EL MES
PASADO, dos publicaciones de primer nivel le dedicaron una significativa cobertura
a la creciente e incesante tendencia mundial hacia la telemedicina y a otras
formas digitales de medir, registrar y responder a las necesidades individuales
de salud, todas ellas diseñadas en pro de la conveniencia, la exactitud y la
reducción de costos. The Economist (3
de febrero de 2018) intituló su análisis noticioso “El médico te da la bienvenida:
se aproxima una revolución digital en los servicios de salud”. Por su parte, The Wall Street Journal (25 de febrero
de 2018), publicó un extenso artículo sobre “Cómo lucen los hospitales del
futuro”; en el sub-encabezado se lee: “Las instituciones que conocemos, además
de estar en expansión, sufren un cambio radical, al hacerse más pequeñas y
digitalizadas, so pena de desaparecer por completo. El resultado debe ser una
mejor atención médica y más económica”.
Abunda el
optimismo. Y, sí, hay muchas razones para ello. The Economist observa que el “problema fundamental con el sistema
actual es que los pacientes carecen de conocimiento y de control” con respecto
a las opciones de su enfermedad o tratamiento; “el acceso a la información
puede atender ambas carencias”, asegura el artículo.
Hay una
auténtica explosión de aparatos portátiles para medir la presión arterial, por
ejemplo; otros pueden detectar irregularidades en el ritmo cardiaco, mientras
que otras aplicaciones se desarrollan para detectar —con el auxilio de la
inteligencia artificial— cáncer de piel y otras enfermedades que ponen en
riesgo la vida seriamente, aun en etapas tempranas, cuando aún no se
manifiestan de manera obvia, visible o dramática. Un sistema digital de alerta
temprana puede propiciar que las personas busquen atención médica para adoptar
las medidas preventivas pertinentes.
La atención
de los ancianos puede mejorarse enormemente gracias al uso de aparatos
portátiles, pues estos son capaces, no sólo de medir los signos vitales, sino
de detectar caídas y enviar señales de alarma a determinadas estaciones de
monitoreo centralizado. Estas estaciones, por su parte, pueden enviarles ayuda
de emergencia a los propios pacientes o alertar a sus familiares para que los
lleven al médico. De manera similar, los pacientes de todas las edades pueden
contar ahora con información relativa a factores médicos críticos, como la
diabetes, y esos datos se envían automáticamente a las computadoras de sus
médicos, generando así instrucciones correctivas inmediatas o, de ser
necesario, canalizándolos a los consultorios de sus médicos. No es de
sorprender, por ello, que Apple haya anunciado su plan de solicitarles a las
organizaciones de salud que les permitan a los usuarios de iPhone descargar sus
registros médicos.
Ciertamente,
estas innovaciones les conceden a los pacientes una mayor autonomía en la toma
de decisiones médicas, al tiempo que funcionan como salvavidas que detectan
errores potenciales en los registros médicos a causa de lo cual podrían
prescribirse tratamientos inapropiados o innecesarios. Sobre todo, esta
revolución digital permitirá ahorrar miles de millones de dólares en consultas
médicas innecesarias —o que no serían ya necesarias— y en la aplicación de
distintas pruebas médicas.
En cuanto a
los hospitales —señala el Journal—,
estas instituciones también desarrollan actualmente sistemas de monitoreo que
pueden reducir significativamente el tiempo que los pacientes pasan en los
hospitales o en las salas de urgencia, pues se los podría observar en sus
propias casas mediante una cámara digital remota; pero debe insistirse en que
el objetivo es la atención preventiva: detectar y atender las enfermedades
antes de que se nos salgan de las manos. Según algunas estimaciones, hasta un
30 por ciento de la atención que se proporciona tradicionalmente en los
hospitales puede suministrarse en casa.
Cada vez
con mayor frecuencia, a la sombra de la proliferación de las clínicas que
atienden sin necesidad de cita previa, los grandes hospitales coexistirán con
“micro-hospitales”, los cuales habrán de funcionar como “unidades de cuidados
intensivos, donde los pacientes podrán obtener atención médica altamente
especializada y técnica”. Por su parte,
los pacientes cuyas enfermedades puedan monitorearse con toda seguridad a
distancia, podrán convalecer y recuperarse en sus propias casas. Los médicos
que cuenten con distintos niveles de especialización operarán “oficinas
centrales” para monitorear tanto los casos agudos en los micro-hospitales como
los casos menos graves en las casas de los pacientes.
Kenneth L.
Davis, presidente ejecutivo del Hospital Mount Sinai es citado ahí de la
siguiente manera: “Necesitamos un nuevo modelo de atención médica que se
enfoque en el bienestar y en la prevención que permitan mantener a las personas
lejos de los hospitales”. Así, se avizoran grandes ahorros y una mayor
comodidad para los pacientes.
