miércoles, 14 de septiembre de 2016

Una Celebración para la Reflexión





Como todos los años y por decreto del Congreso, del 15 de septiembre al 12 de octubre, celebramos en los Estados Unidos el MES DE LA HERENCIA HISPANA. Se trata de un tiempo para que la entera sociedad norteamericana reconozca la presencia Hispana en esta sociedad y los aportes de la Comunidad Hispana a la construcción de esta Nación. De nuestra parte, como hispanos, se trata de una oportunidad única para que cada año volvamos a las preguntas fundamentales sobre nuestro ser y quehacer como Comunidad Hispana presente en esta Nación; sobre cuál es nuestra HERENCIA al progreso de esta Nación.
Preguntas tales como:

  •  ¿Dónde están y quienes son los líderes de la Comunidad Hispana en los Estados Unidos? 
  •  ¿Qué formación tienen para el ejercicio de dicho liderazgo? 
  • ¿Hacia dónde va y avanza la Comunidad Hispana en los Estados Unidos presidida por qué tipo de líderes, si los hay?
  • Celebramos el MES DE LA HERENCIA HISPANA, pero ¿qué es lo que celebramos? 
  •  ¿Cuál es nuestra mejor herencia y valores como hispanos? 
  •  ¿Cuál es el futuro de nuestro pasado? 
  •  ¿Nuestra presencia hispana en esta Nación se está realizando como un fenómeno social de “integración” – sin olvidar nuestra identidad hispana y preservando lo mejor de nuestra cultura – o como un fenómeno social de “asimilación” por y en la cultura dominante, con pérdida de nuestra identidad y de lo mejor de nuestro pasado, nuestros orígenes, nuestros valores y nuestra historia?

Vivimos hoy a nivel mundial y como nunca en la historia de la humanidad, el drama mundial de desplazados, desterrados, migrantes, deportados, asilados, refugiados, etc. 

Aquí y ahora, donde y cuando todo se cuantifica y sistematiza tecnológicamente, estamos midiendo y metiendo en estadísticas todo tipo de quebrantos, enfermedades, dramas humanos y dolores; sin embargo, hay un dolor, un drama humano del que pocos hablan y nada se mide: el sufrimiento de los millones de hombres y de mujeres que – en el mundo entero – abandonan o se ven forzados a abandonar los suyos y lo suyo, sus primeros amores y querencias, para ir tras el sueño de mejores condiciones de vida.

Los gobernantes de los países desarrollados – destino de las más grandes oleadas migratorias – no terminan – sin embargo – de definir políticas de gobierno, a gran escala, que acierten en las soluciones de lo que este tema y problema humano significa.

En época de campaña electoral en esta Nación aparece siempre el tema migratorio y los hispanos en esta Nación hemos de estar alerta de las promesas electorales para no convertirnos en una Comunidad manipulable, títere y presa fácil de politiqueros de turno y – en este tema específico de reformas migratorias – continuar siendo una Comunidad postergada y burlada.

El ejercicio del voto por el que elegimos gobernantes es un ejercicio democrático definitivo para el presente y futuro de toda Nación y, por ello, de esta en la que habitamos. Pero no puede ser un ejercicio amarrado a colores o intereses de partidos políticos que hoy van fracasando y dejando una estela de desesperanza porque no corresponden con los intereses del bien común.

Esta época en la que nos correspondió vivir es más un cambio de época que una época de cambios. Asistimos a un cambio en el modo de ser y proceder el ser humano, hay un cambio en la mentalidad y en las tendencias humanas a lo ancho del Planeta que pide de la Comunidad Hispana presente en esta Nación: preparación, educación, formación y conciencia de la presencia tan importante, tan definitiva y tan definitoria que ya tenemos en el presente y en el futuro de esta Nación.

Nuestro pasado hispano contiene una enorme carga de valores ancestrales, arraigados e impresos en nuestro ethos cultural, tales como el valor de la familia, de los amigos, de lo Trascendente, del trabajo, de los ideales por realizar, del entretenimiento y el encuentro festivo. Pero esta manera de ser y proceder “hispana” ha de integrarse tanto en el cambiante ámbito socio-cultural de esta Nación como en en el más global: el de todos los seres humanos que peregrinamos con las esperanzas puestas en un mundo mejor que el presente.

Para la construcción de esa sociedad norteamericana mejor y del mundo mejor que anhelamos, los hispanos en los Estados Unidos de Norteamérica tenemos mucho que aportar, mucho que ofrecer siempre que no abandonemos lo mejor de “lo propiamente hispano” en aras de los espejismos que supone la cultura materialista, consumista y hedonista que nos circunda y que atenta con lo mejor de nuestro pasado y, por ello, con el futuro mejor que esperamos.

Que este mes de la HERENCIA HISPANA 2016 sea para todos nosotros una ocasión para la celebración,  pero - sobre todo - una importante oportunidad de seria reflexión.


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