domingo, 10 de mayo de 2020

EL PRIMER PASO… Más allá de la Pandemia





Tímidamente, los humanos empezamos a asomarnos a las calles. Al parecer, van quedando atrás los más terribles días de miedo, tribulación, angustia y luto que nos dejó la pandemia por el coronavirus llamado covid 19. Cuando escribo este artículo, las cifras “oficiales” globales dan cuenta de casi tres millones y medio de contagiados, padeciendo en la más absoluta soledad, un millón de recuperados y casi doscientos cincuenta mil muertes en solitario, difuntos anónimos, sin dolientes ni pompas funerarias.

La humanidad entera vivió una situación inusitada e inédita de encierro, de retiro obligatorio, de confinamiento planetario, de cuarentena y asilamiento social como el remedio más efectivo para impedir el contagio, en prevención y cuidado de los dones inestimables de la salud y de la vida.

Esta, sin lugar a dudas, es la mayor crisis sanitaria de nuestro tiempo, que trastocó toda nuestra cotidianidad y “normalidad”, invirtió todas nuestras seguridades, certidumbres y costumbres, produjo la sospecha de los unos por los otros, sacudió nuestras ideas de solidaridad y fraternidad consistentes en estar-juntos, próximos los unos a los otros y produjo una – todavía – incalculable desaceleración económica mundial, manifestada – en primerísimo lugar, en una suma aterradora de desempleos.

Nadie duda que esta pandemia es un hito en la historia de la humanidad y un punto de inflexión para nuestra manera de vivir, de ser y estar en la tierra. Por eso, por estos días todos nos preguntamos cómo volver a lo que se llama ya la “nueva normalidad”. Y aunque la humanidad ha conocido anteriormente pestes y pandemias, ésta es la que nos correspondió vivir y sobre ésta quiero compartir aquí unas breves reflexiones que, siendo realistas, positivas y esperanzadoras, ojalá medien entre el exagerado optimismo de unos según el cual – pasada la pandemia – el mundo será “nuevo”, “otro” y radicalmente “distinto” al conocido, como si por arte de magia el virus nos convirtiera en mejores seres humanos y el pesimismo fatalista de otros que pregonan desastre, caos, hecatombe y muerte.

En primer lugar, permítanme resumir – además de las ya mencionadas arriba – otra de las evidencias y lecciones que nos deja la pandemia. De repente, descubrimos la inutilidad de las mil cosas que teníamos por importantes y la utilidad de las que valen de veras: una vida con sentido, con dirección, con valores… Porque la pandemia nos enfrenta a la realidad más real según la cual nada vale ni nada cuenta si no hay salud ni hay vida.

Por lo mismo, la pandemia nos enseña que no existen ni la economía ni ninguna otra área de la vida en sociedad sin la salud y la vida, como valores fundamentales de la existencia humana. Por lo mismo, también, la pandemia nos reveló de golpe y crudamente quién es quién en la sociedad. Quién es socialmente útil y quién inútil: porque hoy es más importante ser camillero de un hospital o domiciliario de un restaurante que jugador de futbol, estrella de cine o charlatán politiquero de pacotilla, a los que tanto culto y pleitesía rendimos… De repente, el personal sanitario y los profesionales científicos – a los que tan poco o ningún reconocimiento social damos - quedaron en la primera línea de la sociedad, en la lucha contra la pandemia

Aprendimos también sobre la condición planetaria y ecuménica de los seres humanos: que somos profunda y universalmente solidarios en el bien y en el mal. Que – literalmente – cuando alguien estornuda en china hay fiebre en el otro extremo de la tierra… Y que, por lo mismo, nada que interese a un ser humano puede dejar indiferente y ser ajeno al resto de la humanidad. Que como por estos días lo ha repetido el Papa Francisco “nadie se salva solo” y que todos compartimos la misma “casa común”.

Aprendimos que aunque la bondad y el altruismo no han desaparecido y se manifiestan por estos días en mil iniciativas de solidaridad con los más desprotegidos de la sociedad coexisten con formas de inconciencia, de egoísmo, corrupción y maldad manifestados por estos días especialmente en la no cooperación y cuidado para no contagiar a otros y en el robo de ayudas gubernamentales para los más pobres.

