La efemérides
Hace cuarenta años, desde 1968 y por Decreto Presidencial, se estableció la celebración anual de un mes dedicado al reconocimiento y exaltación de la Herencia Hispana en los Estados Unidos. Las celebraciones se inician coincidiendo con la celebración de la Independencia de México y otras naciones centroamericanas a mediados del mes de septiembre y concluyen con la celebración del encuentro de los dos mundos a mediados de octubre.
Cantidad o calidad?
Según reportes oficiales de julio de 2007 la población hispana creció 1.4 millones. Esto significa que actualmente somos 45.5 millones los hispanos, o de origen hispano, residentes en esta Nación. Se trata de un crecimiento demográfico vertiginoso que nos colocó ya como la minoría étnica mayoritaria presente en los Estados Unidos. Siguiendo una lógica elemental bien podríamos suponer que si somos muchos y mayoría, nuestra influencia - en el seno de esta sociedad - es mayor. Las estadísticas ayudan pero pueden engañar, distraer y distraernos: porque la verdad es que, a pesar de la contundencia de las cifras hispanas en esta Nación, los grandes centros de poder político y económico, la toma de decisiones legales, los núcleos que rigen los destinos de los Estados Unidos continúan en manos de quienes han dominado, en el último siglo, la historia norteamericana.
Qué decir de esta celebración de la herencia hispana en una coyuntura histórica en la que los inmigrantes (especialmente los hispanos) hemos sido convertidos en excusa y pretexto para ocultar las verdaderas causas de la profunda crisis moral, política, económica y social por la que atravesamos?. Qué decir en este Mes de la Herencia Hispana en una Nación que si por una parte se erige como la defensora de las libertades individuales en el mundo y como Patria en Libertad para acoger a todos, de otro lado, hipócritamente se contradice levantando muros, explotando, denigrando, maltratando y persiguiendo a quienes, desde siempre, han levantado y hecho posible con sudor, trabajo y enorme cuota de renuncias y sacrificios la grandeza y poderío de esta Nación?
Todo lo cual indica sobradamente que los hispanos no podemos ni jactarnos ni contentarnos sólo con los millones que ya contamos haciendo presencia en los Estados Unidos. Que no bastan los números y las estadísticas. Que hemos de superar el síndrome de la cantidad por la eficacia de una presencia hispana que gane, simultáneamente, en calidad.
Unas preguntas, unos retos…
En lo político…
En enero del 2007, NALEO contaba 5.129 hispanos electos para cargos de representación y de gobierno. Cifra ésta muy baja si se tiene en cuenta que ella contiene muchos cargos de representación popular y comunitaria tales como juntas escolares, etc… Pero el número real de los hispanos presentes en el Congreso de los Estados Unidos es sólamente de 28 y el de Senadores hispanos es de 3, mientras que el número de Gobernadores Hispanos es sólamente 2 y el de Alcaldes 12.
Este es un año electoral. Qué podemos decir ahora cuando los hispanos son ya un peso que puede decidir e inclinar la balanza política de los Estados Unidos?. Los políticos han de enterarse que, frente a las urgencias y anhelos de la Comunidad Hispana presente en esta Nación, frente a nuestros progresos y merecida participación, ya no son suficientes unas pocas palabras de saludo y coqueteos en español.
Por décadas los políticos norteamericanos han usado y abusado del electorado hispano para saltar a la palestra sin mayores contribuciones ulteriores para que nuestra presencia sea significativa y relevante en esta Nación. Por nuestra parte, con nuestra falta de solidaridad, de formación, de unión, de líderes y de organización para defender lo más valioso de nuestra Herencia Hispana hemos permitido toda clase de burlas y de atropellos.
El mes de la herencia Hispana es oportunidad única para hacer conciencia de nuestra actual importancia política y de la urgente necesidad de la participación activa en las contiendas electorales en las que se decide el futuro de esta Nación y nuestro futuro en ella.
