jueves, 18 de mayo de 2023

Servicios médicos de calidad para los marginados: La Razo'n de Ser de SOMOS

La medicina es mucho más que el diagnóstico, el tratamiento o la cura: la profesión médica está obligada a integrar un elemento humanístico imprescindible, mismo que la fe, las vivencias o la voluntad propia moldean en cada doctor, y el cual es decisivo para determinar la manera en que los profesionales de la salud ejercen el oficio ancestral de prevenir las enfermedades y de curar a los enfermos. Esta convicción es la base del éxito de SOMOS Community Care: una red única en su tipo, conformada por 2,500 médicos independientes —en su mayoría de atención primaria— que atienden a cerca de un millón de los pacientes más vulnerables del Medicaid de la Ciudad de Nueva York.

El fundador y actual presidente de la Junta Directiva de esta organización, el Dr. Ramon Tallaj, comprendió desde el inicio que los médicos independientes se hallaban en riesgo a causa de su aislamiento profesional: sólo en contadas ocasiones interactuaban entre ellos, mientras que en sus consultorios se exponían solitarios a un sistema sanitario corporativo que amenazaba con devorarlos en todos los ámbitos, sobre todo a través de la presión de las compañías aseguradoras, la competencia con los enormes conglomerados hospitalarios y las rígidas exigencias de la burocracia sanitaria.

Inmigrante de la República Dominicana, el Dr. Tallaj se propuso organizar a los médicos independientes al invitarlos a unirse al Corinthian Medical Group, precursor inmediato de SOMOS Community Care. Al trabajar juntos, podrían aprovechar mejor sus respectivas experiencias individuales y, al mismo tiempo, conformar una organización colectiva capaz de negociar en mejores términos con las aseguradoras, los proveedores farmacéuticos y las autoridades sanitarias. La integración al CMG demostró ser un paso decisivo en el propósito de hacer progresar y consolidar a los consultorios médicos privados.

En agosto de 2014, SOMOS inició sus operaciones al participar en el recién estrenado programa de la Reforma del Sistema de Entrega de Pagos e Incentivos (DSRIP), una innovadora iniciativa del entonces gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, la cual fue diseñada para reducir significativamente los gastos derivados del Medicaid y, a la vez, para reformar el imperante modelo sanitario tanto como fuera posible.

La DSRIP tuvo como el más noble de sus propósitos mejorar la atención médica prestada a los sectores más marginados de nuestra sociedad. Pero desde su puesta en marcha, los sistemas hospitalarios buscaron imponer su autoridad hegemónica e impedir que una red de médicos independientes como SOMOS —ajena por completo a las estructuras corporativas y en la que muchos de sus médicos son vecinos de sus pacientes— se incluyera entre los 25 proveedores autorizados para sumarse a la novedosa iniciativa.

Estos poderosos sistemas hospitalarios estaban decididos a borrar del mapa sanitario de la Ciudad de Nueva York a SOMOS. Los intereses creados en el terreno del sistema público de salud significaron, en efecto, un obstáculo mayor para lograr la operación de SOMOS. Al final, sin embargo, esta organización logró convertirse en un miembro autorizado del Sistema de Proveedores de Prestaciones dentro de la DSRIP y, así, su red de médicos independientes pudo atender bajo este esquema a las comunidades afroamericanas, asiáticas y latinas de NYC, incluyendo a muchos otros inmigrantes.

 Aun así, a SOMOS no se le tomó en serio. De ahí que le impusieran como condición contar con un hospital en calidad de fiduciario, el cual estaría encargado de supervisar los gastos de SOMOS y de aprobar las decisiones de la organización. Afortunadamente, el Hospital Montefiore aceptó ser fiduciario —o corresponsable— de SOMOS, lo que dio lugar a la creación de una asociación sólida y colaborativa que persiste hasta ahora.

Durante décadas, el sistema público de salud de Estados Unidos se ha enfocado en el objetivo de mantener el status quo. Incluso cuando hemos llegado a contar con líderes hispanos al frente de los sistemas hospitalarios, la asistencia sanitaria se sujetó siempre a intereses corporativos. Estados Unidos tiene el mejor servicio del mundo para atender enfermedades, pero no para prevenirlas. Los humildes, ancianos, inmigrantes, y demás sectores marginados, tienen que acudir a las salas de urgencias, incluso a causa de un simple dolor de cabeza. Y es entonces cuando llegan las cuentas astronómicas. Todo esto ha sucedido por años, pero nadie había querido hacer nada al respecto. Era mejor hacer caso omiso, lejos de la sombra de los poderosos grupos corporativos, antes que arriesgar una carrera política por atreverse a beneficiar a los más necesitados.