Políticamente hablando, si algo desnudó esta crisis sanitaria fue la insuficiencia e incapacidad de la tan publicitada “globalización” y de las instituciones gubernamentales para enfrentarla. Que un problema global ha pretendido ser resuelto con medidas locales. Quedaron, además, al

descubierto grandes fisuras y fallas estructurales en el seno de las sociedades. Fallas según las cuales las mil formas de inequidad y de injusticia estructurales no pueden continuar…

Nos percatamos también de una ausencia total de liderazgo mundial. Estados Unidos perdió la oportunidad de ejercerlo y los que soñábamos con un nuevo orden mundial multilateral, de golpe nos despertamos literalmente “desnortados”, sin norte, sin rumbo, desorientados…

Todo esto, con el peligro de que – con el pretexto de la pandemia – los abusadores en ciertos regímenes y gobiernos de turno se aprovechen de los miedos colectivos para atropellar y conculcar los derechos humanos, las libertades civiles e individuales alcanzadas, con - por ejemplo - estados de excepción, toques de queda, estados de emergencia para legislar, mayor intervención policial y militar para contener a la población en las calles, etc... Peligro que conduciría desgraciadamente a nuevas formas de autocracias, de autoritarismos, populismos, totalitarismos, dictaduras, proteccionismos, aislacionismos, nacionalismos y xenofobia, que atentarían contra formas de vida social en democracia ya conquistadas.

Curiosa y dolorosamente también, esta pandemia fue vivida con la ausencia del acompañamiento espiritual de las instituciones religiosas. En sociedades ya abiertamente ateas en las relaciones y estructuras sociales, a cada ser humano le ha tocado resolver solo – en su personal e íntimo confinamiento – las preguntas más angustiantes y fundamentales sobre el sentido de la vida y la proximidad de la muerte y el más allá…

Pero este no es el fin de la vida humana en la tierra y no puede ser tampoco el fin de la confianza, la solidaridad y la esperanza. Esta crisis ha de procurarnos a todos una nueva y distinta actitud frente a la vida y a los demás. Esta crisis puede significar una oportunidad para que los gobiernos del mundo apliquen nuevos paradigmas en todos los campos de la vida social: la familia, la salud, la educación, el trabajo, la vivienda, los servicios públicos, etc… Esta inconmensurable crisis es una oportunidad sin igual para ajustar valores humanos y sociales, para enderezar la andadura… Ahora se trata no sólo de vencer el virus sino de vencer nuestras soberbias vanas y los fracasos humanos y globales puestos al descubierto por la pandemia.

Esta crisis nos urge a todos por nuevas formas de cooperación internacional y formas de solidaridad globalizada menos dañinas y más sanas para todos, para que seamos capaces de lidiar con presentes y futuras crisis tales como el hambre, las guerras, el cambio climático, etc… temas estos que involucran también a al entera familia humana.

De la pandemia aprendamos que es falsa la disyuntiva salud-economía. Que en adelante el bien público exige que la economía esté puesta al servicio de la salud de todos… De cómo resolvamos y gestionemos las lecciones que nos deja esta pandemia dependerá – en gran parte – el futuro próximo de la humanidad. El virus no acabara con la desigualdad económica, tampoco con la mala entraña de gobernantes y gobernados. El virus tampoco no obrará milagrosamente una mutación en el espíritu humano. Nos salvarán – en adelante – eso sí, la solidaridad fraterna, la igualdad de oportunidades, el trabajo honesto y la confianza – sin temores ni angustias - en nosotros mismos, en los demás y en nuestras instituciones.

¡Que llegue pronto la vacuna! ¡Que regrese la alegría de vivir! ¡Que la próxima pandemia sea la del amor solidario y fraterno! “Llevadera es la labor cuando entre todos compartimos la fatiga” decía Homero. Y “un viaje de mil millas comienza con el primer paso” dijo Lao-Tse. Pues… ¡Demos el primer paso…!

jueves, 7 de mayo de 2020

SOMOS INNOVATION: el futuro después de DSRIP






Justo ahora, cuando nuestra ciudad, nuestro estado, nuestro país y el mundo entero se enfrentan a la pandemia del coronavirus, quiero antes que nada expresarles mi gratitud y mi mayor admiración por el trabajo que han venido desarrollando en la línea frontal para atender a las víctimas del coronavirus y para proteger a los neoyorquinos en todos los frentes. Es mi mayor anhelo que ustedes y su personal se mantengan sanos y salvos, y sepan que cuentan con todo el apoyo de nuestra organización SOMOS.

