Como
todos los años y por decreto del Congreso, del 15 de
septiembre al 12 de octubre, celebramos en los Estados Unidos el MES DE LA
HERENCIA HISPANA. Se trata de un tiempo para que la entera sociedad
norteamericana reconozca la presencia Hispana en esta sociedad y los aportes de
la Comunidad Hispana a la construcción de esta Nación. De nuestra parte, como
hispanos, se trata de una oportunidad única para que cada año volvamos a las
preguntas fundamentales sobre nuestro ser y quehacer como Comunidad Hispana
presente en esta Nación; sobre cuál es nuestra HERENCIA al progreso de esta
Nación.
Preguntas
tales como:
- ¿Dónde están y quienes son los líderes de la Comunidad Hispana en los Estados Unidos?
- ¿Qué formación tienen para el ejercicio de dicho liderazgo?
- ¿Hacia dónde va y avanza la Comunidad Hispana en los Estados Unidos presidida por qué tipo de líderes, si los hay?
- Celebramos el MES DE LA HERENCIA HISPANA, pero ¿qué es lo que celebramos?
- ¿Cuál es nuestra mejor herencia y valores como hispanos?
- ¿Cuál es el futuro de nuestro pasado?
- ¿Nuestra presencia hispana en esta Nación se está realizando como un fenómeno social de “integración” – sin olvidar nuestra identidad hispana y preservando lo mejor de nuestra cultura – o como un fenómeno social de “asimilación” por y en la cultura dominante, con pérdida de nuestra identidad y de lo mejor de nuestro pasado, nuestros orígenes, nuestros valores y nuestra historia?
Vivimos
hoy a nivel mundial y como nunca en la historia de la humanidad, el drama
mundial de desplazados, desterrados, migrantes, deportados, asilados,
refugiados, etc.
Aquí
y ahora, donde y cuando todo se cuantifica y sistematiza tecnológicamente,
estamos midiendo y metiendo en estadísticas todo tipo de quebrantos,
enfermedades, dramas humanos y dolores; sin embargo, hay un dolor, un drama
humano del que pocos hablan y nada se mide: el sufrimiento de los millones de
hombres y de mujeres que – en el mundo entero – abandonan o se ven forzados a
abandonar los suyos y lo suyo, sus primeros amores y querencias, para ir tras
el sueño de mejores condiciones de vida.
Los
gobernantes de los países desarrollados – destino de las más grandes oleadas
migratorias – no terminan – sin embargo – de definir políticas de gobierno, a
gran escala, que acierten en las soluciones de lo que este tema y problema humano
significa.
En
época de campaña electoral en esta Nación aparece siempre el tema migratorio y
los hispanos en esta Nación hemos de estar alerta de las promesas electorales
para no convertirnos en una Comunidad manipulable, títere y presa fácil de
politiqueros de turno y – en este tema específico de reformas migratorias –
continuar siendo una Comunidad postergada y burlada.
El
ejercicio del voto por el que elegimos gobernantes es un ejercicio democrático
definitivo para el presente y futuro de toda Nación y, por ello, de esta en la
que habitamos. Pero no puede ser un ejercicio amarrado a colores o intereses de
partidos políticos que hoy van fracasando y dejando una estela de desesperanza
porque no corresponden con los intereses del bien común.
Esta
época en la que nos correspondió vivir es más un cambio de época que una época
de cambios. Asistimos a un cambio en el modo de ser y proceder el ser humano,
hay un cambio en la mentalidad y en las tendencias humanas a lo ancho del
Planeta que pide de la Comunidad Hispana presente en esta Nación: preparación,
educación, formación y conciencia de la presencia tan importante, tan
definitiva y tan definitoria que ya tenemos en el presente y en el futuro de
esta Nación.
Nuestro
pasado hispano contiene una enorme carga de valores ancestrales, arraigados e
impresos en nuestro ethos cultural, tales como el valor de la familia, de los
amigos, de lo Trascendente, del trabajo, de los ideales por realizar, del
entretenimiento y el encuentro festivo. Pero esta manera de ser y proceder
“hispana” ha de integrarse tanto en el cambiante ámbito socio-cultural de esta
Nación como en en el más global: el de todos los seres humanos que peregrinamos
con las esperanzas puestas en un mundo mejor que el presente.
Para
la construcción de esa sociedad norteamericana mejor y del mundo mejor que
anhelamos, los hispanos en los Estados Unidos de Norteamérica tenemos mucho que
aportar, mucho que ofrecer siempre que no abandonemos lo mejor de “lo
propiamente hispano” en aras de los espejismos que supone la cultura
materialista, consumista y hedonista que nos circunda y que atenta con lo mejor
de nuestro pasado y, por ello, con el futuro mejor que esperamos.
Que
este mes de la HERENCIA HISPANA 2016 sea para todos nosotros una ocasión para
la celebración, pero - sobre todo - una
importante oportunidad de seria reflexión.
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