Llega el 2013. Un año más en el conteo de la historia de la humanidad. Un año más de nuestras historias personales, familiares y sociales. Otro año más de vida y con él una nueva oportunidad para evaluar, replantear, proyectar, empezar de nuevo.
Son muchos los desafíos que nos interpelan y que reclaman lo mejor de cada ser humano y de la humanidad entera para encontrar soluciones, para hacer de este espacio tiempo “un cielo nuevo y una tierra nueva”.
Los conflictos bélicos, las guerras entre naciones y las guerrillas internas, la inequidad económica y las grandes brechas entre los pueblos y hombres que lo tienen todo y de sobra y las inmensas mayorías que no tienen nada, la injusticia social con mil causas y manifestaciones, la desigual oportunidad de acceso a los beneficios sociales, la discriminación en tantos aspectos de la vida social, las fronteras, los movimientos migratorios, la crisis económica global, la corrupción administrativa en los gobiernos y en las empresas públicas y privadas, tantas evasiones en la juventud (drogas, sexo, fama, etc.) el derroche y despilfarro de unos pocos como afrenta a la miseria de tantos, el consumismo y el materialismo que ahogan e impiden una visión trascendente de la vida, el sin-sentido de la sociedad hedonista y pansexualista, la pérdida de valor de la vida humana, la primacía del tener sobre el ser y de lo material sobre las personas, la primacía de la ética y de la técnica sobre la ética y la moral, la búsqueda del poder a toda costa para oprimir y aplastar antes que para servir, el privilegio de la producción y acumulación de riquezas y de capital antes que la búsqueda de una economía mundial solidaria, humana, justa, equitativa y fraterna, el permanente daño a la naturaleza y al planeta, etc… son problemas globales que nos retan, nos interpelan y piden de cada ser humano y de los que nos llamamos “cristianos” respuestas prontas, adecuadas y razonables.
Los cristianos tenemos razones de sobra para celebrar el comienzo de otro año como una oportunidad única para hacer del mundo y de nuestra coyuntura histórica el espacio-tiempo en el que acontezca el reinado de Dios.
Reinado de Dios que sucede cuando deponemos nuestros caprichos e intereses para anteponer la voluntad de Dios que – vivida y enseñada por Jesús – consiste en que nos “amemos los unos a los otros”. Reinado de Dios que es posible cuando nos reconocemos hermanos, hijos del mismo Padre.
El refranero popular dice que “año nuevo: vida nueva”. Esta debería ser nuestra divisa, nuestro propósito, el de todos: el de ir edificando vidas “nuevas”, relaciones interpersonales y entre pueblos y naciones “nuevas”, para la construcción de “nuevas” instituciones en sociedades “nuevas”.
Que la felicitación con los mejores deseos que por estos días nos ofrecemos nos comprometa a la construcción de un año verdadera, profunda y radicalmente nuevo a nivel personal, familiar y social. FELIZ Y BENDECIDO AÑO NUEVO 2013!