Como saben, el programa de DSRIP concluyó oficialmente el 31 de marzo de 2020. Nos causó una gran decepción enterarnos de que las autoridades federales y estatales hayan optado por no renovar el período del programa a pesar de los muchos logros alcanzados mediante DSRIP. Sin embargo, SOMOS continuará su labor innovadora en beneficio de los pacientes más pobres de la ciudad, ahora a través de SOMOS INNOVATION. Puesta la vista en ese nuevo capítulo, les escribo estas notas.

Lo siguiente se basa en las recomendaciones y observaciones contenidas en un reporte que elaboró Helgerson Solutions Group (HSG), el cual completó a principios de este año una auditoría estratégica de SOMOS, precisamente para delinear nuestro futuro después de DSRIP. El fundador y director de HSG es Jason Helgerson, ex director del Medicaid del Departamento de Salud de Nueva York y arquitecto visionario de DSRIP. Tanto él como su equipo conocen a detalle el panorama del sistema de salud. Es un panorama que se está transformando radicalmente a causa del modelo del Pago Basado en el Valor Real (VBP), y SOMOS INNOVATION será el guía y el defensor de nuestros médicos.

Como tal, el reporte de HSG asegura que SOMOS INNOVATION es “más que un simple innovador del VBP. […] SOMOS cuenta con el potencial para revolucionar la atención sanitaria y social… y para ser una luz en el desierto al servicio de los médicos y los grupos médicos de todo el país”. Tal como lo mostró por primera vez DSRIP, el modelo del VBP se aparta de la fórmula tradicional del Medicaid de pago-por-servicio, lo cual les permite a las organizaciones de médicos independientes evitar a los sistemas hospitalarios para “contratar directamente con las aseguradoras (o con el gobierno) y tomar el control de todos los dólares disponibles en el sistema de salud y de la flexibilidad que esos modelos de pago ofrecen para revolucionar la atención médica”. Con SOMOS INNOVATION de su lado, nuestros médicos podrán seguir “de pie para hacerse cargo de su propio destino”.

SOMOS INNOVATION continuará transformando la atención médica en beneficio de los pacientes más vulnerables de la Ciudad de Nueva York al proseguir con “la institucionalización de la competencia cultural, el empoderamiento de los pacientes y la atención de las auténticas causas de origen de la mala salud y sus efectos sociales”. El hecho de que muchos de nuestros médicos compartan los mismos antecedentes culturales de la gente que atienden significa “un conocimiento excepcional de su base de pacientes, algo que es muy difícil de lograr y mucho más difícil de replicar por parte de otras organizaciones”.

Con el fin de fortalecer la influencia y el crecimiento de nuestra red de médicos, SOMOS INNOVATION buscará sumar a otras asociaciones de médicos independientes (IPAs). También tendrá como prioridad asociarse con distintas organizaciones comunitarias para incluir a los Determinantes Sociales de la Salud, un componente crucial en la prestación de servicios integrales y holísticos en materia de salud. Una atención de tal naturaleza tiene el poder de mejorar “la felicidad comunitaria” al “incorporar todas las necesidades sanitarias, sociales y económicas de la comunidad”. Es un modelo de atención diseñado en torno al médico primario de vecindario como un auténtico líder comunitario.

Para prevenir la competencia, SOMOS INNOVATION planea establecer “asociaciones creativas” con hospitales que, de otra manera, podrían dificultar el acceso a una atención especializada. También buscará concretar contratos tipo VBP con organizaciones de atención médica administrada que aceptarán a SOMOS INNOVATION como un competidor hospitalario.

