Aun cuando la fe católica es la que profesa la mayoría de los hispanos en Estados Unidos, también es la que pierde a más latinos en comparación con cualquier otro grupo religioso, con un creciente número de hispanos que afirman no tener filiación religiosa. Estos son algunos de los hallazgos más relevantes de la encuesta del Pew Research Center publicada el 13 de abril pasado.
En 2010, 67
por ciento de los hispanos de Estados Unidos afirmaban ser católicos. Esta
cifra cayó drásticamente al 43 por ciento en 2022, pero ya en 2018 se ubicaba
en 49 por ciento. Casi uno de cada cuatro hispanos son excatólicos. Del 65 por
ciento de los hispanos que afirman haber sido educados como católicos, el 23
por ciento reconoce que no se identifica más con esa religión. Algunos se han
incorporado a otra fe, principalmente a la protestante, mientras que la mayoría
no pertenece ya a ninguna Iglesia.
Los
protestantes son el segundo grupo religioso más grande para los hispanos, con
21 por ciento. Entre los hispanos que residen en Estados Unidos, 39 por ciento
asegura que la religión es “muy importante”. Entre los hispanos evangélicos, 73
por ciento afirma lo mismo, y 46 por ciento de los hispanos católicos piensa
igual. Entre los hispanos católicos de Estados Unidos, 22 por ciento va a la
iglesia semanalmente o más seguido. Solo el 1 por ciento de los que dicen no
tener filiación religiosa hace lo mismo.
Los
hispanos que se identifican como ateos, agnósticos o “nada en particular” se
ubican en 30 por ciento, en contraste con el 10 por ciento que pertenecía a
esta categoría en 2010 y al 18 por ciento en 2013. Debe hacerse notar que 29
por ciento de los hispanos que no practican ninguna fe siguen orando al menos
una vez a la semana. Casi una cuarta parte de todos los hispanos de Estados
Unidos son excatólicos.
El abandono
del catolicismo es más pronunciado entre los jóvenes de 18 a 29 años. En este
grupo poblacional, el 49 por ciento afirma no tener ninguna filiación
religiosa. Por su parte, en los grupos de 50 a 64 años y de 65 años y más, es
menos común que se identifiquen en esta categoría, con 20 por ciento y 18 por
ciento, respectivamente. Aun así, estas cifras son significativas.
Entre los
hispanos nacidos fuera de Estados Unidos y radicados aquí, 52 por ciento
pertenece a la Iglesia católica, y 21 por ciento afirma no tener ninguna
filiación religiosa. En contraste, 36 por ciento de los hispanos nacidos en
Estados Unidos profesan la fe católica, y 39 por ciento no tiene ninguna
filiación religiosa. El idioma también desempeña un papel relevante: 56 por
ciento de los hispanohablantes se identifican como católicos, en contraste con
el 32 por ciento de los anglohablantes. Esta cifra se ubica en 42 por ciento
entre los bilingües encuestados.
La
reducción en el número de hispanos que profesan la fe católica —sobre todo,
pero no exclusivamente, entre los jóvenes— debe ser motivo de atención para los
líderes de la Iglesia. Los obliga a idear formas innovadoras de evangelización
que consideren lo que es más importante en las vidas de las personas, y que
para muchas de ellas es el éxito material. Los hispanos que asisten a misa y
que viven una vida católica no deben darse más por sentado.
Parece más
que evidente que el estilo de vida estadounidense, basado en el entretenimiento
y en la acumulación de dinero y de bienes materiales, obnubila a los hispanos
con respecto a sus raíces y valores católicos. Los deja vacíos en aspectos
cruciales de sus vidas. Muchas personas tienen dos o tres empleos para intentar
progresar, dejando de lado la reflexión y la espiritualidad. Hay un grave
retroceso en la valoración de la fe que delineó y dio sustento a las culturas
latinoamericanas. Durante siglos, la Iglesia ha jugado un papel central en los
países latinos y sus culturas, por lo que el catolicismo es, también, cimiento
fundacional en la formación del ser humano.
A los
líderes eclesiásticos les aguarda la tarea ineludible de presentar el
catolicismo de una manera más dinámica y atractiva, capaz de hacer entender la
importancia histórica y contemporánea de la fe. De alguna manera, la Iglesia
debe abordar y desafiar convincentemente a la cultura hegemónica para presentar
una alternativa viable en una cultura sustentada en el materialismo y la
ambición para, así, tener éxito en ese terreno. La Iglesia puede emular la
práctica evangélica y su compromiso de ir en busca de la gente en lugar de
sentarse a esperar que las personas lleguen a la iglesia.
Asimismo,
hay una batalla política e ideológica que debe librarse. Según la encuesta de
Pew, los excatólicos señalaron la falta de inclusión de la comunidad LGBTQ, los
escándalos de abuso sexual y el impedimento para que las mujeres puedan ser
ordenadas, como algunos de los factores clave que los orillaron a abandonar su
Iglesia. En este sentido, la Iglesia debe demostrar también un alto grado de
sensibilidad y sofisticación para defender sus enseñanzas de manera
convincente.
Sin un
esfuerzo concertado y creativo por parte de la Iglesia para atender estas y
otras deficiencias, la pérdida de católicos hispanos continuará sin cesar,
socavando aún más la fe que de verdad llega al corazón de la comunidad hispana.