Debe hacerse notar que, bajo el esquema de la DSRIP, a SOMOS sólo se le pagaron los servicios realmente prestados. El Consejo Directivo de SOMOS siempre estuvo al tanto de todos los gastos devengados. No se aprobó jamás un solo gasto sin que antes haya sido consultado, discutido y, sobre todo, verificado. 

SOMOS se convirtió, así, en una auténtica historia de éxito: al evitar que sus pacientes llegaran a las salas de urgencias y, peor aún, a las onerosas hospitalizaciones, logró ahorrarle al gobierno federal $48 millones de dólares anuales, en promedio, durante los cinco años de operación de la DSRIP, además del año de prueba.

Por lo mismo, se calcula que los contribuyentes neoyorquinos obtuvieron ahorros superiores a los $300 millones de dólares, gracias, sobre todo, a la reducción del 25 por ciento en el número de visitas a las salas de urgencias y a posibles hospitalizaciones, índice que se registró a partir de la implementación de este innovador programa piloto, y cuyo objetivo fue, precisamente, optimizar la calidad de los servicios prestados a los pacientes; con tan buena fortuna, que el Gobierno del Estado de Nueva York decidió distinguir a SOMOS con el estatus de Innovador en reconocimiento a su inédita fórmula del Pago Basado en el Valor Real (VBP), mediante la cual los médicos podían obtener mejores y mayores compensaciones al mejorar el estado de salud de sus pacientes en el largo plazo.

Un elemento clave para explicar el éxito de SOMOS ha sido el fomento de una estrecha relación médico-paciente. Un factor relevante en este sentido es el hecho de que muchos médicos de SOMOS viven y trabajan en los mismos barrios de sus pacientes, con quienes comparten, abrumadoramente, el mismo idioma y las mismas raíces culturales. Además, al tener a su servicio auténticas cuadrillas de Trabajadores Comunitarios de la Salud, los médicos de SOMOS conocen de primera mano las circunstancias sociales, familiares, económicas y psicológicas de sus pacientes. Por ejemplo, la pobreza puede hacer que las familias consuman pocos alimentos nutritivos, lo cual puede derivar en obesidad, hipertensión o diabetes, al margen de altos niveles de estrés o ansiedad.

 A diferencia de los sistemas hospitalarios y de las innumerables unidades de emergencia privadas, SOMOS no espera que los pacientes lleguen a sus consultorios. Desde el arranque mismo de la DSRIP, SOMOS desarrolló amplias campañas de educación sanitaria y ha ofrecido planes y modelos nutricionales de manera extensiva desde entonces. Al sumar a personalidades y estrellas latinas, lo hizo sólo en el afán de desarrollar una aplicación digital para ofrecer ejercicios y sugerencias nutritivas al alcance de todos. La educación sanitaria se ofrece en consultorios médicos, en juntas comunitarias, iglesias, e, incluso, en la calle.

SOMOS investiga, conversa, instruye y educa a las personas para que no lleguen a sus consultorios con enfermedades perfectamente prevenibles. SOMOS observa a sus pacientes desde una perspectiva holística, integral, con un radio de apreciación de 360 grados, pues considera diversos factores que, lamentablemente, otros servicios médicos no toman en cuenta. Los médicos y el personal auxiliar y administrativo de SOMOS buscan en todo momento el bien común, y para ello, se inspiran en los más altos principios morales. Se dedican de tiempo completo a la salud y al bienestar de las personas que atienden bajo la rúbrica de SOMOS.

La diferencia entre SOMOS y los hospitales y el sistema tradicional de salud pública estriba en la fórmula de la prevención antes que en el tratamiento mismo. Nuestros médicos están en los barrios, inmersos en la misma dinámica de vida de muchos de sus pacientes, a quienes también conocen y han atendido por generaciones. Esta estrecha familiaridad es fundamental para la atención preventiva. Resulta irónico observar que, lo que alguna vez fue algo tradicional —el médico de familia o de barrio—, es ahora un concepto revolucionario. Esto se explica a partir del estancamiento que los grandes sistemas hospitalarios han creado como poder definitorio en la atención sanitaria durante años. Los sistemas hospitalarios pasaron, en general, de ser instalaciones sanitarias para convertirse en grupos de interés y en cabilderos que ejercen su influencia para fijar las políticas sanitarias a nivel tanto estatal como federal. Esto los convierte en factores clave en un sistema sanitario basado en la enfermedad, pero no en un sistema de salud pública capaz de posicionar al paciente en el centro neurálgico de su visión y misión.

