en el recién estrenado programa de la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP), una innovadora iniciativa del entonces gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, la cual fue diseñada para reducir significativamente los gastos derivados del Medicaid y, a la vez, para reformar el imperante modelo sanitario tanto como fuera posible.

La DSRIP tuvo como el más noble de sus propósitos mejorar la atención médica prestada a los sectores más marginados de nuestra sociedad. Pero desde su puesta en marcha, los sistemas hospitalarios buscaron imponer su autoridad hegemónica e impedir que una red de médicos independientes como SOMOS —ajena por completo a las estructuras corporativas y en la que muchos de sus médicos son vecinos de sus pacientes— se incluyera entre los 25 proveedores autorizados para sumarse a la novedosa iniciativa.

Estos poderosos sistemas hospitalarios estaban decididos a borrar del mapa sanitario de la Ciudad de Nueva York a SOMOS. Los intereses creados en el terreno del sistema público de salud significaron, en efecto, un obstáculo mayor para lograr la operación de SOMOS. Al final, sin embargo, esta organización logró convertirse en un miembro autorizado del Sistema de Proveedores de Prestaciones dentro de la DSRIP y, así, su red de médicos independientes pudo atender bajo este esquema a las comunidades afroamericanas, asiáticas y latinas de NYC, incluyendo a muchos otros inmigrantes.

 Aun así, a SOMOS no se le tomó en serio. De ahí que le impusieran como condición contar con un hospital en calidad de fiduciario, el cual estaría encargado de supervisar los gastos de SOMOS y de aprobar las decisiones de la organización. Afortunadamente, el Hospital Montefiore aceptó ser fiduciario —o corresponsable— de SOMOS, lo que dio lugar a la creación de una asociación sólida y colaborativa que persiste hasta ahora.

Durante décadas, el sistema público de salud de Estados Unidos se ha enfocado en el objetivo de mantener el status quo. Incluso cuando hemos llegado a contar con líderes hispanos al frente de los sistemas hospitalarios, la asistencia sanitaria se sujetó siempre a intereses corporativos. Estados Unidos tiene el mejor servicio del mundo para atender enfermedades, pero no para prevenirlas. Los humildes, ancianos, inmigrantes, y demás sectores marginados, tienen que acudir a las salas de urgencias, incluso a causa de un simple dolor de cabeza. Y es entonces cuando llegan las cuentas astronómicas. Todo esto ha sucedido por años, pero nadie había querido hacer nada al respecto. Era mejor hacer caso omiso, lejos de la sombra de los poderosos grupos corporativos, antes que arriesgar una carrera política por atreverse a beneficiar a los más necesitados.

Debe hacerse notar que, bajo el esquema de la DSRIP, a SOMOS sólo se le pagaron los servicios realmente prestados. El Consejo Directivo de SOMOS siempre estuvo al tanto de todos los gastos devengados. No se aprobó jamás un solo gasto sin que antes haya sido consultado, discutido y, sobre todo, verificado. 

SOMOS se convirtió, así, en una auténtica historia de éxito: al evitar que sus pacientes llegaran a las salas de urgencias y, peor aún, a las onerosas hospitalizaciones, logró ahorrarle al gobierno federal $48 millones de dólares anuales, en promedio, durante los cinco años de operación de la DSRIP, además del año de prueba.

Por lo mismo, se calcula que los contribuyentes neoyorquinos obtuvieron ahorros superiores a los $300 millones de dólares, gracias, sobre todo, a la reducción del 25 por ciento en el número de visitas a las salas de urgencias y a posibles hospitalizaciones, índice que se registró a partir de la implementación de este innovador programa piloto, y cuyo objetivo fue, precisamente, optimizar la calidad de los servicios prestados a los pacientes; con tan buena fortuna, que el Gobierno del Estado de Nueva York decidió distinguir a SOMOS con el estatus de Innovador en reconocimiento a su inédita fórmula del Pago Basado en el Valor Real (VBP), mediante la cual los médicos podían obtener mejores y mayores compensaciones al mejorar el estado de salud de sus pacientes en el largo plazo.

Un elemento clave para explicar el éxito de SOMOS ha sido el fomento de una estrecha relación médico-paciente. Un factor relevante en este sentido es el hecho de que muchos médicos de SOMOS viven y trabajan en los mismos barrios de sus pacientes, con quienes comparten, abrumadoramente, el mismo idioma y las mismas raíces culturales. Además, al tener a su servicio auténticas cuadrillas de Trabajadores Comunitarios de la Salud, los médicos de SOMOS conocen de primera mano las circunstancias sociales, familiares, económicas y psicológicas de sus pacientes. Por ejemplo, la pobreza puede hacer que las familias consuman pocos alimentos nutritivos, lo cual puede derivar en obesidad, hipertensión o diabetes, al margen de altos niveles de estrés o ansiedad.

 A diferencia de los sistemas hospitalarios y de las innumerables unidades de emergencia privadas, SOMOS no espera que los pacientes lleguen a sus consultorios. Desde el arranque mismo de la DSRIP, SOMOS desarrolló amplias campañas de educación sanitaria y ha ofrecido planes y modelos nutricionales de manera extensiva desde entonces. Al sumar a personalidades y estrellas latinas, lo hizo sólo en el afán de desarrollar una aplicación digital para ofrecer ejercicios y sugerencias nutritivas al alcance de todos. La educación sanitaria se ofrece en consultorios médicos, en juntas comunitarias, iglesias, e, incluso, en la calle.

