En el
mundo cristiano la Navidad constituye una importante celebración, pues se
conmemora en ella el nacimiento de Jesús de Nazaret. Pero es, al mismo tiempo,
una celebración y conmemoración con carácter universal por el valor y legado
histórico que la vida, obra y mensaje de Jesús representa y contiene para toda
la humanidad.
Jesús
de Nazaret, al que los cristianos confesamos como el Mesías, el Salvador, el
Hijo de Dios, el Señor de la Historia, luz del mundo, pan de Vida, buen Pastor,
principio y fin de la historia, fue – qué duda cabe – un hombre único, peculiar o, con palabras de su
apóstol Pablo, un hombre “nuevo” y novedoso.
El
paso de Jesús por la tierra produjo tal impacto que la historia oficial de la
humanidad, la de occidente y la de la casi totalidad de los pueblos de la
tierra se cuenta a partir de su nacimiento.
¿Y
qué fue lo que hizo Jesús para causar tal impacto en la historia de la
humanidad? ¿Qué tiene de grandioso y monumental el relato de su vida para
seguir tan vigente a veinte siglos de su nacimiento? Lo impactante y monumental
de su existencia consistió sencilla, simple y únicamente en vivir y amar, en
vivir para amar, en entender la vida como un don de Dios para servirla –
también como regalo - a todos, especialmente a los más débiles, a los
empobrecidos, a los “descartados” de nuestra sociedad.
Su
experiencia de amor, la donación de su propia vida a todos, brotó del
reconocimiento de Dios como Padre de todos y, en consecuencia, del
reconocimiento de todos los hombres como hermanos, hijos del mismo Dios,
Creador y Padre compasivo y misericordioso.
Un
ser humano como nosotros, profundamente humano, este varón israelita, de la
tierra de Judá, colonia - en su momento
- del imperio romano – hijo, en condiciones de pesebrera y más tarde de taller
de carpintería, de los campesinos José y María, emigrante, siendo niño en
Egipto y luego en Nazaret se lanzó hacia sus treinta años de edad por los
polvorientos caminos de su patria a predicar lo que – desde su propia
experiencia – nos puede hacer felices: vivir el proyecto de hombre que Dios
tiene para todo hombre que viene a este mundo, vivir como hijos de Dios y
hermanos de todos, amándonos los unos a los otros.
Se
juntó con unos amigos pescadores, los que después multiplicaron por el mundo
entonces conocido la enseñanza de su maestro el nazareno y la gente lo seguía
porque jamás nadie había hablado con su autoridad; es decir, con su coherencia
entre lo que predicaba y lo que vivía, entre lo que exigía y lo que entregaba,
entre lo que creía y lo que anunciaba…
Ama y
amando cura toda clase de enfermedades físicas y espirituales. Los que se
encuentran con Él, descubren y se encuentran con el amor de Dios y se sienten
aliviados, sanados, liberados, felices, salvados…Pasa haciendo el bien. Vive y
predica una vida buena y nueva que brote desde el interior, desde el corazón
del hombre, porque entiende que si el hombre es bueno dará frutos buenos… Con
sus hechos y palabras novedosas y, por ello, escandalosas, anuncia y denuncia y
entra en conflicto con las autoridades de su pueblo y de su tiempo que lo matan
en una cruz, del mismo modo que habían muerto los grandes profetas de su pueblo
y tal como continúan matando a todos los comprometidos con el hombre y la
verdad a lo largo de la historia y en todos los rincones del orbe.
Pero
su proyecto de vida no quedó en la tumba y continúo a lo largo ya de veinte
siglos de historia siendo reivindicado, seguido y, ojalá, vivido por quienes se llaman sus discípulos:
los cristianos, quienes lo confiesan vivo y resucitado en cuanto presente en la
propia vida de cada creyente y en la vida de cada comunidad cristiana fiel a su
“evangelio”.
La
grandeza, entonces, de la vida de Jesús de Nazaret consiste y coincide
paradójicamente con su pequeñez, con la simplicidad de vivir aquello para lo
cual fuimos creados: para y por el amor y en realizar extraordinariamente bien
la cotidianidad de nuestras existencias haciendo el bien.
Jesús
de Nazaret es un hombre libre frente a todo y frente a todos. Es un liberador
frente a la ambición y a la codicia, frente al odio y al rencor, frente al qué
dirán y a los poderosos, frente al egoísmo y a la mentira, frente a la soberbia
y a la hipocresía, frente al servilismo y a la injusticia, frente a la
violencia y a la muerte… Un hombre que, con
la confianza, esperanza y dependencia de la vida puesta en Dios vive
valiente y sin miedos. Jesús, así y además, es un hombre para los demás…
Por
todo lo anterior, la vida de Jesús se constituyó – no sólo para sus discípulos
- en modelo de vida, en “Camino, Verdad
y Vida” para todo hombre y mujer de buena voluntad. Frente a la vida y mensaje
de Jesús todos nuestros mejores anhelos, nuestras tendencias humanas más
profundas, nuestras mejores ansias de bien quedan esclarecidos e iluminados.
Pero,
al mismo tiempo, en medio de nuestras actuales y difíciles circunstancias a
nivel nacional y mundial, cuánta falta nos hacen hoy hombres y mujeres con la
autenticidad de Jesús de Nazaret. Cuánta necesidad tiene el mundo de hombres y
mujeres con la autoridad y coherencia de vida del carpintero de Nazaret! Cuánta
lejanía y carencia tiene el mundo de hoy de los criterios, principios y valores
vividos y predicados por Jesús de Nazaret! Cuán lejos estamos de alcanzar la
utopía cristiana de un mundo en el que podamos convivir todos como hermanos!
Cuánta falta nos hace vivir en la verdad, en el amor, en la justicia, en el
perdón, en la esperanza, en la vida abundante vivida y predicada por Jesús de
Nazaret!
La
vida de Jesús de Nazaret y su mensaje son, entonces, un referente obligado, una
llamada, un camino, una tarea para todos los que anhelamos una existencia feliz
y un mundo mejor, en paz, más justo, más vivible, más fraterno, solidario,
compasivo y humano.
Por
todo lo anterior, Navidad es una gran fiesta, una fiesta cristiana, y una
celebración universal, porque el proyecto y mensaje de vida del niñito del
pesebre de Belén siguen siendo vigentes, porque hoy los hechos y palabras del
nazareno son más necesarios que nunca, en un mundo que clama por justicia, verdad,
paz y formas abundantes de vida y humanidad y porque el evangelio del
carpintero de Nazaret está por estrenarse.
¡Feliz
Navidad!
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