domingo, 22 de diciembre de 2019

Por Una Navidad Universal


En el mundo cristiano la Navidad constituye una importante celebración, pues se conmemora en ella el nacimiento de Jesús de Nazaret. Pero es, al mismo tiempo, una celebración y conmemoración con carácter universal por el valor y legado histórico que la vida, obra y mensaje de Jesús representa y contiene para toda la humanidad.

Jesús de Nazaret, al que los cristianos confesamos como el Mesías, el Salvador, el Hijo de Dios, el Señor de la Historia, luz del mundo, pan de Vida, buen Pastor, principio y fin de la historia, fue – qué duda cabe – un  hombre único, peculiar o, con palabras de su apóstol Pablo, un hombre “nuevo” y novedoso.

El paso de Jesús por la tierra produjo tal impacto que la historia oficial de la humanidad, la de occidente y la de la casi totalidad de los pueblos de la tierra se cuenta a partir de su nacimiento.

¿Y qué fue lo que hizo Jesús para causar tal impacto en la historia de la humanidad? ¿Qué tiene de grandioso y monumental el relato de su vida para seguir tan vigente a veinte siglos de su nacimiento? Lo impactante y monumental de su existencia consistió sencilla, simple y únicamente en vivir y amar, en vivir para amar, en entender la vida como un don de Dios para servirla – también como regalo - a todos, especialmente a los más débiles, a los empobrecidos, a los “descartados” de nuestra sociedad.

Su experiencia de amor, la donación de su propia vida a todos, brotó del reconocimiento de Dios como Padre de todos y, en consecuencia, del reconocimiento de todos los hombres como hermanos, hijos del mismo Dios, Creador y Padre compasivo y misericordioso.

Un ser humano como nosotros, profundamente humano, este varón israelita, de la tierra de Judá, colonia  - en su momento - del imperio romano – hijo, en condiciones de pesebrera y más tarde de taller de carpintería, de los campesinos José y María, emigrante, siendo niño en Egipto y luego en Nazaret se lanzó hacia sus treinta años de edad por los polvorientos caminos de su patria a predicar lo que – desde su propia experiencia – nos puede hacer felices: vivir el proyecto de hombre que Dios tiene para todo hombre que viene a este mundo, vivir como hijos de Dios y hermanos de todos, amándonos los unos a los otros.

Se juntó con unos amigos pescadores, los que después multiplicaron por el mundo entonces conocido la enseñanza de su maestro el nazareno y la gente lo seguía porque jamás nadie había hablado con su autoridad; es decir, con su coherencia entre lo que predicaba y lo que vivía, entre lo que exigía y lo que entregaba, entre lo que creía y lo que anunciaba…

Ama y amando cura toda clase de enfermedades físicas y espirituales. Los que se encuentran con Él, descubren y se encuentran con el amor de Dios y se sienten aliviados, sanados, liberados, felices, salvados…Pasa haciendo el bien. Vive y predica una vida buena y nueva que brote desde el interior, desde el corazón del hombre, porque entiende que si el hombre es bueno dará frutos buenos… Con sus hechos y palabras novedosas y, por ello, escandalosas, anuncia y denuncia y entra en conflicto con las autoridades de su pueblo y de su tiempo que lo matan en una cruz, del mismo modo que habían muerto los grandes profetas de su pueblo y tal como continúan matando a todos los comprometidos con el hombre y la verdad a lo largo de la historia y en todos los rincones del orbe.

Pero su proyecto de vida no quedó en la tumba y continúo a lo largo ya de veinte siglos de historia siendo reivindicado, seguido y, ojalá,  vivido por quienes se llaman sus discípulos: los cristianos, quienes lo confiesan vivo y resucitado en cuanto presente en la propia vida de cada creyente y en la vida de cada comunidad cristiana fiel a su “evangelio”.

La grandeza, entonces, de la vida de Jesús de Nazaret consiste y coincide paradójicamente con su pequeñez, con la simplicidad de vivir aquello para lo cual fuimos creados: para y por el amor y en realizar extraordinariamente bien la cotidianidad de nuestras existencias haciendo el bien.

Jesús de Nazaret es un hombre libre frente a todo y frente a todos. Es un liberador frente a la ambición y a la codicia, frente al odio y al rencor, frente al qué dirán y a los poderosos, frente al egoísmo y a la mentira, frente a la soberbia y a la hipocresía, frente al servilismo y a la injusticia, frente a la violencia y a la muerte… Un hombre que, con  la confianza, esperanza y dependencia de la vida puesta en Dios vive valiente y sin miedos. Jesús, así y además, es un hombre para los demás…

Por todo lo anterior, la vida de Jesús se constituyó – no sólo para sus discípulos - en modelo de vida,  en “Camino, Verdad y Vida” para todo hombre y mujer de buena voluntad. Frente a la vida y mensaje de Jesús todos nuestros mejores anhelos, nuestras tendencias humanas más profundas, nuestras mejores ansias de bien quedan esclarecidos e iluminados.

Pero, al mismo tiempo, en medio de nuestras actuales y difíciles circunstancias a nivel nacional y mundial, cuánta falta nos hacen hoy hombres y mujeres con la autenticidad de Jesús de Nazaret. Cuánta necesidad tiene el mundo de hombres y mujeres con la autoridad y coherencia de vida del carpintero de Nazaret! Cuánta lejanía y carencia tiene el mundo de hoy de los criterios, principios y valores vividos y predicados por Jesús de Nazaret! Cuán lejos estamos de alcanzar la utopía cristiana de un mundo en el que podamos convivir todos como hermanos! Cuánta falta nos hace vivir en la verdad, en el amor, en la justicia, en el perdón, en la esperanza, en la vida abundante vivida y predicada por Jesús de Nazaret!

La vida de Jesús de Nazaret y su mensaje son, entonces, un referente obligado, una llamada, un camino, una tarea para todos los que anhelamos una existencia feliz y un mundo mejor, en paz, más justo, más vivible, más fraterno, solidario, compasivo y humano.

Por todo lo anterior, Navidad es una gran fiesta, una fiesta cristiana, y una celebración universal, porque el proyecto y mensaje de vida del niñito del pesebre de Belén siguen siendo vigentes, porque hoy los hechos y palabras del nazareno son más necesarios que nunca, en un mundo que clama por justicia, verdad, paz y formas abundantes de vida y humanidad y porque el evangelio del carpintero de Nazaret está por estrenarse. 

¡Feliz Navidad!


 



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