En lo religioso y moral…
La entera Comunidad Hispana proviene de pueblos cuyos orígenes, historia e identidad como naciones están marcadas y permeados por el catolicismo ibérico y, con ello, por la visión cristiana del hombre y del mundo. En esta visión, el ser humano, el individuo, la persona tiene la dignidad de hijo de Dios y dicha dignidad le pone por encima de toda estructura o circunstancia.
De esta identidad hispana permeada por lo católico y lo cristiano, se desprende lo mejor de nuestra herencia, de nuestros valores: la alegría en el dar, el valor de la familia, de las relaciones humanas, de la fiesta, de la música, de la mesa tendida, del servicio al extraño…. Y estos valores muy propios y por ello muy distintos de los ajenos no nos deben alejar ni separar sino integrar para enriquecer, para construir un futuro común y propicio para todos.
De ahí que la Iglesia “Católica” en los Estados Unidos ha de ser “Madre y Maestra” entre todos y para todos sus hijos, los dispersos por el mundo y los que a ella acuden en esta Nación. Como en ninguna otra Nación, en los Estados Unidos la Iglesia tiene la oportunidad y la responsabilidad histórica de desplegar, mediante muchas formas y expresiones, su “catolicidad”, es decir, su “universalidad”, acogiendo a todos, promoviendo a todos, consolando a todos, abierta a todo y a todos, para ser siempre e indefectiblemente la Iglesia de Jesucristo en la que todos se reconocen hermanos, hijos del mismo Padre.
Pero qué decir en la celebración de la Herencia Hispana cuando los hispanos, mayoritariamente católicos, viven su fe cristiana como un hecho socio/cultural, casi folclórico y anecdótico, sin que los principios del Evangelio se impliquen en los criterios y valores según los cuales viven sus historias personales y sus comportamientos comunitarios?
Lo “comercial” versus “lo humano”
Desde una cosmovisión cristiana del mundo y de la vida llama la atención la facilidad con la que se firman acuerdos y tratados internacionales de libre comercio para bienes y servicios de todo tipo. Tratados internacionales que permiten el libre tráfico y acceso de los productos convenidos y, al mismo tiempo, se levantan muros y se reafirman tratados y trabas migratorias para impedir el acceso a mejores condiciones de vida a las personas. Nos preguntamos: son acaso más importantes las cosas que las personas, los bienes de consumo más que los seres humanos?
Nuestra primera necesidad: instruirnos, educarnos, formarnos…
Las anteriores preguntas nos desafían hacia un porvenir mejor, más próspero, más justo, más solidario, más humano, más cristiano.
Un diálogo en la sociedad norteamericana, con la cultura dominante y en igualdad de condiciones, urge que los hispanos volvamos al conocimiento de nuestro pasado histórico, al estudio y valoración de nuestro origen como pueblos y naciones hispanoamericanas en el que, por ejemplo, las gestas libertarias y de independencia estuvieron lideradas por grandes hombres acompañados de grandes valores.
Los cambios necesarios para que nuestros mejores anhelos se hagan realidad vendrán dados por la formación y educación familiar y la instrucción académica que, en todos los campos del saber, desarrollemos en el presente.
En conclusión
Urge, además, superar y no trasplantar aquí el parroquialismo y provincialismo de nuestros pequeños rincones de donde procedemos pues nuestro empeñó aquí ha de ser, primero, construir “hispanidad”, preservando - claro está y por ejemplo - la mexicanidad o la colombianidad.
La complejidad del momento histórico actual, las dificultades sociales a nivel internacional, la crisis nacional y aquellas en las que se encuentran sumidos nuestros pueblos y naciones de origen nos retan, nos desafían. La Comunidad Hispana presente en esta Nación, con toda su rica herencia histórica, social, cultural y religiosa, ha de responder con el acierto y la grandeza que las dificultades de esta coyuntura histórica demandan.
No responder adecuadamente a preguntas y retos como los aquí planteados retrasará e impedirá que despunte una presencia nueva y siempre renovada de la Comunidad Hispana en los Estados Unidos con implicaciones a nivel continental y mundial.
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