El DIA DE ACCION DE GRACIAS es, histórica, tradicional y familiarmente hablando, la fiesta más importante en este País; la celebración que más congrega y la más arraigada en el sentir cultural y colectivo de la entera sociedad de los Estados Unidos de Norteamérica.
Esta celebración tiene fundamento antropológico. La gratitud hunde sus raíces en la esencia misma del ser humano, pues hay en todo hombre y mujer la capacidad de observar todo cuanto es, todo cuanto tiene y todo cuanto le rodea, de tomar conciencia y de DAR GRACIAS.
La actitud y el estilo de vida del hombe y de la mujer capaces de agradecimiento van de la mano con la alegría, pues es alegre la persona capaz de percibir para reconocer y agradecer. Por el contrario, quienes han olvidado o no desarrolado - ciegos ante la vida y la realidad - esta capacidad ontológica corren el riesgo de la tristeza, del aburrimiento, del abatimiento.
De otra parte, la actitud alegremente agradecida genera esperanza, convierte la existencia en un espacio/tiempo digno de ser vivido y llena de matices distintos la siempre amenazante rutina en la cotidianidad de la historia humana. Pero no sólo la rutina de una sociedad materialista y de consumo en la que nos acostumbramos a tenerlo todo es una grave amenaza contra la gratitud, también lo es la incapacidad de asombrarnos ante lo nuevo, ante lo que somos y tenemos, ante lo que recibimos “gratis” por la soberbia de quien cree merecerlo todo y no agradece nada.
Así, la gratitud como actitud y estilo de vida se convierte, además, en antídoto contra la experiencia de mal en el mundo. El que agradece lo hace no olvidando el mal, sino a pesar de él y en su contra; siempre en búsqueda de condiciones y días mejores, en búsqueda de razones para dar gracias.
Entonces, la gratitud, como estilo de vida, evoca el pasado y el presente para agradecerlo pero, de manera activa, nos empuja a construir el “cielo nuevo y la tierra nueva” que esperamos para poder seguir agradeciendo...
La gratitud, por todo ello, es un canto, un grito de protesta contra todas las tan variadas manifestaciones del mal en la historia. La gratitud, en fin, nos libera porque exorcisa la miseria, la pobreza, los desastres, los odios, las divisiones, los fracasos, las violencias, los conflictos, los atropellos, los abusos, las injusticias, el sufrimiento y hasta la muerte misma....
Aquí, en este fundamento antropológico de la gratitud por la gratuidad de la vida, concebida ésta como un don inestimable, radica la grandeza de los ritos con los que festejamos en esta Nación el DIA DE ACCION DE GRACIAS.
A esta experiencia tan profundamente humana de la gratitud, inserta como quedó dicho, en la esencia misma de nuestro ser y en el corazón de todo hombre y mujer de buena voluntad, la revelación cristiana añade – para los creyentes en Cristo - más y más razones para vivir alegremente agradecidos.
Los cristianos damos gracias por la vida y la creación como don de Dios y damos gracias al Padre compasivo y misericordioso de todos, en el Espíritu Santo, por hacernos sus hijos y, por ello, hermanos entre nosotros. Damos gracias por su sempiterna presencia en nuestra historia y todo ello lo celebramos diariamente, pero especial y dominicalmente en LA EUCARISTIA (vocablo griego que significa ACCION DE GRACIAS): LA ACCION DE GRACIAS primordial y por excelencia en la vida de la comunidad eclesial y del cristiano.
Nos congratulamos pues por esta gran celebración nacional de ACCION DE GRACIAS que nos permite hacer, además, un alto en el camino para un examen de conciencia individual y comunitario sobre las razones suficentes o las sin razones que en esta fecha tenemos para dar o no dar gracias.
Si estamos construyendo un mundo, una sociedad, una cultura y unas personas en consonancia con el bien común, con la justicia, con la humanización y para la vida abundante, entonces esta fiesta como todo rito de acción de gracias cobra validez y tiene sentido; de lo contrario: si hay en nosotros mismos y, por ello, en la sociedad enormes y muy evidentes manifestaciones de mal, de injusticia y pecado entonces el día y la fiesta de ACCION DE GRACIAS como todo rito de agradecimiento corre el riesgo de convertirse en una celebración del absurdo, del sin-sentido, de la farsa y del vacío.
Construyamos, pues, espacios y razones suficientes para estar agradecidos y agradeciendo... y para vivir “esperando, incluso, cuando no hay esperanza”.
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