domingo, 25 de marzo de 2018

El audaz nuevo mundo de la salud digital también necesita un toque personal del médico.

EL MES PASADO, dos publicaciones de primer nivel le dedicaron una significativa cobertura a la creciente e incesante tendencia mundial hacia la telemedicina y a otras formas digitales de medir, registrar y responder a las necesidades individuales de salud, todas ellas diseñadas en pro de la conveniencia, la exactitud y la reducción de costos. The Economist (3 de febrero de 2018) intituló su análisis noticioso “El médico te da la bienvenida: se aproxima una revolución digital en los servicios de salud”. Por su parte, The Wall Street Journal (25 de febrero de 2018), publicó un extenso artículo sobre “Cómo lucen los hospitales del futuro”; en el sub-encabezado se lee: “Las instituciones que conocemos, además de estar en expansión, sufren un cambio radical, al hacerse más pequeñas y digitalizadas, so pena de desaparecer por completo. El resultado debe ser una mejor atención médica y más económica”.

Abunda el optimismo. Y, sí, hay muchas razones para ello. The Economist observa que el “problema fundamental con el sistema actual es que los pacientes carecen de conocimiento y de control” con respecto a las opciones de su enfermedad o tratamiento; “el acceso a la información puede atender ambas carencias”, asegura el artículo.

Hay una auténtica explosión de aparatos portátiles para medir la presión arterial, por ejemplo; otros pueden detectar irregularidades en el ritmo cardiaco, mientras que otras aplicaciones se desarrollan para detectar —con el auxilio de la inteligencia artificial— cáncer de piel y otras enfermedades que ponen en riesgo la vida seriamente, aun en etapas tempranas, cuando aún no se manifiestan de manera obvia, visible o dramática. Un sistema digital de alerta temprana puede propiciar que las personas busquen atención médica para adoptar las medidas preventivas pertinentes.

La atención de los ancianos puede mejorarse enormemente gracias al uso de aparatos portátiles, pues estos son capaces, no sólo de medir los signos vitales, sino de detectar caídas y enviar señales de alarma a determinadas estaciones de monitoreo centralizado. Estas estaciones, por su parte, pueden enviarles ayuda de emergencia a los propios pacientes o alertar a sus familiares para que los lleven al médico. De manera similar, los pacientes de todas las edades pueden contar ahora con información relativa a factores médicos críticos, como la diabetes, y esos datos se envían automáticamente a las computadoras de sus médicos, generando así instrucciones correctivas inmediatas o, de ser necesario, canalizándolos a los consultorios de sus médicos. No es de sorprender, por ello, que Apple haya anunciado su plan de solicitarles a las organizaciones de salud que les permitan a los usuarios de iPhone descargar sus registros médicos.

Ciertamente, estas innovaciones les conceden a los pacientes una mayor autonomía en la toma de decisiones médicas, al tiempo que funcionan como salvavidas que detectan errores potenciales en los registros médicos a causa de lo cual podrían prescribirse tratamientos inapropiados o innecesarios. Sobre todo, esta revolución digital permitirá ahorrar miles de millones de dólares en consultas médicas innecesarias —o que no serían ya necesarias— y en la aplicación de distintas pruebas médicas.

En cuanto a los hospitales —señala el Journal—, estas instituciones también desarrollan actualmente sistemas de monitoreo que pueden reducir significativamente el tiempo que los pacientes pasan en los hospitales o en las salas de urgencia, pues se los podría observar en sus propias casas mediante una cámara digital remota; pero debe insistirse en que el objetivo es la atención preventiva: detectar y atender las enfermedades antes de que se nos salgan de las manos. Según algunas estimaciones, hasta un 30 por ciento de la atención que se proporciona tradicionalmente en los hospitales puede suministrarse en casa.

Cada vez con mayor frecuencia, a la sombra de la proliferación de las clínicas que atienden sin necesidad de cita previa, los grandes hospitales coexistirán con “micro-hospitales”, los cuales habrán de funcionar como “unidades de cuidados intensivos, donde los pacientes podrán obtener atención médica altamente especializada y técnica”.  Por su parte, los pacientes cuyas enfermedades puedan monitorearse con toda seguridad a distancia, podrán convalecer y recuperarse en sus propias casas. Los médicos que cuenten con distintos niveles de especialización operarán “oficinas centrales” para monitorear tanto los casos agudos en los micro-hospitales como los casos menos graves en las casas de los pacientes.

Kenneth L. Davis, presidente ejecutivo del Hospital Mount Sinai es citado ahí de la siguiente manera: “Necesitamos un nuevo modelo de atención médica que se enfoque en el bienestar y en la prevención que permitan mantener a las personas lejos de los hospitales”. Así, se avizoran grandes ahorros y una mayor comodidad para los pacientes.

