Hay hombres y mujeres cuya vida no podemos ignorar. Simón
Bolívar, Juana de Arco, Martin Luther King, Marie Curie, Ghandi, Teresa de
Calcuta, Marx, Rosa Parks, Edith Stein...
¿Qué fue lo que hicieron estos hombres y mujeres para causar el impacto
que causaron en la historia de la humanidad? Lo que hicieron fue simplemente
vivir e hicieron de su vida una llamada…. Entre ellos hay
un hombre que produjo el mayor impacto en la historia de la humanidad: JESUS DE
NAZARET. Nos encontramos contando 2018 de historia a partir de su nacimiento en
la pequeña aldea de Belén. Este acontecimiento es el que marca las fiestas
decembrinas en el mundo. Si hay mensajes, luces, regalos, viajes, vacaciones,
estrenos, encuentros familiares, música y fiesta es porque celebramos un
aniversario más de su nacimiento.
Diciembre,
entonces, le recuerda al mundo el nacimiento de Jesús de Nazaret, pero con la
celebración de su nacimiento recordamos, sobre todo, sus grandes aportes a la
historia de la humanidad y lo que su vida toda, sus hechos y sus palabras
contienen y significan no sólo para sus discípulos, los cristianos de todos los
tiempos, sino para todo hombre y mujer de buena voluntad.
Así,
en primer lugar, toda la vida y obra de Jesús de Nazaret contiene una propuesta,
una invitación para todos los seres humanos para la construcción de un mundo
mejor mediante el reconocimiento de que somos hermanos, hijos del mismo Dios, a
quien enseñados por Ël podemos llamar Padre bueno, compasivo y misericordioso.
Reconocimiento, según el cual, podemos alcanzar la felicidad que todos
anhelamos amándonos los unos a los otros, sirviéndonos, perdonándonos,
compartiendo, solidarizándonos, tolerándonos, entendiéndonos los unos a los
otros. Esta propuesta de AMOR choca contra toda forma de egoísmo, de
injusticia, de discriminación, de violencia y de muerte.
La
propuesta de Jesús de Nazaret con todo su mensaje y el testimonio de su misma
vida son, permanente, una llamada, una invitación y un desafío al mundo entero
por hacer de la existencia en la tierra un espacio-tiempo mejor y más amable
para todo hombre y mujer que viene a este mundo.
La
celebración de la Navidad, del nacimiento de Jesús de Nazaret, por otra parte,
nos recuerda y nos marca a todos un derrotero, un camino, una filosofía de
vida, una lógica, unos principios, unos valores, un sentido para la vida que
normalmente no es ni nuestro camino ni nuestra lógica. Así, mientras vamos
construyendo una vida y una sociedad en la que lo importante es tener,
aparentar, disfrutar a costa de lo que sea, cuidarnos y protegernos
egoístamente, acaparar, acumular, atropellar y aplastar para escalar, para
subir, para trepar... Jesús de Nazaret nos recordará siempre otra lógica, otra
dirección para la vida de los hombres en la tierra si queremos ser felices: la
lógica del pesebre de Belén, de la humildad, del abajamiento, del
desprendimiento, de la donación total de la vida, la lógica del servicio al
otro, especialmente al más necesitado, hasta las últimas consecuencias, lógica
del perdón, la lógica del amor hasta la cruz…
Finalmente,
la celebración de la NAVIDAD también nos recuerda a todos – no sólo a los
cristianos – la importancia de lo humano, de lo verdaderamente humano. El
significado profundo y cristiano de la Navidad contiene y revela a todos esta
verdad: a Dios le importan la humanidad y todo lo profundamente humano. En el
niño envuelto en pañales y recostado en el pesebre, en el hombre que predicó en
Galilea y que lavó los pies de sus discípulos, en el que curó amando y se dio a
todos sin medida, en el que entró en conflicto con las estructuras legales y
cultuales de su tiempo porque puso por encima de todo el AMOR hasta morir
colgado en un madero, los cristianos
confesamos al Hijo de Dios, en todo semejante al Padre, y reconocemos en Él la
suma y perfecta revelación de la divinidad de Dios en su humanidad y el
proyecto de hombre que Dios tiene para todo hombre. Entonces desde la primera
Navidad, hasta hoy, nada que sea humano nos puede dejar indiferentes. Porque es
en lo profundamente humano como Jesús en lo que se revela lo absolutamente
divino como Jesús mismo.
Podremos
intentar soslayar con mil manifestaciones y términos el significado de la
Navidad. En nombre del pluralismo ideológico y del respeto por las mil
creencias podremos intentar eludir el significado de la navidad o confundirlo
con una fiesta más, con unas vacaciones más durante el año pero no podremos
evitar reconocer que la propuesta de la vida y obra de Jesús de Nazaret siguen
siendo una llamada, una invitación para la construcción de “un cielo nuevo en una tierra nueva”,
para la construcción de una vida personal y social según otra lógica, otra
criteriología… según la cual podamos amarnos los unos a los otros en respeto
absoluto por la dignidad y los derechos fundamentales de cada ser humano: con
amor y respeto absoluto por todo el hombre y por todos los hombres.
Navidad
entonces es memoria bimilenaria de lo acontecido en Belén, es un regalo de Dios
para el mundo en el niño del pesebre, pero es también y sobre todo una propuesta,
una invitación, una llamada, un reto, una tarea, un compromiso… ¡FELIZ NAVIDAD!
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