Treinta
años después del viaje pastoral del Papa San Juan Pablo II a Chile, el actual
Papa Francisco emprendió su sexta visita a América Latina, esta vez visitando a
Chile y Perú (entre el 15 y el 22 de enero pasados) y en circunstancias
históricas, sociales y políticas distintas y siempre cambiantes, claro está. En
aquella oportunidad, por ejemplo, Chile – 1987 - estaba bajo el régimen militar
y dictatorial de Pinochet, hoy viviendo un régimen de gobierno democrático.
Según
su misión y estilo, el papa Francisco, para iluminar las mentes y los corazones
de hombres y mujeres de buena voluntad, confirmar y animar la fe de los
católicos, y ayudar a esclarecer – a la luz del Evangelio de Jesucristo –
problemas de hoy, de los hombres y los pueblos por él visitados, presentó la
Buena Nueva de Jesús con categorías actuales, muy próximas y muy cercanas al
sentir y a las experiencias y urgencias más hondas, más íntimas y más actuales
de la vida de cada auditorio.
Con
emoción de Católico y con el orgullo de ser chileno, con la alegría fresca del
encuentro con Francisco y con gratitud a Dios por el privilegio de haber estado
presente en este Viaje Apostólico como invitado especial por el gobierno
chileno y la iglesia, permítanme subrayar aquí, a modo de
una apretada síntesis, los pensamientos, los temas e ideas-fuertes y los
momentos más importantes, en los discursos dirigidos por el Papa Francisco al
Pueblo Chileno, transcribiendo sus mismísimas palabras para conservarlas – tal
cual fueron pronunciadas, sin interpretarlas ni cambiarlas, para nuestra
reflexión y vida cristiana.
En el
ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES, LA SOCIEDAD CIVIL Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO en el
Palacio de la Moneda en Santiago de Chile el Martes,
16 de enero de 2018 el Papa recordó a todos los Chilenos el reto que debe
animar los días de esta Nación en su presente y futuro próximo: “…un reto
grande y apasionante: seguir trabajando para que la democracia y el sueño de
sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de
encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se
sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una
familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja
por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro. Nos hace bien
recordar aquí las palabras de san Alberto Hurtado: «Una Nación, más que por sus
fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o
sus tradiciones, es una misión a cumplir. Es futuro. Y ese futuro se juega, en
gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades.”
Y añadió el Papa: Escuchar especialmente
- A LOS PARADOS, que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias;
- A LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación.
- A LOS MIGRANTES, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos.
- A LOS JÓVENES, en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas.
- A LOS ANCIANOS, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar.
- A LOS NIÑOS, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad. Y en este momento de su intervención, el Papa Francisco añadió una petición de perdón muy justa, necesaria y muy esperada por el Pueblo Chileno en esta Visita Apostólica: “Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir.”
En la
Homilía de la Celebración Eucarística POR LA PAZ Y LA JUSTICIA en el Parque
O’Higgins de Santiago de Chile el Martes,
16 de enero de 2018 nos recordó que “las bienaventuranzas no nacen de actitudes
criticonas ni de la «palabrería barata» de aquellos que creen saberlo todo pero
no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda
posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras
comunidades, en nuestras vidas. Las bienaventuranzas nacen del corazón
misericordioso que no se cansa de esperar. Y experimenta que la esperanza «es
el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una
postración negativa» (Pablo Neruda, El habitante y su esperanza, 5) y
añadió que “construir la paz es un proceso que nos convoca y estimula nuestra
creatividad para gestar relaciones capaces de ver en mi vecino no a un extraño,
a un desconocido, sino a un hijo de esta tierra.”
Durante
su breve VISITA A CENTRO PENITENCIARIO FEMENINO de Santiago, el
Santo Padre recordó a las reclusas que “estar privadas de la libertad, no es
sinónimo de pérdida de sueños y de esperanzas... Ser privado de la
libertad no es lo mismo que el estar privado de la dignidad… Nadie puede ser
privado de la dignidad.” Y además dijo que “la seguridad pública no hay que
reducirla sólo a medidas de mayor control sino, y sobre todo, edificarla con
medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad.”
El
mismo día martes 16 de enero y en el ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES,
RELIGIOSOS/AS, CONSAGRADOS/AS Y SEMINARISTAS en la Catedral de
Santiago, los alentó a “renovar nuestro sí, con ganas, con pasión pero (de
manera) realista, porque está apoyado en la mirada de Jesús”. Los invitó a orar
diciendo “ La Iglesia que yo amo es la Santa Iglesia de todos los días… la
tuya, la mía, la Santa Iglesia de todos los días... Jesucristo, el Evangelio,
el pan, la eucaristía, el Cuerpo de Cristo humilde cada día. Con rostros de
pobres y rostros de hombres y mujeres que cantaban, que luchaban, que sufrían.
