En medio del intenso
debate sobre la reforma del sistema de salud en los EE. UU., que se llevó a
cabo durante los meses de otoño, una reconocida profesional de la salud
estadounidense publicó un libro que indica certeramente el desequilibrio
estructural que afecta a la industria de salud, un sector en el que se mueven
anualmente 3 mil millones de dólares.
En “Back to Balance—the Art, Science and Business ofMedicine” (publicado por Disruption Books), la Dra. Halee Fischer-Wright, presidenta y CEO de Medical Group Management Association,
escribe: “Hemos perdido nuestro enfoque de fortalecer aquello que sabemos que
generará pacientes más sanos, médicos más satisfechos y mejores resultados: las
estrechas relaciones entre médicos y pacientes, basadas en un conocimiento
científico y facilitadas por un sentido responsable de lo comercial, que crea
la confianza necesaria en el paciente para intentar hacer todo lo que pueda
para alcanzar” mejores y más duraderos resultados.
Sin duda, algo se ha
perdido realmente: entre las naciones industrializadas, Estados Unidos gasta la
mayor cantidad per cápita en salud, no obstante, los resultados de salud de los
pacientes están por debajo de países como Alemania, Francia, Reino Unido y
otros países desarrollados. La confianza de la población en los médicos está en
sus niveles más bajos.
Fischer-Wright sabe de lo
que habla: la organización que lidera “representa a 40,000 administradores y
ejecutivos en 18,000 organizaciones de cuidado de salud que abarcan los
cincuenta estados, y en las que practican más de 400,000 médicos, lo cual es
casi un 50 por ciento del personal de cuidado de salud en los Estados Unidos”.
El “arte de la medicina”
afirma, “está siendo desplazado por la ciencia de la medicina —con su énfasis
en procedimientos basados en evidencia, métodos bien intencionados y avances en
la acumulación y procesamiento de infinidad de datos globalizantes”. Existe una
incansable “fijación en los índices de medidas de calidad, muchas veces
cuestionables, en desarrollar procesos de facturación inacabables y en ceñirse
a procesos que no necesariamente colocan al paciente en el centro y frente de
la atención y el resultado”. La autora cita investigaciones que revelan que “el
médico promedio gasta casi dos horas en trámites [incluyendo la información que
tiene que entrar en el sistema] por cada hora que invierte en los pacientes, si
es que estos tienen la suerte de ser atendidos cuidadosamente”.
Estos factores “continúan
aumentando la distancia entre el médico y sus pacientes”, escribe
Fischer-Wright, quien insiste en que “debemos de recuperar el arte, la ciencia
y el elemento comercial en equilibrio —con cada elemento haciendo su parte y no
más— para incentivar los resultados de salud que todos deseamos obtener de
nuestro sistema de salud actual”.
El arte de la medicina,
reitera, depende de que se cree un vínculo auténtico entre el médico y su
paciente. Es de vital importancia el “elemento humano: la comprensión, el enfoque
en el paciente, el reconocimiento físico, el escuchar a la persona de manera
activa, interesándose realmente por lo que dice, mostrando compasión y
entendimiento, elementos todos que han estado en el centro de la labor médica
desde sus comienzos”.
“Una relación de
confianza entre el médico y el paciente” escribe Fischer-Wright, “que se base
en la compasión, empatía y buena comunicación puede generar un impacto profundo
en la salud del paciente. Esa confianza ayuda al paciente a controlar su diabetes,
el colesterol y hasta el dolor. Además, contribuye a mejorar la calidad de vida
mental y física de pacientes con cáncer. También estimula a la gente a buscar
cuidado preventivo. Esa confianza proporciona a pacientes de más edad unos
mejores resultados que resultan en una vida independiente más duradera. Se ha
demostrado que las relaciones basadas en una confianza mutua contribuyen a
reducir la ansiedad, depresión, trastornos de estrés y el uso de los servicios
de cuidados intensivos por parte del paciente al final de su vida. Estas
relaciones basadas en la confianza mutua resultan no solo en menos admisiones
por neumonía o insuficiencia cardíaca, sino que también desembocan en mejores y
más exitosos regímenes de tratamiento, costos de cuidado de salud más bajos y,
una mayor satisfacción del paciente”. ¡La confianza es la base de todo!
Por ello, afirma la
autora, el factor comercial y el científico de la medicina deben ser
reacomodados en su verdadera dimensión y a favor de un tratamiento humano e
integral consistente del paciente, para dar lugar, literalmente, al necesario
toque humano.
Fischer-Wright propone
varias maneras de conjugar el arte, lo comercial y lo científico de la medicina
en un equilibrio apropiado. Entre sus sugerencias: “diseñar cuidado médico por
personas sanas en lugar de enfocarse
únicamente en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades”. La persona humana es mucho más compleja —emocional y
espiritualmente—que la suma total de su condición física.
Recomienda a los médicos,
además: “hacer las preguntas correctas a los pacientes, escucharlos
genuinamente y decidir qué acciones tomar” para descifrar qué expectativas
tiene el paciente acerca de su condición y cuidado médico, sin asumir por
adelantado.
Por último, hace un
llamado a establecer “relaciones de empoderamiento que demanden equilibrio de
los tres factores clave de la medicina: arte, ciencia y comercial” entre el
médico, la persona de contabilidad, la asistenta de oficina y el paciente para
que todos colaboren hacia un objetivo común.
Recuperar la confianza
esencial entre el médico y el paciente es, a la vez, la base y el propósito de
estos ajustes; ahí radica la clave de poner “las necesidades de las personas de
nuevo al frente de esta industria [de cuidado de la salud]”.
