Un año “nuevo”,
“nuevo” comienzo. Nos alivia y refresca a todo el comienzo de un nuevo año. Un
año nuevo significa tener la posibilidad de olvidar y recomenzar, de borrar y
renovar, de olvidar, perdonar y reencontrar el camino... El comienzo de un
nuevo año nos sitúa en una coyuntura en la que aprendemos del pasado y
proyectamos un mejor futuro.
Pero las
ilusiones que nuestras promesas por un mejor porvenir encierran, no nos impiden
desconocer la realidad presente marcada por una profunda crisis puesta de
manifiesto en los más variados conflictos de índole personal, familiar,
laboral, económico, político, social, cultural, religioso, etc.…
La vida de muchos
hombres y mujeres sin sentido ni dirección que se refleja en más altos índices
de suicidio, consumo de drogas, alcoholismo…, familias destrozadas por las más
variadas circunstancias, profunda crisis económica de la que nadie pareciera
ser responsable y con la que resultan más afectados los más pobres de entre los
pobres, frentes de guerra en distintas naciones, pésimas relaciones con el
resto del mundo, una convivencia conflictiva entre los distintos grupos que
conforman la sociedad norteamericana, etc.…. pone a esta Nación ante la
necesidad de que el año nuevo sea verdaderamente nuevo y novedoso.
Para presidir la
novedad que urge en los Estados Unidos - ante los fracasos presentes y del pasado
próximo - fue elegido como Presidente del Gobierno de esta gran Nación el Sr.
Donald Trump.
Ya es de por sí
una novedad en la historia de esta Nación la elección del primer presidente que
nunca ha ostentado un cargo público. Muy novedoso si se tiene en cuenta que
dicha elección se da en una sociedad en la que aun persisten rasgos de
discriminación y segregación racial y en la que las minorías permanecen siendo
y llevando vida de minorías.
Aun cuando
tenemos puesta nuestra esperanza en Dios, los pueblos de la tierra tienen
puestas sus esperanzas próximas en los líderes de los pueblos y en el bueno y
acertado manejo que tengan de sus gobiernos.
Así, para el
futuro inmediato de la sociedad norteamericana tenemos puesta nuestra confianza
y esperanza en el gobierno que presidirá a partir del próximo 20 de enero el
Señor Presidente electo Donald Trump. En él tenemos puesta la esperanza de que,
según lo prometió en campaña electoral, pondrá fin a las irracionales, injustas
e inhumanas confrontaciones bélicas que no sólo desangran la economía y el
bienestar social de la Nación sino también la sangre joven de nuestros jóvenes
soldados y que, además, bien rodeado de sus inmediatos colaboradores acertará
en un manejo nacional e internacional de la economía de tal manera que, a corto
plazo, volvamos a la prosperidad que ha representado esta Nación para sus
ciudadanos y para el resto del mundo.
Pero, además,
tenemos puesta la confianza en que el gobierno que presidirá el Señor Trump
tendrá un “nuevo”, manejo del asunto migratorio de tal manera que todos los
inmigrantes y, especialmente, los hispanos y otros grupos étnicos venidos de
diferentes continentes sin documentos con domicilio en esta Nación obtengan un
trato más digno, más solidario, más justo y más humano acorde con una población
que ha puesto lo mejor de sí y de sus fuerzas para contribuir con su trabajo a
la grandeza de la que hace alarde ante el mundo la entera sociedad
norteamericana.
De la misma
manera, los hispanos residentes en esta Nación y en todos nuestros países de
origen esperamos del gobierno entrante unas mejores y más adecuadas relaciones
internacionales con todos los países, como corresponde entre naciones que
compartimos el mismo planeta y el mismo destino al que está convocada la
humanidad entera: hacer de este mundo un lugar más vivible, más fraterno y, por
ello, más humano.
Al iniciar un
nuevo año dejemos atrás las malas noticias y lancémonos solidariamente a la
construcción de mejores y más buenas noticias con la certeza de que si las
pequeñas o grandes crisis a las que asistimos afectados en el momento presente
tienen como causa última una crisis de humanidad, vale decir, una profunda
crisis en el espíritu del ser humano será un proceso y crecimiento
“humanizador” hacia el interior de cada ser humano y el surgimiento de unas
nuevas y más honestas relaciones entre los hombres y los pueblos lo que nos
depare un año nuevo y un porvenir mejor.
Esta alegría por
un año nuevo y estas esperanzas en un gobierno nuevo tiene fundamento en la fe
que nos invita siempre a re-novarnos, a dejar atrás al hombre viejo y construir
en cada uno de nosotros el hombre nuevo.
El nuevo año será
nuevo en la medida en que todos: tanto los que participan más directamente en
la misión de gobierno como todos los ciudadanos construyamos con nuestros
hechos, palabras, comportamientos y actitudes la novedad de la que tanto
necesitamos. Brindemos entonces por un año nuevo, una sociedad nueva, un
gobierno nuevo para una mejor Nación y un mundo nuevo.
Deseo a todos que
tengan, junto a sus seres queridos, un novedoso, bendecido y feliz 2017.
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