Tal como
señala The Economist, “los beneficios
de las nuevas tecnologías” —como los aparatos portátiles y los registros
médicos descargables— “suelen fluir hacia los más ricos de manera
desproporcionada. Sin embargo, el gobierno y las compañías de seguros tienen
ahora un incentivo para permitir que esa tecnología y esas opciones de tratamiento
doméstico y autónomo lleguen a los segmentos poblacionales más desprotegidos.
Alphabet, la compañía matriz de Google, tiene planes de poder revisar los datos
médicos en las zonas más pobres de las ciudades, donde muchos residentes están
cubiertos por Medicaid.
La
innovación tecnológica de frontera al servicio de los más pobres es también el
sello distintivo de la Reforma del Sistema de Pagos e
Incentivos por Desempeño (DSRIP, por sus siglas en inglés). La DSRIP, un
programa de cinco años que ahora está en su tercer año de operaciones les ofrece atención médica de calidad a los pacientes del
Medicaid, logrando así ahorros (¡de más de $12 mil millones de dólares!) a los
contribuyentes estatales. La DSRIP está en vías de superar el objetivo de
reducir las hospitalizaciones innecesarias hasta en un 25 por ciento para la
primavera de 2020. Este programa se sustenta en el modelo de Pago Basado en el
Valor Real (VPB, por sus siglas en inglés) o el Pago por Desempeño: los médicos
son remunerados, no con base en el número de consultas o pruebas que realizan,
sino en el estado de salud de sus pacientes en el largo plazo. (En este
sentido, es alentador que el gobierno haya creado el Comité Asesor del Modelo
de Pago Basado en el Médico, con la posibilidad real de extender los modelos de
VBP al Medicare).
Los
Registros Médicos Electrónicos (EHR, por sus siglas en inglés) desempeñan un
papel central en el diseño de la DSRIP; para que el Departamento de Salud del
Estado de Nueva York pueda monitorear la salud de la población, la información
de los EHR se integra transversalmente con las solicitudes de Medicaid a fin de
tener, así, un panorama más claro del estado de salud de las comunidades más
grandes. De la misma manera que en el universo comercial dominado por las
aseguradoras privadas que refieren The
Economist y The Wall Street Journal,
los EHRs de cada paciente dentro de la DSRIP deben generarse, mantenerse y
actualizarse de manera constante y minuciosa. Por lo general, este proceso
requiere una gran cantidad de tiempo por parte de los médicos, quienes quedan
así adheridos a los monitores de sus computadoras, en lugar de concentrarse en
el paciente que tienten frente a ellos.
En suma, la
vital relación personal entre el médico y su paciente, entre el médico y la
familia del paciente, tiene muy pocas probabilidades de establecerse. El toque
personal, el encuentro humano que constituye la base de una auténtica relación
paciente-médico, se esfuma. Obviamente, esto resulta verdadero para todas las
formas de monitoreo remoto de la salud del paciente, sin importar lo precisas o
eficientes que sean.
En SOMOS
Community Care hemos creado una solución para este problema; SOMOS es el único miembro
conformado por una red de médicos independientes dentro del llamado Sistema de Desempeño de Proveedores
(PPS, por sus siglas en inglés), el cual fue constituido por instrucciones de
la propia DSRIP; los otros 24 proveedores del PPS tienen su base en grandes
hospitales. Con el fin de liberar a nuestros médicos de las exigencias
operativas de los registros médicos, hemos creado equipos de Trabajadores
Comunitarios de la Salud (CHW, por sus siglas en inglés) para para registrar
los datos de cada paciente o para entrenar al personal de los consultorios para
que lo hagan ellos por su cuenta.
Como
resultado, el médico —quien suele vivir en las mismas comunidades con las que
comparte antecedentes étnicos y culturales— es liberado para que pueda atender
a los pacientes que se le presenten; aún más: los CHW realizan consultas a
domicilio, de ser necesario, para asegurarse de que los pacientes cumplan las
prescripciones médicas y de que los médicos estén al tanto de las condiciones
familiares y habitacionales que podrían influir en la salud de los pacientes y
de sus familias.
En este
sentido, nuestros médicos asumen a cabalidad el antiguo rol de los médicos de
cabecera: auténticos líderes comunitarios en quienes los pacientes confían
plenamente, de quienes obtienen su total discreción y por quienes son realmente
comprendidos y conocidos. Esta novedosa reivindicación del médico familiar
aprovecha en su totalidad la actual revolución digital del sistema de salud,
pero sin sacrificar lo que siempre ha sido esencial para el bienestar de todo
ser humano: literalmente, el toque personal, sanador. Mismo que no puede
transmitirse de manera digital, sin importar lo sofisticada que llegue a ser la
tecnología.