SOMOS investiga, conversa, instruye y educa a las personas para que no lleguen a sus consultorios con enfermedades perfectamente prevenibles. SOMOS observa a sus pacientes desde una perspectiva holística, integral, con un radio de apreciación de 360 grados, pues considera diversos factores que, lamentablemente, otros servicios médicos no toman en cuenta. Los médicos y el personal auxiliar y administrativo de SOMOS buscan en todo momento el bien común, y para ello, se inspiran en los más altos principios morales. Se dedican de tiempo completo a la salud y al bienestar de las personas que atienden bajo la rúbrica de SOMOS.

La diferencia entre SOMOS y los hospitales y el sistema tradicional de salud pública estriba en la fórmula de la prevención antes que en el tratamiento mismo. Nuestros médicos están en los barrios, inmersos en la misma dinámica de vida de muchos de sus pacientes, a quienes también conocen y han atendido por generaciones. Esta estrecha familiaridad es fundamental para la atención preventiva. Resulta irónico observar que, lo que alguna vez fue algo tradicional —el médico de familia o de barrio—, es ahora un concepto revolucionario. Esto se explica a partir del estancamiento que los grandes sistemas hospitalarios han creado como poder definitorio en la atención sanitaria durante años. Los sistemas hospitalarios pasaron, en general, de ser instalaciones sanitarias para convertirse en grupos de interés y en cabilderos que ejercen su influencia para fijar las políticas sanitarias a nivel tanto estatal como federal. Esto los convierte en factores clave en un sistema sanitario basado en la enfermedad, pero no en un sistema de salud pública capaz de posicionar al paciente en el centro neurálgico de su visión y misión.

A estos enormes sistemas —establecidos sobre la idea de que entre más enfermos están los pacientes, mayores serán los beneficios económicos— les resulta inconcebible el hecho de que un grupo de 2,500 médicos independientes se haya empoderado y granjeado una excelente reputación dentro de las comunidades que atienden. También les preocupa la posibilidad de perder dinero por las visitas a las salas de urgencias en virtud de que los médicos de SOMOS atienden a cientos de miles de personas, intentado evitar que contraigan enfermedades crónicas o que tengan que llegar a las salas de urgencia por no tener a alguien que los atienda. En la visión de SOMOS, los hospitales deben atender solamente a pacientes con problemas urgentes y necesidades prioritarias.

La finalización del primer período de la DSRIP coincidió con el brote de la pandemia de la COVID-19. En este frente, SOMOS tomó también un curso decididamente distinto al del establishment del sistema público de salud, el cual se centraba en la hospitalización de los pacientes infectados y en la compra de costosos ventiladores y otros equipos médicos. En contraste, SOMOS se enfocó en la instrucción comunitaria y en la importancia de aislar a las personas infectadas y en proteger a los miembros de la familia que vivían en espacios abarrotados. Aquí, también, el enfoque fue el de la prevención, en lugar del tratamiento propio de la enfermedad. SOMOS se esforzó en todo momento para que nuestro mensaje de aislamiento y protección llegara a todas las comunidades. Esta estrategia se enfrentó, necesariamente, a las grandes instituciones que buscaban mantener el status quo del sistema basado en el tratamiento de las enfermedades.

Nuestros médicos tomaron las calles. SOMOS adquirió e instaló tiendas de campaña en varios barrios para realizar pruebas de COVID-19, mismas que SOMOS compró a menudo con sus propios recursos. SOMOS alzó su voz en diversas estaciones de radio y televisión, y también difundió sus mensajes en la prensa para advertir a la población sobre la necesidad de practicar el distanciamiento social y de aislar a los enfermos, especialmente a los ancianos. Todos estos mensajes se difundieron en inglés, español y mandarín.

Las campañas educativas de SOMOS fueron intensas y eficientes. Posteriormente, SOMOS convenció a las autoridades sanitarias de la necesidad de que las personas se aislaran por convicción propia y, también, sobre la importancia de las campañas educativas entre los sectores más necesitados de nuestra sociedad.

Cuando, luego de varios retrasos prolongados, se le autorizó finalmente a SOMOS aplicar la vacuna contra la COVID-19, nuestra organización lo hizo en sitios comunitarios de distribución, saliendo de inmediato en busca de la gente y facilitando el acceso a la vacuna, sobre entre los más necesitados. Desde el inicio mismo de la pandemia, SOMOS también proporcionó raciones alimenticias en los barrios, trabajando codo a codo con importantes organizaciones caritativas. A la fecha, SOMOS aún espera que el Gobierno estatal le retribuya todo el esfuerzo y las contribuciones que hizo durante el combate de la pandemia.

Al concluir recientemente un informe sobre la historia de SOMOS, el Dr. Tallaj se expresó así: “Mi misión, y por ende la misión de la red de médicos que me honro en presidir, es educar a nuestras comunidades, a nuestros niños y jóvenes hoy mismo; y, de ser posible, infundir en ellos la prevención para evitar que las enfermedades crónicas, sobre todo las evitables, condicionen su vida en el futuro."

"Esto supone un beneficio económico para el gobierno como beneficiario de los programas sanitarios y para las compañías de seguros, también. Pero el mayor beneficio es para la persona, el ser humano, que podrá vivir y funcionar bien en nuestra sociedad. Si conseguimos ver así el papel del médico, si logramos convencer a los políticos de la importancia fundamental del médico de cabecera (médico general o de familia) y de la necesidad de destinar fondos a esos médicos para que los barrios, independientemente de la clase social que resida en ellos, se conviertan en conglomerados de personas sanas, habrá valido la pena enfrentarse a tantos retos... y haber tomado la decisión de seguir luchando."


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