jueves, 13 de marzo de 2014

Un año con Francisco


Por estos días se cumple el primer aniversario del Pontificado de Francisco. El contexto en el que fue elegido Papa estaba marcado por una crisis enorme de credibilidad del mundo en la Iglesia Católica debido, sobre todo, a los escándalos sexuales de miembros del clero que se hicieron públicos, la renuncia  - forzada, además de su propia edad y condiciones físicas - por múltiple circunstancias al interior de la Iglesia de Benedicto XVI y la justa posibilidad histórica y numérica de que las mayorías católicas constituidas en y de los pueblos latinoamericanos pudiesen tener su primer Papa.

Desde el inicio, todo fue novedoso y refrescante en la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa: el lugar geográfico y la orden religiosa de la que procedía, el origen humilde, el nombre escogido para su pontificado, pero, sobre todo, su estilo, su impronta personal en cada palabra, en cada gesto, en cada modo de ser y proceder. Nuevo y refrescante estilo que, de inmediato, silenciosa, casi imperceptiblemente pero contundentemente empezó a manifestarse en las opciones que fue ejecutando con sus respectivas renuncias: una habitación en vez de los aposentos y oficinas palaciegos, un Renault en vez de vehículos de lujo, zapatos viejos en vez de zapatos de marca, pedir la bendición al pueblo en vez de bendecir, etc. Opciones, proceder, gestos, estilo novedoso, sobre todo, en medio de una sociedad en la que se privilegia el poder, el tener, el derroche, el lujo, el confort, la ostentación y la apariencia.

La palabra cercana y sencilla, el gesto cálido y acogedor, el rostro sonriente, la aproximación humana y compasiva a los más débiles y necesitados son otros elementos que – como el de Nazarethn y el de Asis  - caracterizan el ministerio de Francisco. Y es un Papa con humor. Humor que, junto con la oración suya y la de todos por su ministerio petrino es el mejor parachoque en medio de la dura tarea de llevar el timón de la barca de Pedro, unas veces entre tibios amaneceres otras, entre amenazantes borrascas y tempestades, pero siempre con la confianza puesta en el Señor de la Iglesia y de la historia.

Podemos decir que, Francisco, en tan corto tiempo, ha hecho honor al nombre escogido para su pontificado, el del pobrecito de Asis, pero – sobre todo – honor al Evangelio de Jesucristo al que ha dedicado toda su vida. Su ministerio ha sido un profetismo auténtico mediante la pedagogía simbólica del testimonio de su propia vida.

Sin lugar a dudas francisco se ha convertido en un signo para el mundo de hoy, para nuestra coyuntura histórica y para toda la humanidad. Un signo de humanidad para creyentes y no creyentes, para católicos y no católicos, para pueblos y naciones de los más diversos rincones de la tierra y de las más diversas culturas. Francisco a todos convoca, a todos impacta, a todos llama la atención su modo de ser y de hacer Iglesia en el mundo de hoy.

Su estilo puede resumirse en un llamamiento – desde su mismo estilo – a vivir un humanismo cristiano ya estrenado, ya probado y testimoniado en otras épocas. Un humanismo cristiano que - por olvidado en nuestra sociedad actual - hoy parece novedoso: el humanismo de Jesús de Nazareth, elemental y básico, el humanismo cristiano de los primeros cristianos y, más tarde, del pobrecito de Asis: el hermano Francisco y de tantos y tantas hombres y mujeres que han vivido y encarnado en sus vidas el evangelio del humilde carpintero y pescador de Nazareth. Todo es nuevo pero todo es viejo en Francisco porque nos recuerda la necesidad de volver  a la fuente primordial y norma normada de nuestra vida cristiana: el modo de ser y de hacer Jesús de Nazareth.

Abundante, desde todos los ángulos, el pontificado ejercido por Francisco en tan solo un año: revisión de la Curia Romana, revisión del Banco Vaticano, Comisión Asesora de ocho cardenales para la revisión de los grandes temas de la vida de la Iglesia, convocatoria al Sínodo de la Familia, creación de una comisión defensora de los derechos de los niños y, en la tarea evangelizadora y profética, ha empezado a poner los énfasis en los temas en los que – a la luz del propio evangelio – hay que ponerlos: en la compasión y en la misericordia, en la humildad y en la transparencia en lugar de la obsesión por temas como los legales o los sexuales que tanto aburren, alejan y angustian a los creyentes.

Ad multos annos! Que sean muchos años los que Francisco esté bendiciéndonos. Nos unimos en oración de acción de gracias por este viento fresco que entró a borbotones en todos los rincones de la Iglesia y del mundo y quiera Dios que entre gestos y símbolos, entre exhortaciones y documentos, Francisco pueda, además de tomar nuevas posiciones, ejecutar nuevas decisiones que impacten de fondo temas fundamentales que el mundo entero espera ver tratados y reconsiderados en el seno de la Iglesia Católica.


Después de Francisco y su personal sello el ministerio de Pedro en la Iglesia ya no volverá a ser el mismo. Que Dios y María lo sigan acompañando y bendiciendo y, por él, seamos bendecidos todos.



1 comentario:

Cristian dijo...

Desde que ha asumido el PAPA tengo muchas ganas de conseguir la posibilidad de viajar al Vaticano para verlo de mas cerca. Sin embargo el último año he decidido comenzar a aprender musica y por eso dedique casi todo mi tiempo para esto