Tal como señala The Economist, “los beneficios de las nuevas tecnologías” —como los aparatos portátiles y los registros médicos descargables— “suelen fluir hacia los más ricos de manera desproporcionada. Sin embargo, el gobierno y las compañías de seguros tienen ahora un incentivo para permitir que esa tecnología y esas opciones de tratamiento doméstico y autónomo lleguen a los segmentos poblacionales más desprotegidos. Alphabet, la compañía matriz de Google, tiene planes de poder revisar los datos médicos en las zonas más pobres de las ciudades, donde muchos residentes están cubiertos por Medicaid.    

La innovación tecnológica de frontera al servicio de los más pobres es también el sello distintivo de la Reforma del Sistema de Pagos e Incentivos por Desempeño (DSRIP, por sus siglas en inglés). La DSRIP, un programa de cinco años que ahora está en su tercer año de operaciones les ofrece atención médica de calidad a los pacientes del Medicaid, logrando así ahorros (¡de más de $12 mil millones de dólares!) a los contribuyentes estatales. La DSRIP está en vías de superar el objetivo de reducir las hospitalizaciones innecesarias hasta en un 25 por ciento para la primavera de 2020. Este programa se sustenta en el modelo de Pago Basado en el Valor Real (VPB, por sus siglas en inglés) o el Pago por Desempeño: los médicos son remunerados, no con base en el número de consultas o pruebas que realizan, sino en el estado de salud de sus pacientes en el largo plazo. (En este sentido, es alentador que el gobierno haya creado el Comité Asesor del Modelo de Pago Basado en el Médico, con la posibilidad real de extender los modelos de VBP al Medicare).  

Los Registros Médicos Electrónicos (EHR, por sus siglas en inglés) desempeñan un papel central en el diseño de la DSRIP; para que el Departamento de Salud del Estado de Nueva York pueda monitorear la salud de la población, la información de los EHR se integra transversalmente con las solicitudes de Medicaid a fin de tener, así, un panorama más claro del estado de salud de las comunidades más grandes. De la misma manera que en el universo comercial dominado por las aseguradoras privadas que refieren The Economist y The Wall Street Journal, los EHRs de cada paciente dentro de la DSRIP deben generarse, mantenerse y actualizarse de manera constante y minuciosa. Por lo general, este proceso requiere una gran cantidad de tiempo por parte de los médicos, quienes quedan así adheridos a los monitores de sus computadoras, en lugar de concentrarse en el paciente que tienten frente a ellos.

En suma, la vital relación personal entre el médico y su paciente, entre el médico y la familia del paciente, tiene muy pocas probabilidades de establecerse. El toque personal, el encuentro humano que constituye la base de una auténtica relación paciente-médico, se esfuma. Obviamente, esto resulta verdadero para todas las formas de monitoreo remoto de la salud del paciente, sin importar lo precisas o eficientes que sean.

En SOMOS Community Care hemos creado una solución para este problema; SOMOS es el único miembro conformado por una red de médicos independientes dentro del llamado Sistema de Desempeño de Proveedores (PPS, por sus siglas en inglés), el cual fue constituido por instrucciones de la propia DSRIP; los otros 24 proveedores del PPS tienen su base en grandes hospitales. Con el fin de liberar a nuestros médicos de las exigencias operativas de los registros médicos, hemos creado equipos de Trabajadores Comunitarios de la Salud (CHW, por sus siglas en inglés) para para registrar los datos de cada paciente o para entrenar al personal de los consultorios para que lo hagan ellos por su cuenta.

Como resultado, el médico —quien suele vivir en las mismas comunidades con las que comparte antecedentes étnicos y culturales— es liberado para que pueda atender a los pacientes que se le presenten; aún más: los CHW realizan consultas a domicilio, de ser necesario, para asegurarse de que los pacientes cumplan las prescripciones médicas y de que los médicos estén al tanto de las condiciones familiares y habitacionales que podrían influir en la salud de los pacientes y de sus familias.

En este sentido, nuestros médicos asumen a cabalidad el antiguo rol de los médicos de cabecera: auténticos líderes comunitarios en quienes los pacientes confían plenamente, de quienes obtienen su total discreción y por quienes son realmente comprendidos y conocidos. Esta novedosa reivindicación del médico familiar aprovecha en su totalidad la actual revolución digital del sistema de salud, pero sin sacrificar lo que siempre ha sido esencial para el bienestar de todo ser humano: literalmente, el toque personal, sanador. Mismo que no puede transmitirse de manera digital, sin importar lo sofisticada que llegue a ser la tecnología.


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