domingo, 24 de noviembre de 2013

La Memoria del Corazon



Cada año, cuando llega el Día de Acción de Gracias, evoco el episodio aquel del evangelio en el que sólo uno de 10 leprosos curados, un extranjero, regreso a Jesús para agradecerle la curación y para dar gloria a Dios. 

La tradición histórica de esta Nación nos invita un día cada año a dar gracias. Es la fiesta, sin duda, que más congrega, la más familiar y la más nacional de todas las celebraciones en los Estados Unidos. La tradición de esta fiesta se remonta a una gesta histórica que no todos conocen pero que la mayoría celebra, porque la actitud y la acción de ser agradecido y de dar gracias es una tendencia profundamente humana y, por ello mismo, profundamente divina.

Los cristianos tenemos en la eucaristía la fuente, el fundamento, el principio y el fin de la vida cristiana. El vocablo griego eucaristía significa, precisamente, acción de gracias. Es decir, que la postura más auténtica y genuinamente cristiana es la de vivir dando gracias a Dios que nos da todo cuanto somos y tenemos gratis.

En la actual llamada sociedad de consumo, el privilegio que le damos al dinero y al tener sobre el ser nos impide recordar siempre y en toda circunstancia que no somos auto-suficientes, que no nos auto-abastecemos a nosotros mismos, que otros trabajan para darnos los bienes y servicios de los cuales disfrutamos, que todos necesitamos de todos para vivir, que somos, además de animales racionales, seres profundamente solidarios en el bien y en el mal, seres sociales y que, como hombres y como creyentes, estamos insertos en la obra creadora cuya dinámica es la de servir.

La toma de conciencia de nuestro ser social y de nuestro protagonismo en medio de una creación en la que todo sirve ha de ayudarnos a vivir cada día en actitud de servicio y de agradecimiento.

Es la capacidad de abrir nuestros sentidos y de tomar conciencia de todo cuanto somos y tenemos lo que permite la acción de gracias. La consecuencia de esta toma de conciencia agradecida no se deja esperar: el ser humano agradecido es un hombre o mujer alegre, confiado, humilde, esperanzado… en esa presencia amorosa que nos circunda por todas partes a la que los cristianos llamamos Santísima Trinidad.

Cuando Jesús nos enseña a percibirlo todo como gratis, exhorta, al mismo tiempo, a darlo todo gratis. Es decir, que todo don recibido de Dios nos compromete a ponerlo y ponernos al servicio de nuestros hermanos en un estilo de vida que no consiste en acaparar egoístamente la vida sino en servirla a favor de todos especialmente de los más necesitados. La gratitud, el agradecimiento, entonces son actitudes que piden de cada uno de nosotros la construcción de espacio-tiempos en los que todos los seres humanos tengan la capacidad, la posibilidad y la alegría de agradecer. 

La gratitud es una actitud pero es, por ello mismo, un compromiso. Por ello, el día de acción de gracias agradecemos pero regalamos… Ojalá que, más que cosas, regalemos nuestro tiempo, nuestra presencia, nuestra vida y no sólo un día al año sino todos los días de nuestras vidas.

Que todos tengan un feliz día de acción de gracias. Que todos podamos agradecer siempre y ayudar siempre a que otros tengan motivos para agradecer siempre!


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