domingo, 29 de diciembre de 2019

Un Año Nuevo para Renovarnos y Renovar




“Año nuevo, vida nueva”, reza un conocido refrán. Porque el inicio de un nuevo año civil es una magnífica oportunidad para revisar, evaluar, enmendar, enderezar, sanar, pasar páginas, perdonarnos y perdonar, olvidarnos y deshacernos de lo viejo y de lo que estorba, reinventar, emprender y volver a empezar…. Una oportunidad para experimentar que podemos renovarnos y recomenzar con nuevas ánimos, ilusiones y energías el camino que nos conduzca a la realización de nuestros mejores anhelos e ideales… Una oportunidad nueva para construir esperanza. Un año nuevo, en definitiva, es una ocasión propicia para hacernos “nuevos” como el año que comienza…

Y nunca tan necesaria esta esperanza de lo “nuevo” como en nuestras actuales circunstancias sociales, nacionales y mundiales. Minuto a minutos, los medios de comunicación nos transmiten noticieros plagados de malas noticias, de noticias desalentadoras sobre la vida de los hombres y de los pueblos: sin sentido de la vida, suicidios, crímenes, conflictos y rompimientos familiares, corrupción en la vida de líderes políticos y religiosos, corrupción en la administración de la cosa pública, negligencia y mala calidad en la administración de los servicios públicos esenciales (salud, vivienda, educación, etc.) empobrecimiento de las mayorías versus el enriquecimiento escandaloso y desbordado de unas élites, conflictos internos nacionales y amenaza de conflictos y guerras entre naciones, carrera armamentista, desengaño electoral y político en muchas naciones por el pésimo desempeño de sus líderes, desesperanza, injustica, mil formas de violencia y de muerte…

¿Qué decir ante este angustioso panorama que, en la realidad cotidiana del mundo y en los noticieros, parece asfixiar los signos de bondad, de verdad, de justicia, de rectitud y de honestidad que también subsisten – quién lo niega – en muchos hombres y en todos los rincones de la tierra?

Que todos tenemos que replantearnos cada día y con mucha seriedad y honestidad: ¿Cuál es el proyecto individual de vida que queremos para cada uno de nosotros? ¿Cuál es el tipo de sociedad que queremos construir y en el que queremos vivir nosotros y los que vienen? ¿Cuál es el tipo de sistema político que anhelamos, que elegimos, que deseamos para nuestros pueblos? ¿Cuál el tipo de sistema económico en el que queremos vivir y con el que queremos disfrutar cada día el don de nuestra existencia humana? Y, muy importante ¿Cuál es el planeta en el que queremos habitar para poderlo entregar, con las mejores condiciones de vida humana posible, a las futuras generaciones?

El fracaso mayoritario y mundial de planes políticos y económicos es rotundo e innegable. También saltan a la vista los alzamientos, reivindicaciones y protestas sociales justas en tantos pueblos y naciones. La brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada no ha logrado ser ni revertida ni superada. Las amenazas a la paz mundial siguen latentes. El desmesurado crecimiento macro económico de las grandes corporaciones y multinacionales frente a la miseria de muchos. El padecimiento de los millones de hombres y mujeres que, emigrando de sus terruños, buscan un futuro mejor nos cerca y nos acosa por todos lados. El hambre de millones contra el confort indiferente de unos pocos. El manejo mentiroso y corrupto de la propaganda, las elecciones y la agenda de la política y de los políticos. La inequidad, las injusticias y las violencias diseminadas por todo el orbe evidencian nuestros fracasos, egoísmos y frustraciones sociales y, al mismo tiempo, ponen de presente nuestros mayores retos y más grandes desafíos.

Y en el fondo de todo lo anteriormente enunciado subyace, en la praxis, en la cotidianidad y en las relaciones de nuestras vidas individuales, la ausencia de los valores más elementales y profundos del ser humano y una falta de autoridad, de transparencia y coherencia  entre lo que creemos y lo que practicamos, entre lo que vivimos y lo que aspiramos. Incoherencia hipócrita que se traduce en instituciones y estructuras sociales corrompidas por la búsqueda desenfrenada egoísta y hedonista de placer, la codicia y la ambición a toda costa por el tener y el ansia de poder para aplastar y reprimir los mejores ideales del ser humano.

Qué tenemos qué hacer? ¿Hacia donde tenemos que caminar juntos y aunando los mejores esfuerzos y esperanzas de todos? Ha llegado el momento de cambiar estereotipos y modelos sociales que ya no funcionan porque producen los frutos y las circunstancias adversas por inhumanas y catastróficas ya mencionadas. Ha llegado el momento de anteponer el bien común al bien individual. De anteponer los objetivos y fines comunes (ambientales, sociales y gubernamentales) a las solas ganancias de las grandes empresas y corporaciones financieras. Ha llegado el momento de darle un sí a la vida y a la vida abundante en contra de una cultura de la muerte. Es el tiempo de darle un sí a la solidaridad, a la libertad, a la verdad, a la honestidad, al diálogo, a la participación, a la paz, al respeto por las culturas diferentes y por la naturaleza en contra del individualismo egoísta, del consumismo, de la intolerancia, de la injusticia, de la discriminación, de la marginación, de la corrupción moral y administrativa y de todas las formas de inequidad y violencia.

Si queremos superar los abundantes y muy graves males que azotan y afligen a la comunidad humana actual, hemos de proponernos vivir todos un año nuevo en el que el respeto por la persona y por la vida humana esté por sobre cualquier otro valor o interés, para lograr la construcción de una nueva sociedad y un mundo mejor en el que la ética prime sobre la técnica, el servicio sobre el poder, el trabajador sobre el capital y lo trascendente sobre lo inmanente y pasajero….

Les deseo pues a todos un feliz año nuevo 2020, que será feliz en la medida en que, todos, así lo queramos y lo construyamos!