A estos enormes sistemas —establecidos sobre la idea de que entre más enfermos están los pacientes, mayores serán los beneficios económicos— les resulta inconcebible el hecho de que un grupo de 2,500 médicos independientes se haya empoderado y granjeado una excelente reputación dentro de las comunidades que atienden. También les preocupa la posibilidad de perder dinero por las visitas a las salas de urgencias en virtud de que los médicos de SOMOS atienden a cientos de miles de personas, intentado evitar que contraigan enfermedades crónicas o que tengan que llegar a las salas de urgencia por no tener a alguien que los atienda. En la visión de SOMOS, los hospitales deben atender solamente a pacientes con problemas urgentes y necesidades prioritarias.

La finalización del primer período de la DSRIP coincidió con el brote de la pandemia de la COVID-19. En este frente, SOMOS tomó también un curso decididamente distinto al del establishment del sistema público de salud, el cual se centraba en la hospitalización de los pacientes infectados y en la compra de costosos ventiladores y otros equipos médicos. En contraste, SOMOS se enfocó en la instrucción comunitaria y en la importancia de aislar a las personas infectadas y en proteger a los miembros de la familia que vivían en espacios abarrotados. Aquí, también, el enfoque fue el de la prevención, en lugar del tratamiento propio de la enfermedad. SOMOS se esforzó en todo momento para que nuestro mensaje de aislamiento y protección llegara a todas las comunidades. Esta estrategia se enfrentó, necesariamente, a las grandes instituciones que buscaban mantener el status quo del sistema basado en el tratamiento de las enfermedades.

Nuestros médicos tomaron las calles. SOMOS adquirió e instaló tiendas de campaña en varios barrios para realizar pruebas de COVID-19, mismas que SOMOS compró a menudo con sus propios recursos. SOMOS alzó su voz en diversas estaciones de radio y televisión, y también difundió sus mensajes en la prensa para advertir a la población sobre la necesidad de practicar el distanciamiento social y de aislar a los enfermos, especialmente a los ancianos. Todos estos mensajes se difundieron en inglés, español y mandarín.

Las campañas educativas de SOMOS fueron intensas y eficientes. Posteriormente, SOMOS convenció a las autoridades sanitarias de la necesidad de que las personas se aislaran por convicción propia y, también, sobre la importancia de las campañas educativas entre los sectores más necesitados de nuestra sociedad.

Cuando, luego de varios retrasos prolongados, se le autorizó finalmente a SOMOS aplicar la vacuna contra la COVID-19, nuestra organización lo hizo en sitios comunitarios de distribución, saliendo de inmediato en busca de la gente y facilitando el acceso a la vacuna, sobre entre los más necesitados. Desde el inicio mismo de la pandemia, SOMOS también proporcionó raciones alimenticias en los barrios, trabajando codo a codo con importantes organizaciones caritativas. A la fecha, SOMOS aún espera que el Gobierno estatal le retribuya todo el esfuerzo y las contribuciones que hizo durante el combate de la pandemia.

Al concluir recientemente un informe sobre la historia de SOMOS, el Dr. Tallaj se expresó así: “Mi misión, y por ende la misión de la red de médicos que me honro en presidir, es educar a nuestras comunidades, a nuestros niños y jóvenes hoy mismo; y, de ser posible, infundir en ellos la prevención para evitar que las enfermedades crónicas, sobre todo las evitables, condicionen su vida en el futuro."

"Esto supone un beneficio económico para el gobierno como beneficiario de los programas sanitarios y para las compañías de seguros, también. Pero el mayor beneficio es para la persona, el ser humano, que podrá vivir y funcionar bien en nuestra sociedad. Si conseguimos ver así el papel del médico, si logramos convencer a los políticos de la importancia fundamental del médico de cabecera (médico general o de familia) y de la necesidad de destinar fondos a esos médicos para que los barrios, independientemente de la clase social que resida en ellos, se conviertan en conglomerados de personas sanas, habrá valido la pena enfrentarse a tantos retos... y haber tomado la decisión de seguir luchando."


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lunes, 15 de mayo de 2023

La fe, y la falta de ella, entre los hispanos de Estados Unidos

Aun cuando la fe católica es la que profesa la mayoría de los hispanos en Estados Unidos, también es la que pierde a más latinos en comparación con cualquier otro grupo religioso, con un creciente número de hispanos que afirman no tener filiación religiosa. Estos son algunos de los hallazgos más relevantes de la encuesta del Pew Research Center publicada el 13 de abril pasado.