Como presidente de una
red de profesionales de la salud, integrada por médicos independientes en la
Ciudad de Nueva York, me siento muy identificado y alentado por la insistencia
de la doctora Fischer-Wright en la relación entre el médico y el paciente.
SOMOS Healthcare (anteriormente Advocate Community Providers) es una
organización del Sistema de Proveedores de Desempeño (PPS, por sus siglas en
inglés) que opera bajo un mandato del Departamento de Salud del Estado de Nueva
York, como parte del programa de Sistema de Pagos e Incentivos por Desempeño
(DSRIP, por sus siglas en inglés). El objetivo esencial de esta iniciativa es
ahorrarles a los contribuyentes unos 12 mil millones de dólares en
hospitalizaciones innecesarias durante el lustro de implementación del programa
hasta el año 2020.
Esa meta se logra,
simplemente, ofreciendo mejor cuidado en términos de prevención, diagnóstico,
tratamiento, seguimientos y acompañamiento del paciente. De esta manera, se
pueden evitar o controlar situaciones clínicas, evitando visitas a las salas de
emergencia y hospitalizaciones innecesarias que suponen un enorme costo para el
sistema de Medicaid.
SOMOS Healthcare fue
creado por médicos comunitarios para revitalizar el papel del médico primario
que tiene su consulta en medio de la comunidad. Como el antiguo médico de la
familia, estos médicos generalmente viven y trabajan en el mismo vecindario que
sus pacientes. Generalmente, hablan el mismo idioma y comparten el mismo acervo
cultural, lo que ofrece una dosis de sensibilidad, adicional pero necesaria, al
contexto cultural del bienestar del paciente. Esto, estamos convencidos, es la
clave para crear un vínculo íntimo y de confianza entre el médico y el
paciente.
Un grupo de personal
altamente capacitado y Trabajadores Comunitarios de la Salud trabajan
arduamente en SOMOS Healthcare para ayudar a reducir la sobrecarga de trámites
administrativos de los médicos de nuestra red, mejorando los esquemas de
trabajo, simplificando los procesos de facturación y registrando la información
en un archivo electrónico del sistema Electronic Health Records, de manera que
pueda intercambiarse con el Departamento de Salud. El personal de SOMOS también
hace visitas a domicilio y se asegura de que los pacientes estén siguiendo los
tratamientos médicos. De esta manera, nuestro enfoque refleja las
recomendaciones de la autora acerca de reubicar el equilibrio en la relación
médico-paciente.
En cuanto al factor
científico de la medicina, nuestros médicos primarios refieren a sus pacientes
a especialistas si fuese necesario— pero solo tras un examen, evaluación y
discusión exhaustivos que toman en consideración también las posibles
influencias culturales o de presentarse problemas de salud mental. Nuestro
método revela un cambio radical en cuanto al enfoque impersonal, transaccional
y basado únicamente en pruebas que caracteriza la práctica médica en el
universo del Medicaid.
Existe, sin embargo, un
área crítica en la que diferimos de la doctora Fischer-Wright. En el núcleo del
programa DSRIP radica el cambio a un sistema de Pago Basado en el Valor Real
(VBP, por sus siglas en inglés) o fórmula de Pago por Desempeño: cada vez más,
la compensación a los médicos está basada en los resultados de salud a largo
plazo de sus pacientes. Respetuosamente expresamos nuestra discrepancia con el
rechazo de la doctora Fischer-Wright al método de pago por desempeño, incluso
reconociendo que algunos intentos estudiados por ella durante años no dieron
los resultados esperados.
Para SOMOS Healthcare, el
pago por desempeño resulta clave para facilitar a nuestros médicos el que
puedan volcarse al verdadero llamado de un cuidado de salud centrado en el
paciente. Durante mucho tiempo, el sistema de pago por servicios ha beneficiado
a los grandes hospitales. Una fórmula basada en el valor real garantiza que los
incentivos se enfocan adecuadamente en recompensar a los médicos por su
relación personal y de cuidado integral con el paciente.
Quienes más ganan con
este nuevo sistema son las personas —no les llamemos pacientes, que en sí
denota la existencia de una enfermedad o padecimiento— cuya salud y bienestar
es centro y prioridad de nuestro trabajo. Y es que, pensándolo bien, ¿no
debería nuestro sistema de cuidado de la
salud enfocarse más en la salud que en la enfermedad?
Con el tiempo, ese
esfuerzo adicional incluirá los llamados determinantes sociales de la salud,
tales como la situación de empleo y de vivienda del paciente. No se trata, como
dice Fischer-Wright de usar el “dinero para obligar al cumplimiento” de ciertos
patrones, sino de reconocer y apoyar a nuestros médicos en el riesgo que toman
como propietarios de pequeños negocios para vincular su éxito profesional al
bienestar genuino de sus pacientes. Esto también es un asunto de confianza,
recompensar la virtud es siempre una buena inversión.
Después del año 2020,
cuando haya expirado el mandato del programa DSRIP, SOMOS Healthcare continuará
apoyando nuestra red de médicos comunitarios como organización con fines de
lucro, un modelo que probablemente se enfocará también en las necesidades de
los beneficiarios de Medicare, además de nuestra amplia base de beneficiarios
de Medicaid. A medida que nuestras operaciones se expandan y, esperamos, otras
organizaciones en el estado de Nueva York y otros estados del país, sigan
nuestro ejemplo, nos sentimos confiados en que la doctora Fischer-Wright
descubrirá que el pago por desempeño es un elemento crucial en el intento por
lograr el equilibrio entre el arte, la ciencia y lo comercial de la medicina,
ya sea financiado por el gobierno o como empresa privada.
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