La Santa Iglesia de todos los días». Y terminó su intervención preguntándoles:
“¿Cómo es la Iglesia que tú amas? ¿Amas a esta Iglesia herida que encuentra
vida en las llagas de Jesús?
En el
ENCUENTRO
y SALUDO DEL PAPA CON LOS OBISPOS DE CHILE en la Sacristía de la
Catedral de Santiago, les dijo que “la falta de conciencia de pertenecer al
Pueblo fiel de Dios como servidores, y no como dueños, nos puede llevar a una
de las tentaciones que más daño le hacen al dinamismo misionero que estamos
llamados a impulsar: el clericalismo, que resulta una caricatura de la vocación
recibida.”
El
miércoles 17 de enero, en la Homilía de la Celebración
Eucarística POR EL PROGRESO DE LOS PUEBLOS en el Aeródromo Maquehue de Temuco,
el Papa se dirigió especialmente a los miembros del pueblo Mapuche, así como
también a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes:
rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua y atacameños, y tantos otros… Y en
este aeródromo de Maquehue, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de
derechos humanos. Por lo que el Papa exhortó a la construcción – como artesanos
- de la unidad y al reconocimiento de las culturas (originarias) sin violencia,
diciendo que “la unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada
pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra” y que “no
se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que
despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la
destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo
mentirosa la causa más justa.”
En el
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES, en el Santuario
Nacional de Maipú los exhortó a ser “ los protagonistas del cambio». Ser
protagonistas. La Virgen del Carmen los acompaña para que sean los
protagonistas del Chile que sus corazones sueñan.” Y les recordó que “madurar
es crecer y hacer crecer los sueños y hacer crecer las ilusiones, no bajar la
guardia…” Además, les dijo “¡Cuánto necesita de ustedes la Iglesia, y la
Iglesia chilena, que nos «muevan el piso», nos ayuden a estar más cerca de
Jesús! Eso es lo que les pedimos, que nos muevan el piso si estamos instalados
y nos ayuden a estar más cerca de Jesús.”
En la
VISITA A LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE,
el mismo Miércoles, 17 de enero pasado, recordó la importancia de la identidad,
del ser y quehacer dela Universidad Católica para la convivencia nacional y la
construcción de comunidad, diciéndoles que la construcción de convivencia “no
es tanto una cuestión de contenidos sino de enseñar a pensar y a razonar de
manera integradora. Lo que los clásicos solían llamar con el nombre
de forma mentis.”. Que la Universidad, en este sentido, tiene el desafío
de generar nuevas dinámicas al interno de su propio claustro, que superen toda
fragmentación del saber y estimulen a una verdadera universitas.” Y añadió
el Papa, que hay que “buscar espacios recurrentes de diálogo más que de
confrontación; espacios de encuentro más que de división; caminos de
amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que caminan
en la búsqueda honesta de avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia
nacional.”
Por
último, en la Homilía de la Eucaristía en honor a la VIRGEN DEL CARMEN y
en la ORACIÓN POR CHILE como Saludo Final, en
el Campus Lobito de Iquique, el Jueves, 18 de enero el santo Padre nos
animó a todos a que “como María en Caná… estemos atentos a todas las situaciones
de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos
hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la
precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los
que se aprovechan de la irregularidad de muchos migrantes porque no conocen el
idioma o no tienen los papeles en «regla». Estemos atentos a la falta de techo,
tierra y trabajo de tantas familias. Y como María digamos: no tienen vino,
Señor.”
Después
de esta riqueza profética del Pontificado de Francisco en tierras chilenas no
queda sino:
- Lamentar, si el amarillismo y el morbo mediático se enfocó voraz, desenfrenadamente, vulgar y comercialmente en el tema de los escándalos sexuales y en la persona de un obispo chileno acusado de proteger a un cura pedófilo; asunto que el mismo Papa desmintió saliendo en defensa del obispo y – como quedó señalado arriba – pidiendo el perdón respectivo. Amarillismo y morbo que – en algunos momentos y sectores, entonces, pudo opacar y olvidar la riqueza e importancia del visitante y de su misión pastoral y evangelizadora.
- Esperar, con la construcción y el aporte activo y generoso de todos, que la semilla del Evangelio regada en nuestra Patria chilena por Francisco de – en el porvenir cercano de nuestra amada Nación – frutos buenos y abundantes.
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