SOMOS INNOVATION ha estado funcionando por un tiempo y, actualmente, sigue implementando una rápida estrategia de desarrollo. El Consejo Directivo de SOMOS designó a un veterano del sistema de salud, con más de 20 años de experiencia, como presidente ejecutivo (CEO) de SOMOS INNOVATION: Dan McCarthy. Como experto en la atención médica basada en el valor real, Dan invirtió la mayor parte del año pasado construyendo la organización y poniendo en marcha a su equipo administrativo.

El momento es ahora, dice el reporte de HSG: “SOMOS está en el lado correcto de la historia del sistema de salud. Luego de varios años de retraso, el mundo sanitario está finalmente empezando a incorporar el valor real. El estado de Nueva York y el Medicare prosiguen presionando para que virtualmente todos los proveedores se incorporen al modelo del VBP”. El objetivo es posicionar a SOMOS INNOVATION en la vanguardia de la innovación de los servicios médicos financiados con recursos públicos, en todo el estado e, incluso, a nivel nacional.

El logro de este objetivo será crucial si SOMOS INNOVATION desea tener éxito en la tarea de habilitar a sus médicos para que sigan siendo competitivos en una época de cambios rápidos y de cara al desafío potencial que entraña el hecho de que los Cuatro Grandes —Apple, Google, Amazon y Microsoft— ingresen al campo de “la innovación tecnológica que revolucionará la prestación de muchos servicios médicos en la próxima década”, advierte HSG.
 
Bajo la forma de procesos robóticos y de Inteligencia Artificial, “la tecnología podría remplazar hasta un 80 por ciento de las funciones que actualmente desempeñan los médicos, y SOMOS deberá adelantarse a esa tendencia en beneficio de sus médicos”. Es necesario poner énfasis en el establecimiento de “asociaciones productivas entre médicos y máquinas”. El desarrollo de tecnologías cada vez más sofisticadas liberará a los médicos de sus “tareas rutinarias para que puedan volver a enfocar su tiempo y atención en el apoyo psicológico de sus pacientes y en ayudarles a comprender —y a actuar con respecto a— su condición médica”. Seguramente, esta estrecha atención brindada a los pacientes será esencial para proporcionar una óptima atención médica basada en el valor real.

Entre las herramientas tecnológicas del futuro estarán las aplicaciones de los teléfonos celulares, gracias a las cuales será posible monitorear a los pacientes las 24 horas de los 7 días de la semana. Es de esperarse un fuerte crecimiento en los tipos de “tecnología portátil, sensores biométricos y en otras aplicaciones”, todos trabajando en armonía para crear un “Internet del cuerpo”. “En el futuro, los médicos prescribirán aplicaciones”, lo cual les permitirá a los pacientes diagnosticarse por su cuenta. Sobre todo, la tecnología generará “un cambio en el largo plazo del manejo de las enfermedades a la prevención de las mismas”.

El reporte dice que, en el futuro, los médicos podrían “dar sus indicaciones mediante aplicaciones de conversación, mensajes instantáneos y videollamadas, en vez de estar sentados en un consultorio con una larga fila de pacientes que esperan verlos”. Se hace notar en el informe que los médicos de SOMOS “ya sobresalen en algunos aspectos interactivos de su trabajo gracias a la virtud de estar en, y ser parte de, la comunidad a la que atienden”, pero será necesario que adquieran “nuevas destrezas” […] “para forjar el pivote que los eleve a un papel más interpretativo y contextual por sí solo”.

HSG señala que la telemedicina —la atención a distancia del paciente— tendrá un valor de mercado de $130 mil millones de dólares en 2025; y “se proyecta que el mercado de la inteligencia artificial abocada a la atención médica alcance los $19 mil millones de dólares en 2026”. Toda esta innovación significa que “el futuro de la medicina será más preciso, personalizado, inclusivo y preventivo. Estos atributos se apegan perfectamente a los valores actuales de SOMOS”.

En efecto, apoyar y capacitar a nuestros médicos para que puedan “planear y prepararse para las disrupciones tecnológicas del futuro” será el distintivo de SOMOS INNOVATION. Parte del compromiso general de nuestra organización es capacitar a nuestros médicos para que estén en posibilidades de ofrecer el mejor servicio posible a los pacientes más vulnerables de la Ciudad de Nueva York y, de esta manera, para llevar a cabo una reforma duradera de la prestación de servicios médicos subvencionados con fondos públicos.