En 2010, 67 por ciento de los hispanos de Estados Unidos afirmaban ser católicos. Esta cifra cayó drásticamente al 43 por ciento en 2022, pero ya en 2018 se ubicaba en 49 por ciento. Casi uno de cada cuatro hispanos son excatólicos. Del 65 por ciento de los hispanos que afirman haber sido educados como católicos, el 23 por ciento reconoce que no se identifica más con esa religión. Algunos se han incorporado a otra fe, principalmente a la protestante, mientras que la mayoría no pertenece ya a ninguna Iglesia.

Los protestantes son el segundo grupo religioso más grande para los hispanos, con 21 por ciento. Entre los hispanos que residen en Estados Unidos, 39 por ciento asegura que la religión es “muy importante”. Entre los hispanos evangélicos, 73 por ciento afirma lo mismo, y 46 por ciento de los hispanos católicos piensa igual. Entre los hispanos católicos de Estados Unidos, 22 por ciento va a la iglesia semanalmente o más seguido. Solo el 1 por ciento de los que dicen no tener filiación religiosa hace lo mismo.

Los hispanos que se identifican como ateos, agnósticos o “nada en particular” se ubican en 30 por ciento, en contraste con el 10 por ciento que pertenecía a esta categoría en 2010 y al 18 por ciento en 2013. Debe hacerse notar que 29 por ciento de los hispanos que no practican ninguna fe siguen orando al menos una vez a la semana. Casi una cuarta parte de todos los hispanos de Estados Unidos son excatólicos.

El abandono del catolicismo es más pronunciado entre los jóvenes de 18 a 29 años. En este grupo poblacional, el 49 por ciento afirma no tener ninguna filiación religiosa. Por su parte, en los grupos de 50 a 64 años y de 65 años y más, es menos común que se identifiquen en esta categoría, con 20 por ciento y 18 por ciento, respectivamente. Aun así, estas cifras son significativas.

Entre los hispanos nacidos fuera de Estados Unidos y radicados aquí, 52 por ciento pertenece a la Iglesia católica, y 21 por ciento afirma no tener ninguna filiación religiosa. En contraste, 36 por ciento de los hispanos nacidos en Estados Unidos profesan la fe católica, y 39 por ciento no tiene ninguna filiación religiosa. El idioma también desempeña un papel relevante: 56 por ciento de los hispanohablantes se identifican como católicos, en contraste con el 32 por ciento de los anglohablantes. Esta cifra se ubica en 42 por ciento entre los bilingües encuestados.

La reducción en el número de hispanos que profesan la fe católica —sobre todo, pero no exclusivamente, entre los jóvenes— debe ser motivo de atención para los líderes de la Iglesia. Los obliga a idear formas innovadoras de evangelización que consideren lo que es más importante en las vidas de las personas, y que para muchas de ellas es el éxito material. Los hispanos que asisten a misa y que viven una vida católica no deben darse más por sentado.

Parece más que evidente que el estilo de vida estadounidense, basado en el entretenimiento y en la acumulación de dinero y de bienes materiales, obnubila a los hispanos con respecto a sus raíces y valores católicos. Los deja vacíos en aspectos cruciales de sus vidas. Muchas personas tienen dos o tres empleos para intentar progresar, dejando de lado la reflexión y la espiritualidad. Hay un grave retroceso en la valoración de la fe que delineó y dio sustento a las culturas latinoamericanas. Durante siglos, la Iglesia ha jugado un papel central en los países latinos y sus culturas, por lo que el catolicismo es, también, cimiento fundacional en la formación del ser humano.

A los líderes eclesiásticos les aguarda la tarea ineludible de presentar el catolicismo de una manera más dinámica y atractiva, capaz de hacer entender la importancia histórica y contemporánea de la fe. De alguna manera, la Iglesia debe abordar y desafiar convincentemente a la cultura hegemónica para presentar una alternativa viable en una cultura sustentada en el materialismo y la ambición para, así, tener éxito en ese terreno. La Iglesia puede emular la práctica evangélica y su compromiso de ir en busca de la gente en lugar de sentarse a esperar que las personas lleguen a la iglesia.

Asimismo, hay una batalla política e ideológica que debe librarse. Según la encuesta de Pew, los excatólicos señalaron la falta de inclusión de la comunidad LGBTQ, los escándalos de abuso sexual y el impedimento para que las mujeres puedan ser ordenadas, como algunos de los factores clave que los orillaron a abandonar su Iglesia. En este sentido, la Iglesia debe demostrar también un alto grado de sensibilidad y sofisticación para defender sus enseñanzas de manera convincente.

Sin un esfuerzo concertado y creativo por parte de la Iglesia para atender estas y otras deficiencias, la pérdida de católicos hispanos continuará sin cesar, socavando aún más la fe que de verdad llega al corazón de la comunidad hispana.


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